Pinturas giratorias y rituales de caverna en una visita al MArCo, el único museo abierto en la ciudad
Hasta hoy, más de sesenta personas, entre ellos varios coleccionistas, recorrieron las dos salas de exposición del único museo abierto en la ciudad de Buenos Aires: el Museo de Arte Contemporáneo de La Boca (MArCo), situado frente a la altura de Dock Sud de la autopista Buenos Aires-La Plata y en el corazón del Distrito de las Artes. Aunque el número de público parezca escaso después de largos meses de aislamiento social, preventivo y obligatorio, el ecosistema del arte local da sus primeros signos de renacimiento a medida que asoma la "nueva normalidad". Al contar con una habilitación del gobierno de la ciudad de Buenos Aires similar al de las galerías, en este museo privado que nació en la primavera de 2019 gracias la donación de la Fundación Tres Pinos se inauguraron por fin las dos muestras que estaban previstas para mediados de marzo: #Bomba de Brillo #Espectacular, de Cynthia Cohen, en la planta baja, y Futuras cavernas, de Ana Clara Soler, en el segundo piso. A diferencia de las galerías, en el MArCo no se hacen transacciones comerciales.
Con los protocolos sanitarios correspondientes, es posible recorrer entonces, de lunes a viernes, de 14 a 18, y con barbijo, estas dos muestras de artistas argentinas de la generación intermedia. Varios días a la semana, Cohen (representada por las galerías Pasto y MCMC) y Soler (del equipo de Miranda Bosch) acompañan a los visitantes en visitas guiadas. Para formar parte de los selectos grupos ávidos de arte, de no más de seis personas en cuatro turnos por jornada, se debe reservar en forma previa la visita, en función de la terminación del número de DNI; otra condición es que los visitantes deben tener domicilio en la ciudad de Buenos Aires. Como prescriben las normativas impuestas por el Covid-19, está prohibido tocar las obras y la entrega de tarjetas, textos de sala y catálogos se ha reemplazado por las ingrávidas versiones digitales. Las actividades interactivas, que ambas muestras propician, tuvieron que ser postergadas. Con su carácter imprevisible, la pandemia fuerza cambios en la escena del arte.
#Bomba de Brillo #Espectacular, al cuidado de Florencia Qualina, reúne ocho pinturas giratorias y de gran formato de Cohen. Mediante un artilugio técnico que la artista ideó con Jorge Ibaceta, herrero del MArCo, las pinturas, compuestas como dípticos con imágenes invertidas, pueden rotar como en una rueda de la fortuna. Si bien cada obra es, en principio, dos obras o fragmentos de obras, se perciben destellos de trabajos anteriores de la artista, como los gigantescos retratos al óleo de animales en vías de extinción, detalles de piedras preciosas sobre telas o el tributo al pintor de La Boca, Juan Carlos Faggioli, abuelo materno de Cohen. "El primer sentido de las pinturas rotantes fue pintar en una misma obra parte del desdoblamiento que siento como pintora: por un lado, a la manera pop, con pincelada abierta, gestual y, por otro, pintar paisajes y naturalezas muertas", dice Cohen.
Concebidas como golosinas visuales, sus pinturas rotantes incluyen paisajes serranos o ribereños, motivos florales, ornamentos y citas figurativas de artistas como Roy Lichtenstein. El montaje en el espacio de la sala permitió que las obras abandonaran su lugar habitual dentro de una exposición (las paredes) e invita a los asistentes a desplazarse entre ellas.
Según Cohen, asumir riesgos a la hora de ver arte durante la pandemia agrega cierto carácter épico a esa decisión. "Las obras estaban ahí, esperando ser miradas -destaca-. Los encuentros pautados al museo son hermosos y potentes. Se habla primero de cómo estamos llevando este tiempo raro, una necesaria minicatarsis. Poder verse en un espacio diferente del doméstico es muy valorado y las devoluciones y mi escucha en relación con la muestra son genuinas, atentas y pensadas".
Rituales para exorcizar el apocalipsis
"Futuras cavernas concentra una investigación que empecé hace años -cuenta Soler-. Aunque la producción de las obras que la conforman haya comenzado en julio de 2019, la recolección y el interés por símbolos, grafismos y dibujos de distintas culturas y tiempos, en diálogo con la curadora Tainá Azeredo, empezó en 2015. Con esta muestra, gracias también al amplio espacio físico de la sala, pude llevar a cabo dispositivos expositivos que hace rato deseaba concretar".
Subtitulada Herramientas para una obra de teatro, la muestra (motivada por un poema que Soler escribió luego de una noche oracular con amigas) se perfila como un relato de ciencia ficción feminista, en el que un grupo de mujeres desarrolla rituales caseros y trascendentes, narra historias pasadas y por venir, crea indumentarias, alfabetos, juegos de naipes y banderas en el marco de una cueva (que es la sala). Soler había previsto realizar una serie de performances que, como el momento actual, quedaron en suspenso. Para ella, la muestra cobró otros sentidos con la irrupción de la pandemia. "La mirada no puede ser la misma después del confinamiento -conjetura-. Ese lugar que imaginé encendido y lleno de gente es ahora transitado por muy pocas personas, en visitas íntimas de charlas extensas. Ese espacio que estuvo cinco meses montado pero deshabitado se me aparece hoy como detenido en el tiempo, siendo descubierto por un grupo de exploradores que se dedican a observar y absorber cada detalle de cada pieza". Acuarelas, cerámicas, túnicas, máscaras, tótems y objetos cuyo función se revela solo con la práctica pueblan esta caverna que, a su modo, prefigura un plan de acción utópico en medio de la catástrofe.
Más información
El MArCo está ubicado en la avenida Almirante Brown 1031 y para solicitar un turno hay que enviar un correo electrónico a info@fundaciontrespinos.org, con nombre completo y DNI. Ambas muestras se pueden visitar hasta el 10 de octubre.
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