Por qué la milagrosa Mama Antula fue la mujer más rebelde de su tiempo
En una sociedad colonial en la que ricos y pobres no se mezclaban, ella invitaba a todos a compartir ocho días bajo un mismo techo, en un clima de oración y reflexión, según una metodología –la de los jesuitas- prohibida tanto por la Iglesia como por el Estado. En una época en la que la compra y venta de personas –los esclavos traídos desde África– representaba buena parte de la economía del Virreinato del Perú, que se extendía desde lo que hoy es Panamá hasta la Patagonia, ella promovía la dignidad de todo ser humano.
Perteneciente a una familia de Santiago del Estero –los Paz y Figueroa–, por cuyas venas corría sangre de conquistadores, renunció a un matrimonio arreglado y al convento, hizo una promesa privada de castidad y pobreza, y siguió un solo mandato: el de su corazón.
A los 15 años, en 1745, dejó todo y se quedó sólo con su nombre de pila –María Antonia– al que agregó un apellido –De San José– tan sui generis como ella misma. La gente sencilla la conocía por el sobrenombre que en el norte daban a las Antonias y por el vínculo maternal que creaba con quien entrara en contacto con ella: Mamá (o mama) Antula. Otros la seguían llamando como habría sido inscripta en algún registro, o no, porque en definitiva nunca se encontró su certificado de nacimiento (y ella evitaba responder cada vez que le preguntaban por el nombre de sus padres).
Desde hace dos semanas se analiza en el Vaticano un presunto milagro obtenido por su intercesión (la curación, en 2017, de un santafesino al que un accidente cerebrovascular lo dejó en estado vegetativo) y que, de aprobarse, convertiría a María Antonia de San José en la primera mujer argentina santa. Habiéndose comprobado otro milagro (la curación, en 1904, de una monja a quien los médicos habían diagnosticado muerte por una colecistitis aguda con shock séptico), fue beatificada en agosto de 2016.
Su vida es contada en Mama Antula. La mujer más rebelde de su tiempo (Planeta) por dos periodistas que comparten facetas esenciales con la biografiada. Cintia Suárez es santiagueña y Nunzia Locatelli, migrante (es italiana y se mudó al país luego de contraer matrimonio con un argentino). Mañana, en la librería El Ateneo Grand Splendid, las autoras presentarán el libro acompañadas por el periodista Román Lejman y el neurólogo Facundo Manes , autor del prólogo.
"Conocer la vida ejemplar de personas como Mama Antula nos permite darnos cuenta y dar cuenta a los demás de cómo nuestros actos pueden tener un gran impacto multiplicador en la sociedad", afirma Manes en su breve texto, en el que también asevera: "Nuestras sociedades necesitan como el agua de estos modelos: personas solidarias, sacrificadas, empáticas y dispuestas a dejar de lado el puñadito de intereses propios e inmediatos. Es lo que nos va a permitir lograr el desarrollo y el bienestar de toda nuestra comunidad".
Tras la expulsión del territorio americano de los jesuitas, con los que María Antonia había conocido la espiritualidad ignaciana, ella encontró su razón de vivir: organizar Ejercicios Espirituales y obras de ayuda social para niños y mujeres abandonadas. Tenía 38 años y no hubo obstáculo que le impidiera cumplir su objetivo en Santiago del Estero, Salta, Tucumán, La Rioja, Catamarca y Córdoba.
"La providencia del Señor hará llanos los caminos que a primera vista parecen insuperables", es una de las frases por la que, según Suárez, más se conoce a Mama Antula y que, interpreta la escritora, le serviría para darse aliento frente a las muchas negativas que tuvo cuando llegó a Buenos Aires, en 1779, tras caminar con un grupo de amigas unos cuatro mil kilómetros desde Santiago del Estero.
"Aquí, en Buenos Aires, primero los niños les tiraron piedras pensando que eran brujas, el Virrey la rechazó y el obispo la hizo esperar nueve meses hasta darle permiso para hacer los Ejercicios", sintetiza Suárez para quien Mama Antula es su tercer libro sobre aquella mujer. El primero La peregrina de los esteros, publicado por la legislatura de la provincia de Santiago del Estero y después por la porteña, en 2014, refleja su inicial investigación sobre Mama Antula que luego, enriquecida por el trabajo conjunto con Nunzia Locatelli, se volcó en Descalza (Santa María).
No obstante las dificultades, para 1788, María Antonia había recibido en sus Ejercicios a setenta mil personas entre los que se incluyeron muchos hombres y mujeres que participaban del movimiento independentista.
Sin un edificio adecuado para la hospedar grandes contingentes de ejercitantes y sin medios económicos más que las donaciones que pudiera conseguir, Mama Antula decidió construirlo. "Pidió ayuda a todos sus conocidos, incluido el gobernador de Córdoba y hasta solicitó limosna a Paraguay", escriben las biógrafas. La Santa Casas de Ejercicios Espirituales, se inauguró en 1795 en avenida Independencia al 1100, a dos kilómetros del Obelisco, y sus gruesos muros continúan hoy propiciando la reflexión y meditación orante. Se conserva la "celda 8" donde vivió y murió María Antonia de San José, en 1799, que puede visitarse todos los primeros domingos a las 16, previa inscripción gratuita y telefónica a la misma Santa Casa. Allí se pueden ver también objetos que María Antonia tenía siempre cercanos, como una sencilla cruz de casi dos metros, hecha con dos finos palitos, que ella usaba casi como un báculo y el "Manuelito" (un pequeño Jesús de mármol recostado sobre una cruz). También se exhibe el altar con incrustaciones en nácar que le regaló la virreina de Perú y otras reliquias.
Para esta nueva biografía las periodistas profundizaron la búsqueda de los documentos aludidos por anteriores investigadores y consultaron la causa para su canonización. Así, describen numerosos hechos inexplicables ocurridos en torno a la santiagueña y dan los nombres de las fuentes que los acreditan. Entre esos prodigios se cuentan situaciones de las más diversas como la multiplicación de comida, la transformación de agua en vino, una lluvia que no la moja ni le apaga el fuego con el que cocinaba en una oportunidad y otros.
En las cartas que María Antonia envió a sus amigos jesuitas exiliados en Europa –algunas de las cuales Locatelli consultó en el Archivo de Estado de Roma– la misma santiagueña cuenta algunos sucesos fuera de lo común: "Cuando estuve en Catamarca fui desahuciada del médico y encomendándome entonces al Sagrado Corazón de Jesús me encontré curada pronto sin ningún otro remedio. A consecuencia de una caída me rompí una costilla, en otra ocasión me disloqué un pie, pero fui curada una y otra vez pro el contacto de una mano invisible".
Para Locatelli, Mama Antula es hoy "un modelo de mujer a mirar en una sociedad en la que hay mucho vacío; es extremadamente líquida y donde uno no encuentra un amparo". Sobre la libertad con la vivió, la periodista concluye que es de "una rebeldía constructiva".
PARA AGENDAR
Jueves 6/6, a las 19, en El Ateneo Grand Splendid, Av. Santa Fe 1860, presentación del libro Mama Antula. La mujer más rebelde de su tiempo, (Planeta), de Nunzia Locatelli y Cintia Suárez. Las autores dialogarán con Facundo Manes y Roman Lejman.
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