Premiado por arteba, Eduardo Costantini repasa sus hitos como coleccionista
El empresario que marcó importantes récords para el arte latinoamericano comenzó a comprar obras hace más de medio siglo, donó todo su acervo al Malba al fundar el museo en 2001 y volvió a empezar de cero; desde entonces acumuló otras quinientas piezas
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“Un empresario pagó el récord por el Pettoruti”. Con ese título, el 16 de septiembre de 1993, LA NACION anunciaba que Eduardo Costantini se había convertido en el dueño de la obra más cara de la historia argentina hasta entonces. Antes de fundar el Malba, Consultatio y Nordelta, el hombre que acaba de ser reconocido con el Premio arteba al Coleccionismo pagó hace tres décadas en la porteña casa de remates Saráchaga US$325.000 por La canción del pueblo (1927), pintura que se convertiría en una de las piezas icónicas del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires.
Esta última institución nació en 2001 con un acervo de 223 obras que habían integrado su colección personal. Desde ese momento compró otras quinientas, anunció la expansión del Malba con otra sede que se inaugurará el año próximo en Escobar y marcó otros récords para artistas de la región como Joaquín Torres García, Remedios Varo, Wifredo Lam y Diego Rivera.
A Frida Kahlo la ubicó dos veces al tope del Top Ten para el arte latinoamericano en subastas: primero con Autorretrato con chango y loro (pagó US$3,2 millones en Sotheby’s, en 1995), que se mantuvo en ese puesto durante cinco años, y luego en 2021, cuando invirtió US$34,8 millones en Diego y yo, en la misma casa de remates. Cifras muy distantes de aquellas primeras obras de Leopoldo Presas e Iván Vasileff que compró en cuotas en una galería de Acassuso, en 1968, porque no llegaba a los 2000 dólares que le pedían por un retrato de Antonio Berni. Recién en la década de 1980, con el asesoramiento de Ricardo Esteves, comenzó a invertir en obras “calidad museo”.
No se quedó allí, sin embargo. Además de adquirir piezas clave de la historia del arte latinoamericano, Costantini busca lograr el posicionamiento estratégico del arte de la región en los centros culturales del mundo. En los últimos meses varias obras de su colección -curada por Florencia Malbrán- fueron prestadas a las bienales de Venecia y San Pablo, a importantes museos como el Guggenheim de Nueva York y el MoMA de San Francisco, al Art Institute de Chicago y a la Pinacoteca de San Pablo. A continuación, el coleccionista enumera algunos hitos que marcaron ese camino internacional.
Frida Kahlo
“Diego y yo fue la compra que tuvo mayor visibilidad a nivel mundial: la noticia salió más o menos en 160 medios en el mundo. Fue la obra más cara que pagué. Ya había marcado otro récord para Frida con Autorretrato con chango y loro en el mismo remate de Sotheby’s en el que se vendía Baile de Tehuantepec, de Diego Rivera, y le ganó a Diego por 100.000 o 200.000 dólares”.
Diego Rivera
“Finalmente compré Baile en Tehuantepec a través de Phillips, a Augusto Uribe, en 2016. Pagué US$15,7 millones, la cifra más cara hasta entonces para una obra de arte latinoamericano. Los dos Diegos los compré en forma privada: el Retrato de Ramón Gómez de la Serna era de un coleccionista mexicano que vive en España. Lo pagué US$3,5 millones en 1999, y ahora es del Malba”.
Tarsila do Amaral
“Compré Abaporu en un remate en Christie’s en 1995, por casi un millón y medio de dólares. Una locura de barato, viéndolo ahora en perspectiva. Había ido también un grupo de brasileños y estaban seguros de que iban a comprar la obra, porque Tarsila no tenía tanta visibilidad y los museos no compraban arte latinoamericano. Pujamos bastante. Aunque se quedaron frustrados, ellos habían preparado un cóctel en la suite de un hotel que quedaba en el mismo edificio, sobre Park Avenue, y nos invitaron a festejar. Después presté esa obra muchas veces”.
Antonio Berni
“Manifestación es una obra muy importante que le compré al hijo de Berni, José Antonio, por US$50.000 en los años 90. La tenía colgada en el comedor de un departamento espectacular, un dúplex, donde también tenía La mujer del sweater rojo. Ahora las dos pertenecen al Malba”.
Wifredo Lam
“En 2020 pagué casi diez millones de dólares por Omi Obini, el mejor Lam que apareció en remates y que hizo récord absoluto para el artista. Tiempo después fuimos con Elina a ver en forma presencial algunas obras que habíamos comprado, que estaban en la reserva técnica de Sotheby’s en Delaware. Había algo que no cerraba, me desconcerté. Después me di cuenta de que la habían colgado al revés”.
Xul Solar
“Parte del cuerpo fundacional de la colección fue una gran compra de Xul Solar, a principios de la década de 1980. Trece obras en su mayoría de 1923, que es su mejor año, a una familia argentina. Entre ellas estaba Por su cruz jura, una de las que presté al MoMA en 1993 para una gran muestra de arte moderno latinoamericano curada por Waldo Rasmussen. Viajé a Nueva York para la inauguración. Cuando estoy entrando al museo veo en la vidriera de la tienda habían puesto un montón de catálogos de los más chiquitos, un seleccionado del seleccionado. La tapa estaba ilustrada con esa obra, que había desplazado a las mejores de monstruos como Frida, Diego y Lam”.
Maria Martins
“Compré Lo imposible a una galeria brasileña en 1998, por menos de US$100.000. Creo que es la obra principal de Maria Martins. Es la original, que está hecha en yeso, y el MoMA tiene una más pequeña en bronce. Viajó en camiones desde Brasil, rezábamos para que llegara intacta. Llegó un poquitito averiada, pero la arreglamos”.
Jorge de la Vega
“Aunque la más conocida es Rompecabezas, una de las obras icónicas del Malba, hay otra muy importante que es Music Hall. Imposible de reemplazar. Es la tapa de un libro editado por El Ateneo, se la compré a un coleccionista en 2006 por US$420.000. Es de mi colección y no se muestra mucho porque es un collage muy grande y difícil de mover. Sí se exhibe en la muestra actual otra que no había terminado cuando murió. Ni siquiera tiene título”.
Alejandro Otero
“También se exhiben en la muestra actual del Malba dos obras de la serie Coloritmo (1956/57) que compré en 2021 en una galería de Houston. Lina Bo Bardi tenía otra de esa serie en su casa de vidrio en Brasil y la Colección Cisneros tiene otra, que donó al MoMA. Es un artista cinético venezolano, fundamental en la construcción del movimiento visual en la obra”.
León Ferrari
“El Cuadro escrito es muy importante. Lo presté al Museo Nacional de Bellas Artes para la muestra reciente. También lo presté al MoMA, para una muestra de León y Mira Schendel. Es una obra central para el conceptualismo y para explicar el arte contemporáneo porque no pinta el cuadro, sino que describe la idea del cuadro. Estuve tres o cuatro años intentando convencer a León de que me la vendiera. Finalmente accedió en 2004, creo que por US$80.000. En ese momento era un dineral y Ricardo me retó, porque León todavía no había subido. Pero cómo no vas a comprar, después de los precios que estamos hablando”.
Gabriel Chaile
“El grupo escultórico que representa a su familia estaba en un lugar destacado en la Bienal de Venecia. En teoría ya se había vendido una pieza, pero llamé al galerista y se ve que habló con el artista y con el comprador. Les pareció importante no separar el conjunto. Se va a exhibir de forma permanente en Malba Puertos, en un pabellón especial que se construyó para la obra”.