Por amor al cine y las letras, Tamara Horowicz busca la conexión con su propia infancia
Formada en la Universidad del Cine en la carrera de realización cinematográfica, Tamara Horowicz encontró la manera de que su amor por el cine y las letras se fusionaran en cada historia. "Con las palabras también intento crear imágenes", confiesa la autora de El sueño de los durmientes (Destino), novela con la que se animó a dar el salto al público juvenil – antes había publicado cuentos y la novela para chicos Camilo y el misterio del espejo (Galerna)–, y se permite ofrecer ciertos guiños a los cuentos clásicos. "Caperucita roja es la primera y más evidente referencia de El sueño…, era el cuento por excelencia que me narraba mi abuela Esther. A mí me encantaba que me lo contara una y otra vez, porque siempre lo hacía como si estuviera inventando la historia para mí –describe la escritora nacida en Buenos Aires en 1982–. La escuchaba con la adrenalina de lo nuevo y el disfrute de lo que ya se conoce. En la novela hay guiños y homenajes a las primeras novelas de mi infancia. Son las que me formaron, las que me hicieron pensar en los vínculos y su complejidad, el amor, la amistad, la muerte. Los grandes temas que nos desvelan a todos y por supuesto también a los chicos. Heidi fue una historia amada de mi infancia y la tuve muy presente durante todo el proceso de escritura; igual que Alicia en el país de las maravillas, Las crónicas de Narnia, Cenicienta, La bella durmiente, Blancanieves, Hansel y Gretel, con estos últimos, la voz de mi abuela estuvo presente mientras escribía. También fue clave, en mi vida y para la escritura el libro de cuentos rusos El pájaro de fuego, que heredé de mi hermano mayor, y que todavía me reclama cuando lo ve en mi biblioteca".
A pedido de su madre y sin el menor entusiasmo, Clara viaja a Vasra con una valija marrón y una canasta llena de provisiones para su abuela que está en enferma –puede leerse en la contratapa del libro recientemente editado–. Desde que sube al tren en la estación de Auks, donde vive, empiezan a pasar cosas extrañas: los límites entre el sueño y la vigilia comienzan a diluirse.
–¿Qué te llevo a escribir para un público juvenil? ¿Cuál fue la búsqueda?
–Quise probar algo diferente que con Camilo y el misterio del espejo. Experimentar con una mayor cantidad y diversidad de personajes. Mi cabeza de guionista me hace pensar primero en la estructura que va a contenerlo todo. En el caso de El sueño de los durmientes, pensé en acudir a la estructura del viaje que transforma al héroe; en este caso, una heroína. Después me pasó algo muy particular, al menos para mí, porque así no me había pasado hasta ahora: fui encontrando la historia a medida que la escribía. Lo primero que apareció, en las primeras tres o cuatro páginas fue el lugar al que Clara, la protagonista, se veía obligada a viajar a una tierra a la que no llega el sol. A partir de esa imagen de Vasra, ese pueblo imaginario, fue que hilvané todo lo demás.
–¿Cuánto influyó en tu escritura ser docente del seminario de Literatura y Cine del Colegio Ecos?
–No sé a ciencia cierta cómo ni cuánto me influyó la docencia. Pero sin dudas un acercamiento teórico y analítico a la relación entre la literatura y el cine es absolutamente nutritivo para mí.
–¿Te enriquece como creadora el contacto con estos jóvenes?
–El contacto con los adolescentes es siempre sorprendente y enriquecedor. Básicamente admiro a todos los chicos y chicas que pasaron por el seminario: su claridad, o su interés, o su originalidad, su entrega o su manera osada de mirarnos pidiéndonos que les demos más, que les mostremos algo que realmente los impacte. Cada uno de ellos tiene algo de eso u otra cosa especial que no podría describir.
–Cuando uno coloca tu nombre en el buscador aparecen diferentes obras, algunas como realizadora cinematográfica, otras como guionista (cine, tele, radio). ¿Cómo aparece la necesidad de publicar tus primeros cuentos?
