Posta de Sinsacate: durmió Belgrano, velaron a Facundo y es ahora museo nacional
CORDOBA.- La Posta de Sinsacate –en la que descansó Manuel Belgrano y Juan Manuel Lavalle; pasaron las tropas de José de San Martín; estuvo Martín de Guemes y velaron a Facundo Quiroga- pasó a ser, este año, museo nacional. La decisión la tomó el Ministerio de Cultura de la Nación; hasta ahora era museo “rural”. Para Valeria González, secretaria de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, la modificación es “un reconocimiento y promoción de la jerarquía simbólica” que tiene el lugar en la historia argentina.
A 65 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba, sobre el Camino Real, la casona blanca comenzó su historia en 1762. Carlos Ferreyra, su director y el de la Estancia Jesuítica Jesús María (ubicada a apenas cuatro kilómetros), explica que la resolución de Cultura le da a la posta un estatus “acorde a su importancia”.
“No tenía visibilidad ni en los mapas de cultura pese a ser el lugar donde durmió Belgrano, descansó Guemes y estuvo San Martín. Allí velaron al caudillo Quiroga, asesinado en Barranca Yaco –repasa-. Su historia comenzó en 1762 y funcionó a pleno durante 110 años cuando pasó el ferrocarril y el sistema de postas quedó viejo. Es testigo del período de crecimiento económico, de guerras civiles, de las guerras de la independencia. Incluso el constructor del ferrocarril la alquiló para instalarse. Traspasa distintas etapas; en el patio de atrás hay morteros indígenas. Va desde aquellos tiempos hasta los coloniales”.
Ferreyra plantea que el edificio está en general en “buenas condiciones” y que en los próximos días se hará el llamado a licitación para arreglar los techos de dos salas. Aloja elementos de carruajes históricos –es básicamente un museo orientado hacia la historia de la movilidad, hay incluso un carruaje break que era de una estancia bonaerense de Juan Manuel de Rosas-; también hay recuerdos del asesinato de Quiroga y objetos de familias tradicionales de Córdoba de los siglos XVIII y XIX. La actual gestión habilitó dos salas nuevas, una para exposiciones temporarias y otra para talleres y cursos.
Desde 1986 es la Estancia Jesuítica de Jesús María (también museo nacional), el encargado de la “tutela, investigación, documentación, conservación y restauración, exhibición y difusión de los establecimientos jesuíticos de la época colonial, en Jesús María y Posta de Sinsacate”. En 2020 las estancias jesuíticas de Córdoba cumplieron dos décadas desde que fueron declaradas patrimonio de la humanidad por Naciones Unidas. González señala que, a pesar de las dificultades generadas por la pandemia, la decisión fue “redoblar” los esfuerzos para “realizar la reparación de los techos” de la estancia. Se había caído el de la cocina; estaba realizado en tejas “musleras” (el nombre se debe a que los esclavos las hacían sobre sus muslos).
“Nos movilizó el relato de los equipos que trabajan allí y que están identificados y comprometidos –dice González a LA NACION-. Nos interpeló los que nos dijeron y decidimos no esperar a hacer la reparación teniendo en cuenta el valor patrimonial de la estancia jesuítica. Con la Posta de Sinsacate la decisión de que sea museo nacional es porque forma parte de la propia carnadura de la historia nacional, cruza la historia argentina, engloba lo rural y además incluye significantes hasta la nación moderna; es un reconocimiento de su jerarquía simbólica”. La funcionaria apunta que también se decidió “duplicar” el presupuesto asignado para los dos establecimientos.
COMPLEJO CULTURAL Y TURISTICO
La estancia-museo guarda 16.000 piezas que desde lo aborigen a la numismática. La construcción del edificio data de 1618, aunque Ferreyra detalla que cuando los jesuitas lo compraron ya había algunas paredes levantadas. La orden lo explotó hasta 1767; producían vinos y frutas además de tener un molino harinero en el que trabajaban para terceros. Después de la expulsión de los jesuitas pasa a ser una estancia “del rey” de España; fue administrada por la Junta de Temporalidades que respondía a la Corona española. Una familia mendocina, los Correa, la compra a finales del siglo XVIII pero no son exitosos en su manejo. En 1920 era un conventillo; la terminó expropiando el Banco Hipotecario para cobrarse una deuda y la sede a la Comisión Nacional de Monumentos. En 1941 comenzó su restauración.
La estancia se extiende cinco hectáreas y, además del edificio principal, cuenta con cuatro anexos. “Hemos trabajado intensamente, realizado obras eléctricas, arreglado el alcantarillado y, lo más importante, la restauración de los techos que fue una obra enorme. Lo más importante es que, en todo sentido, quitamos obstáculos para transitar y para hacer actividades”, subraya Ferreyra. La estancia y la Posta de Sinsacate están abiertas de lunes a lunes 16 a 20; la entrada es gratuita y el aforo limitado por la pandemia.
Paola Micolini, Directora de Cultura de Jesús María, enfatiza que la estancia y la posta (aunque está en otra ciudad) generan interés cultural y turístico y atraen visitantes. La Municipalidad trabaja en un proyecto para recobrar parte de las acequias y dos molinos que están fuera del predio nacional pero que se vinculan con las obras jesuíticas. “Uno de los molinos está en lo que era el lugar de acopio de cereales, está destruido y queremos recuperarlo y hacer allí un centro de interpretación”, señala. La iniciativa se la presentaron al ministro Tristán Bauer, quien visitó hace unas semanas la estancia. La ciudad busca apoyos de fondos, también de la Provincia, para poder concretar la idea.
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