Poesía sobre dos poetas
SYL & TED Por Carmen Iriondo-(la marca)-63 páginas-($ 10)
La historia de la pareja Sylvia Plath-Ted Hughes se ha convertido en un mito para los amantes de la poesía y, claro, para sus biógrafos. La gran poetisa norteamericana es crecientemente admirada, tanto por su obra (por ejemplo, su emblemático poema "Daddy", homenaje rebelde y a la vez devoto a su padre, Otto Emil) como por su vida, que comenzó en 1932 y concluyó trágicamente en 1963, cuando se suicidó aspirando el gas del horno. Al inglés Hughes (1930-1998), poeta no menos relevante, laureado en su país y reconocido mundialmente en los últimos años, le tocó revisar y editar el Diario personal de Sylvia al que expurgó en tramos cruciales; también escribió el epitafio para la tumba de su mujer, a la que consagró poemas tan bellos como intensos. Antes, la había abandonado por la esposa de un poeta canadiense.
Estos datos mínimos resultan necesarios para referirse a Syl & Ted, de Carmen Iriondo. Como señala Luis Chitarroni en el texto introductorio, en este libro "los personajes se mueven dentro de pequeños encuadres donde una, dos, tres subjetividades llevan a cabo una operación dramática". Aunque el poemario se subtitule Poemas para una biografía interpersonal, los poemas, concebidos al modo de postales líricas, se elevan sobre la mera glosa biográfica y no se limitan a ser una semblanza más o menos lograda de sus protagonistas o de quienes los acompañaron en su trayecto. Cada poema se vuelve parte de un todo imprescindible y, al mismo tiempo, vale per se, como una estampa congelada en un flash dramático. Estampas poéticas donde un lenguaje de reminiscencias gongorinas instaura el tiempo del misterio, de lo imaginado por la autora y no dicho por las biografías.
Asimismo, cada uno hace tándem con las breves notas (incluidas en páginas enfrentadas) en las que Iriondo resume momentos clave para las vidas de Sylvia y Ted: entre otros, se recuerdan sucintamente los papeles desempeñados por la madre y el padre de la poeta, aparecen los hijos, los médicos, la infidelidad de Ted, la pobreza sufrida por la pareja durante los primeros años en Londres, detalles íntimos, frases extraídas de reportajes, el suicidio. Las ilustraciones de Kalil escoltan dignamente esta poesía por instantes hermética y fragmentada y al mismo tiempo ricamente flexible, cuyos versos recrean aquellos episodios a través de la peculiar lengua poética de Iriondo: "Atendiste el tubo en todo su negror. Sobre tu ceño/ fatal se tatuó La Traición, la de la voz trucada,/ ¿Está el Sr. Hughes? Clandestino deseo de tomarte// de idiota. Voy a quemarte todo en una pira santa,/ tus papeles tesoros de poemitas sonsos pero también/ los buenos, los que enroscan a las reptiles, aspirantes// a Sylvias. Voy a quemarte los pelos. Uno a uno".
Syl & Ted, tal como observa Chitarroni, es una "Obra imprevisible de una poeta que se detuvo a estudiar poetas en estado de desintegración, sin el candoroso propósito de sacar conclusiones".
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