El remordimiento
Por Jorge Luis Borges
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
humano de las noches y los días,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.
Publicado el 21 de septiembre de 1975 e incluido luego en La moneda de hierro, de 1976.
Un viejo
Por Baldomero Fernández Moreno
Junto a sus muchos años
florecía mi infancia,
como al pie de un gran roble
una florcita blanca.
Aun veo su figura,
trataré de evocarla.
Perfectamente limpia
la vestimenta parda;
los zapatos holgados
y la boina ajustada.
El pelo blanco y corto,
rasurada la barba,
los ojillos muy vivos,
voluntariosas las quijadas,
mucha vida interior
y parco en las palabras.
Muy hombre de su hogar,
cenaba y se acostaba.
¡Nunca le viera el sol
holgándose en la cama!
Los domingos, la iglesia,
y el concejo, en la plaza.
Tal partida de bolos,
de mús, si se cuadraba.
Era entendido en todo:
jardinero en su casa,
labrador en los campos,
pastor en la montaña.
Era su hacienda mucha,
mas siempre trabajaba.
Conocía al dedillo
las hierbas que sanaban
y componía huesos
por ciencia no estudiada.
Era la fortaleza
aunada con la maña,
y si daba consejo,
en su boca delgada
revolaba una abeja
y era entonces la gracia.
Nunca quiso apartarse
de su casona aldeana;
amaba demasiado
aquellas piedras agrias,
aquellos ríos broncos,
aquellas nieves cándidas,
los altos trigos rubios,
las eras de esmeralda…
Pastor y labrador,
a la manera hidalga,
herbolario, algebrista,
fue padre y patriarca.
Nació, vivió, murió
dentro de un pueblo
y dentro de una raza.
De aquella piedra enorme,
de aquella encina magna,
voláronse los hijos
a tierras ignoradas.
De la paterna fuerza,
de su energía estática,
para andar por la vida
ellos se hicieron alas.
Publicado el 2 de mayo de 1920.
Por Alfonsina Storni
Para fin de septiembre,
cuando me vaya,
urraquita, el que quiero
vendrá a tu cátedra.
Dile a tus amigos,
los durazneros,
que carguen
su florero.
Y al almendro
que con gasas
cerque
su casa.
Y a aquel árbol sin nombre,
de espejos negros
que leonados se tornan
bajo los vientos,
que eche por su bocaza
una gran rama rosa
si cerca pasa.
Al río que remueva
sus terciopelos:
yo le conozco algunos
cobalto y hierro.
A mi flauta,
Mi rana,
que a lo Debussy toque
bajo su cama.
En este mismo cuarto
será su sueño
y la misma persiana
le hará su cuento:
"Pasando el río grande,
esa que te ama
no se muere…
verdea como las ramas."
Publicado el 16 de octubre de 1938. Storni le dijo a Margarita Abella Caprile que podía ser el último. Sin embargo, llegó después otro, póstumo.
Voy a dormir…
Por Alfonsina Storni
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides… Gracias… Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
Miércoles 26 de octubre de 1938. El domingo por la noche llegó a LA NACION este poema, entregado al correo en Mar del Plata. El sobre no contenía sino el original de la que, por un designio ahora evidente de la autora, era una colaboración póstuma.
¿Por qué los elegimos?
Imprimir poemas en las páginas de un diario puede parecer ahora una idea ingenua o extravagante, pero fue una de las señas de identidad de LA NACION. Formaba parte del diálogo con los lectores, que conocieron así estos textos que están entre los más importantes y celebrados de los tres poetas. En el caso de Borges (que ya había publicado en el diario "Poema conjetural"), "El remordimiento" es uno de los poemas más citados. Lo mismo puede decirse de "Voy a dormir", de Storni.
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