Plagio con final feliz: copiaron un cuento de Hernán Casciari, le pidieron que no hiciera juicio y él autorizó la publicación
“Cualquiera puede hacer lo que quiera con mi obra”, dice el autor, que protagonizó una historia insólita con una editorial mexicana que había premiado un relato igual al suyo
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“El cuento que aparece en la página 11 de este libro, firmado por Arturo Méndez Osorio, se parece bastante a un relato mío llamado ‘Diario de amor durante una catástrofe’. Ambas historias tienen la misma cantidad de palabras y todas están ubicadas en el mismo orden. Las organizadoras de este certamen sospechan que Osorio ha cometido plagio, pero a mí me ilusiona pensar que sido solo una casualidad. En caso de que no, vaya mi enhorabuena a Luis Martínez Andrade, porque su cuento ‘Hofstade’, de la página 21, ha resultado el verdadero ganador del concurso”, se lee en una fe de erratas firmada por el escritor y editor Hernán Casciari.
Al cuento ganador lo firmaba un tal Arturo Méndez Osorio, y era realmente un cuento mío de 2006. Cuando las editoras se enteraron me pidieron que por favor no les hiciera juicio, y me prometieron que iban a retirar la partida de libros, incluso perdiendo plata. (+) pic.twitter.com/HGajLIazOF
— Hernán Casciari (@casciari) June 7, 2023
El autor y editor contó en su cuenta de Twitter que semanas atrás lo habían contactado, “muy tristes”, dos escritoras mexicanas de la editorial Tinta y Sal: Cynthia Ortiz e Isabel Hernández. “Su editorial había hecho un concurso de cuentos y se había editado un libro hermoso con los ganadores -tuiteó Casciari-. Cuando todos los volúmenes ya estaban impresos, alguien notó que el primer premio era un plagio. Al cuento ganador lo firmaba un tal Arturo Méndez Osorio, y era realmente un cuento mío de 2006. Cuando las editoras se enteraron me pidieron que por favor no les hiciera juicio, y me prometieron que iban a retirar la partida de libros, incluso perdiendo plata”.
Pero Casciari decidió tomarlo con humor filosófico y metaliterario y que muchos compararon con el Borges de “Pierre Menard, autor del Quijote”, publicado por primera vez en 1939, en la revista Sur. “Les dije que el plagio es, en realidad, un homenaje secreto que hacen algunos sin darse cuenta, y que les mandaría una tarjeta con una ‘Fe de erratas’ para que la incluyan en el libro. Y así fue como las editoras, con alivio, no perdieron plata y todo tuvo”. Acompañó su último tuit con el hashtag #FinalFeliz”. El cuento “ganador”, fechado en septiembre de 2006, está incluido en el libro Los consejos de mi abuelo facho y se puede leer en este enlace.
En diálogo con LA NACION, Casciari dice que toda su obra tiene unas condiciones de copyleft. “Es decir que jamás se me puede plagiar, cualquiera puede hacer lo que quiera con mi obra. Salen uno o dos libros por año en diferentes países con cuentos míos y no cobro regalías ni las pretendo porque todo el mundo puede hacer obras derivadas de mis libros, de mis cuentos. Pueden hacer películas, obras de teatro o lo que quieran sin cobrar. Tengo una política muy específica respecto a la propiedad intelectual”.
El caso más rimbombante de plagio a Casciari fue la película In Time (El precio del mañana), de 2011, dirigida por Andrew Nicol. “Al mes me empezaron a llegar mails de abogados norteamericanos, que son muy litigantes, que me decían que se corría el rumor de que estaba basado en un cuento mío de 2005, ‘Tarifa plana de porro y otros avances’, y que no me habían pedido autorización. No les hice caso, pero vi que la película tiene nueve escenas calcadas del cuento”.
Cuando a alguien le llega su Pierre Menard, es que ya está jugando el partido de los históricos. Este tipo es genial. https://t.co/IRLkrcMevW
— Juan Pablo Pesantes (@JPPesantesBriz) June 7, 2023
El plagiario había titulado “su” cuento “Diario”; así aparece en la antología Sinvergüenza, lanzada en febrero de 2023 -el título del libro ya es una paradoja completa- y que reúne quince relatos enviados al primer concurso de cuento corto del sello que habían resultado finalistas. El libro tiene 150 páginas e ilustraciones originales de Sergio López Jiménez.
Según informa al apasionante Al margen del texto. Sobre índices, glosarios y el universo paratextual (Ampersand), de la investigadora Ann M. Blair, la fe de erratas es una de las novedades que introdujo la imprenta en el universo de la edición, a principios del siglo XVI. Una vez publicado el libro, los editores comenzaron a insertar una fe de erratas que presentaba una lista de las erratas detectadas a posteriori (es también un paratexto efímero, a diferencia de un índice o un prólogo, porque se presume que en las nuevas ediciones de los libros los editores corrigen las erratas). No debe confundirse con “fe de errores” que alude a las informaciones erróneas que aparecen en diarios y otras publicaciones periodísticas.
“Esas listas a veces estaban precedidas por un breve texto que culpaba a las imprentas negligentes o a un autor que había proporcionado un manuscrito descuidado, o que no había corregido las pruebas -detalla Blair-. Ese texto también podría ser una oportunidad para halagar al lector y disculparse por no enumerar todos los errores”. Quizás por primera vez, un escritor argentino ha encontrado una función literaria y a la vez humorística a la antipática “fe de erratas”.
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