–Mis primeros cuentos para chicos se editaron en un manual de Kapelusz y otros en Edelvives. Por ese entonces, hace más o menos diez años, yo venía de hacer mi primer trabajo profesional con la escritura, que fue escribir y dirigir con una colega y amiga (Ximena Espina) un policial radial. Un radioteatro de género, que constó de 15 episodios de una hora. Fue después de eso que me di cuenta de que la escritura podía ser, y quería que fuera, un medio de expresión y de vida. En ese momento, otro amigo, Diego Di Vicenzo, trabajaba en la dirección editorial de Kapelusz y me dijo: Estamos necesitando cuentos de terror para chicos entre 6 y 8 años, ¿te animás a escribir algunos? No sé bien por qué pensó que yo podía hacer eso. La propuesta me sorprendió, pero también me entusiasmó. Nunca había escrito para ese público, y tampoco escribía literatura de manera profesional; aunque no lo parezca a simple vista, el guión es diferente. Acepté y escribí primero uno o dos cuentos. Se los mostré a Diego, y me pidió tres cuentos. Después me encargaron algunos para Edelvives. Así fue el inicio, y así descubrí que la escritura es un oficio y que hablarle a los chicos me resultaba muy natural.
–¿Qué es lo que más te gusta a la hora de escribir para niños?
–Después de hacer esos cuentos, entendí que disfrutaba mucho escribir para chicos. Tengo una conexión muy fuerte con mi propia infancia. Un recuerdo muy nítido, presente, de mis sensaciones de infancia, mis gustos, mis miedos, mis deseos. De alguna manera es como si le escribiera a la niña que fui. Además creo que escribir para chicos te da una libertad enorme. Los chicos tienen menos prejuicios y a la vez son más rigurosos que los adultos. Si algo no les cierra, no siguen por compromiso, si no los convences, no va. Y eso te exige, en el mejor de los sentidos. Pero al mismo tiempo, si el relato está bien construido podés contarles cosas que los adultos descartan porque creen que ya no les interesan.
–Luego diste el primer paso hacia la novela, con Camilo y el misterio del espejo ¿Cómo surgió este desafío?
–Personalmente creo que la estructura del cuento es bastante más compleja que la de la novela. El tiempo para desarrollar a los personajes es mucho menor y tenés que pensar una trama acorde a ese tiempo. Suelen ser historias de mayor impacto. Obviamente que los relatos más largos, como las novelas, tienen otras dificultades. Básicamente quería probar cuáles eran esas dificultades y convivir más tiempo con los personajes y su universo, a ver qué pasaba. Camilo y el misterio del espejo fue la primera experiencia. Como mi formación es de guionista, venía acostumbrada a trabajar con escaleta, es decir con una estructura lo más completa posible de la historia, que luego se desarrolla. A Camilo lo trabajé así. Boceté la historia general, pensé en una estructura simple que pudiera manejar y después desarrollé la novela en el marco de un taller que hice con Oliverio Coelho.
–Ambas novelas son muy visuales, obviamente tiene que ver con tu formación. ¿Imaginas tus historias en el cine?
–¡Si! Desde ya que me las imagino en el cine. Creo que eso ayuda mucho a la lectura, sobre todo para los chicos. No sigo mucho lo que se hace para chicos en cine a nivel nacional y me gustaría responder tu pregunta nombrando directores argentinos, así que voy a nombrar a tres que admiro, aunque están por el momento lejos del universo infantil, como Lucrecia Martel, Luis Ortega o Diego Lerman. Pero si de soñar se trata, creo que Tim Burton podría hacer una muy buena versión de El sueño de los durmientes, aunque me gustaría participar en la adaptación del guión.
–¿Considerás que la literatura LIJ argentina está ganando espacio?
–No sé muy bien a nivel ventas cómo funciona el mercado. Lo que si estoy segura es de que hay un montón de chicos y chicas que leen y que tienen ganas de consumir ficciones. La LIJ está ganando espacio y si bien las sagas extranjeras tienen un gran público, no sé si eso nos hace mal a los autores argentinos, porque en definitiva son chicos y jóvenes leyendo y eso es lo importante, primero para ellos y después para nosotros, los autores. Hay muchísimos y muy buenos escritores nacionales, por eso es tan importante tener espacios para difundir lo que hacemos.
–¿Estás trabajando en una nueva obra?
–Estoy empezando a armar la que será una precuela de El sueño... También tengo ganas de trabajar en un libro de cuentos, aunque por el momento solo tengo algunas ideas anotadas.
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