Por la Bienal de Arte Joven, el Recoleta volvió a ser una fiesta
El espíritu de fiesta volvió a copar hoy el Centro Cultural Recoleta, a seis meses de su reapertura. Esta vez, la convocatoria fue impulsada por la Bienal de Arte Joven, que anunció los 118 proyectos y obras seleccionados en cinco disciplinas –artes escénicas, visuales, audiovisuales, música y literatura–, entre los 8000 presentados para participar de la próxima edición, entre el 25 y el 29 de septiembre próximos.
Esta cifra superó en un 22% la inscripción de la edición anterior, en sintonía con el crecimiento provocado por el nuevo perfil del Recoleta: desde que reabrió en enero, tras un año en remodelación y con una fiesta que convocó a más de 40.000 personas, la cantidad de visitantes mensuales aumentó un 60% respecto de 2018, gracias a una programación centrada en el público menor de 30 años.
Entre los 18 y los 32 años se ubican los 415 artistas que participarán de esta edición de la bienal. La lista completa está disponible en bienal.buenosaires.gob.ar.
Además de exhibir sus obras y de participar en agosto del Campus Bienal, un programa especial de formación y creación multidisciplinaria, competirán por residencias y programas en instituciones de Nueva York, Madrid, Barcelona y San Pablo, entre otras ciudades de varios países.
Cien de ellos –25 artistas visuales, 15 directores audiovisuales, 15 directores de teatro y danza; 15 bandas y solistas y 30 escritores– exhibirán sus obras en el Recoleta, y se producirán además 18 proyectos: cuatro muestras individuales de artistas visuales, cinco obras escénicas, tres películas, tres discos y tres novelas.
"La cultura tiene un poder transformador en la vida de todos y en especial de las nuevas generaciones", señaló Enrique Avogadro, ministro de cultura de la Ciudad de Buenos Aires, a la que definió como "el centro cultural de Latinoamérica".
"La bienal es un vehículo para que los artistas jóvenes encuentren maneras más poderosas de expresarse", dijo por su parte Luciana Blasco, subsecretaria de políticas culturales y nuevas audiencias del Gobierno porteño, que reflotó en 2013 este proyecto iniciado en 1989.
Dentro de la ciudad, el mítico Recoleta aspira a convertirse ahora en el lugar de referencia del arte joven con espacios gratuitos para estudiar, hacer reuniones de trabajo y practicar incluso break dance y hip hop.
"La que hasta el año pasado fuera una casa de arte y cultura más bien expositiva y con criterio museístico -afirman desde el gobierno-, se convirtió este año en un espacio vivo que apuesta a la convivencia de todas las expresiones culturales y jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires."
El cambio de perfil no estuvo exento de polémica. Tanto la nueva programación como la intervención de la fachada del edificio, Monumento Histórico Nacional, provocaron críticas de vecinos, artistas, arquitectos y expertos en patrimonio.
Muchos consideraron que se desvirtuó el sentido que tuvo el centro cultural desde su creación en 1980, cuando fue concebido como un centro para la experimentación en artes visuales, así como una vidriera para los artistas de todas las provincias. Exhibir en la sala Cronopios, una de las más destacadas del país, llegó a ser un hito consagratorio en la carrera de los artistas más relevantes del país.
"Que las artes visuales hayan pasado a estar detrás del hip hop es una situación que me da náuseas", llegó a decir indignado Jacques Bedel, uno de los autores del proyecto del Recoleta –un antiguo asilo remodelado en 1979– junto con Clorindo Testa y Luis Benedit.
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