Pintores tucumanos rinden tributo a un maestro, con cariño
En la tradición de Carlos Alonso y Lino Spilimbergo, la muestra “La función de la utopía” pone en diálogo la obra de una generación de jóvenes artistas con Carlos Alcalde, el hombre que les enseñó a pintar
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En el Museo de Arte Contemporáneo de La Boca (MARCO) hay un encuentro de artistas jóvenes de Tucumán con obras de grandes nombres de la colección de la Fundación Tres Pinos, como Antonio Berni, Lino E. Spilimbergo, Carlos Alonso, Eduardo Audivert, Marcia Schvartz, Luis Felipe Noé y Josefina Robirosa. Pero para esta nueva generación de pintores es quizá tanto o más importante la presencia de un maestro en todo sentido de la palabra: Carlos Alcalde les enseñó a pintar.
Al frente del Taller Rotativo de segundo año de la Licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) durante décadas, hoy, a los 75 años, vive recluido en su casa, que es como un museo a puertas cerradas que guarda un tesoro, su obra: poderosa, perfecta, impactante. Sus collages y cuadros se convierten en materia viva y suman palabras, gestos, se vuelven esculturas y regresan al cuadro. Intimista y desbordante a la vez. No se puede explicar: hay que ver la obra de Alcalde, y ya se la distingue para siempre. “Es considerado el último maestro tucumano. Es un adicto a la utopía, sueña mundos”, dice la curadora, Cecilia Quinteros Macció. No viaja, no le gusta exponer y tampoco vender, pero aceptó participar en esta exposición por la compañía de sus alumnos más brillantes.
Hay escuela. Y un semillero que se nutre de una tradición que continúa siendo provechosa. Basta recordar que en 1950 el mismo Alonso, mendocino, se radicó en Tucumán para formarse con Spilimbergo en la UNT: la muestra comienza por un retrato hecho por el ilustre alumno a su maestro. En la exposición hay artistas con un gran recorrido hecho, como Sandro Pereira (con una pintura de su hijo en un paisaje provincial) o Valeria Maggi, más abstracta. Gabriel Chaile, hoy convertido en una estrella global, aparece con pequeñas pinturas azules, también de su paisaje, y es sujeto de retrato facetado de la pintora Sonia Ruiz, virtuosa, profunda, varias veces vista en arteba.
“La función de la utopía –así se llama la muestra– es una excusa para pensar los procesos que atraviesan a las personas cuando desean mejorar el mundo. La conexión con el pasado te ayuda a mirar el hoy, y eso se ve en Alfredo Frías, que retrata la habitación de San Martín o en el retrato de Gumier Maier por Sandro Pereira”, explica Quinteros Macció.
Frías es artista de la galería Gachi Prieto, y en su recorrido describe una historia de la educación en el arte: “Estoy particularmente contento por exponer con Alcalde. Hay algo de la figura del maestro que persiste en Carlos que me parece encantador. Yo me crie en un momento en que se estaba construyendo la escena contemporánea en Tucumán y la figura del maestro no estaba tan valorada porque se vinculaba a un tiempo anterior, en el llegaban a Tucumán estudiantes de todo el país para aprender de grandes figuras. Yo soy clásico, de la pintura de caballete, bien hecha... Carlos tiene que ver con eso. Es insistente en el hecho pictórico, en el oficio. Hice el Taller C, luego, con Carlota Beltrame, Marcos Figueroa y Geli González, fabulosos también, más conceptuales, y con ellos terminé de hacer mi propio mix”.
Otro núcleo es el análisis del territorio, donde brillan como frutos de otras tierras el bosque de Robirosa, el árbol de García Uriburu o las témperas de paisajes santiagueños de Berni. Ya de vuelta en el Jardín de la República, Demetrio Iramain pinta a los habitantes del cerro (es descendiente del escultor del Cristo Bendicente del Cerro San Javier, de Juan Carlos Iramain). Emiliano D ́Amato Mateo, las yungas. La línea de horizonte, de María Rosa Mamana, remite a esa idea de Eduardo Galeano, que dice que la utopía está en el horizonte, más camina, más se aleja. “Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.
En ese andar, hay artistas muy conocidos en el NOA, como Nelson Velardez Lai, joven y premiado pintor del pueblo de Trancas. Los muralistas Ruido, Verónica Corrales y Fernando Gallucci, tienen más de cien obras en el espacio público. “Intervenimos espacios en situación de abandono y embellecemos la provincia. Hemos querido traer ese paisaje a los bastidores, la esencia de la calle en pequeño formato”, cuentan. Son pinturas de escenas de barrios y de ellos mismos pintando paredes. “Alcalde ha sido un gran profesor. No puedo creer estar exponiendo con él. Soy santiagueña, y amo Tucumán, donde hay un semillero de artistas. Orgullosa de estar en esa provincia”, cuenta Corrales.
Lautaro Sotelo hace una poética del puchero, entre otros artistas que en la planta alta del MARCO bucean en el campo interior o el autoconocimiento, y en la mirada crítica a lo social. Eugenia Correa problematiza la figura de la mujer en la pintura y, también, hace reconocimientos. “Tucumán tiene muchas horas de taller –explica–. En esos intercambios uno tiene estos préstamos, citas y afectos que nos arraigan al Norte. Yo dialogo mucho con la obra de Alcalde, maestro mío, y pienso que los tributos es bueno hacerlos en vida. Nosotros tenemos que continuar con las postas y tenemos que tener en claro cuáles son nuestras influencias para poder seguirlas. Los libros de historia no se escriben solos. Si no recordamos, todo se borra. Honrar los vínculos. Entiendo el arte como una suspensión del paso del tiempo”.
Para agendar
La función de la utopía, MARCO, Museo de Arte Contemporáneo de La Boca, Avenida Almirante Brown 1031. De miércoles a domingos, de 11 a 19. Entrada: $400, estudiantes; $600, residentes; $1000, Mercosur, y $2000, resto del Mundo.
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