Pintor de palabra
Volver a mirar la obra de Alfredo Hlito en la galería Jorge Mara*La Ruche depara el placer del reencuentro con un artista que eligió hacer propio un universo constructivo y americano
La generosidad de la coleccionista Silvia Braier en la jornada inaugural de la última edición de arteBA puso nuevamente la obra de Alfredo Hlito en primer plano. En realidad, la severa austeridad de su pintura, que deriva de la curva a la línea, y viceversa, nunca perdió vigencia ni protagonismo.
Se diría de Hlito que es de esos artistas que establecen de entrada los márgenes del devenir de su hacer: constructivo, concreto y regido por una matriz arquitectónica. Esa íntima tensión se percibe cuando la pintura y el boceto previo están colgados en pendant como ocurre en la excelente muestra de Jorge Mara-La Ruche. El galerista como curador ha reunido obras de procedencias privadas, incluidos varios trabajos de una exquisita pinacoteca anclada en Tigre.
La noticia de la donación de la obra de Hlito a Malba seguramente entusiasmó a Marcelo Pacheco, curador jefe de la institución de Figueroa Alcorta y San Martín de Tours, en recuerdo de los viejos tiempos en el Museo Nacional de Bellas Artes junto a Daniel Martínez y la muestra que el platense organizó en los tempranos años ochenta.
Hlito es una rara avis . Se inició con los concretos en un momento liminar del arte argentino, pero decidió seguir solo ante el debate abierto en torno del marco recortado. Su adhesión a la pintura es definitiva y lo recuerda María Amalia García en el prólogo del libro editado por Jorge Mara y Rabobank International.
"En mi vida -escribió Hlito en 1978- elegí tres veces la pintura. Primera vez, cuando decidí pintar. Segunda vez, cuando me opuse a la adopción del cuadro recortado. La tercera vez, cuando alguien me dijo que después de haber pintado los Espectros debía pasar a otra cosa, no ya con los medios de la pintura sino empleando cuadraditos de plástico transparentes."
¿Quién habrá sido el consejero?
Mirando las fotos de Hlito en el archivo de La Nacion y releyendo los textos de Rafael Squirru y Jorge López Anaya se advierte en este hombre de porte elegante, que desconfía de la elocuencia en todos los planos, a un artista dominado por una convicción. Alguien capaz de experimentar de manera gozosa el itinerario de la línea. El rulo exquisito de su pintura Tres temas tangentes (1954), que ilustró la tapa de la muestra de abstracción organizada por Fundación Proa y que forma parte de una importante colección privada, tiene la categoría de una obra maestra. En esa etapa, Hlito se inscribe en una estética geométrica; su pintura es lisa, sin accidentes y controlada, en las antípodas del gesto y del expresionismo. Ese nudo gordiano explica su genialidad. Otro tanto sucede con las Volutas de tinta china del año 57, aventura formal y espacial. La exposición reúne papeles y pinturas de distintos momentos, hilvanadas por una misma idea, una estructura ligada al oriental Torres García, pero también legado americanista de figuras totémicas.
Alfredo Hlito (Buenos Aires, 1923-1993) estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y fue cofundador de la primera avanzada de Arte Concreto Invención, en 1945, con Tomás Maldonado, Jorge Brito y Claudio Girola. Participó en la II edición de la Bienal de San Pablo y en la XXVIII Bienal de Venecia. Casado con Sonia Henríquez Ureña, hija del recordado escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña, tan frecuentado en mis años de Filosofía y Letras), el artista escribe con la misma seriedad con la que pinta. Resultado de esa doble vocación son los Documentos de arte contemporáneo, editados por Nueva Visión casi en simultáneo con su primera exposición en la galería Van Riel, en 1952.
Hacia mediados de los años cincuenta, Hlito avanza en sus exploraciones formales y la tensión entre superficie y línea se diluye en un degradé cromático y en el tratamiento casi puntillista, a la manera de Seurat, de los fondos. En esta serie gana la curva sobre la recta, cierta sensualidad que no es ajena al rigor con el que siempre enfrentó la tela.
El reencuentro con la obra de Alfredo Hlito es el mejor preámbulo de la gran muestra museística prevista para el año próximo, homenaje a los veinte años de su muerte.
Ficha. Hlito en Jorge Mara-La Ruche (Paraná 1133), hasta el 4 de agosto
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