Piñeiro: "La palabra ayuda a curar"
En su último libro, la historia de una mujer con Parkinson abre la reflexión sobre la violencia y el cuerpo
Elena sabe es la última novela de la escritora argentina Claudia Piñeiro, que cuenta con intensidad narrativa la historia de Elena, una mujer aquejada por la enfermedad de Parkinson que busca esclarecer la muerte de su hija Rita.
En el transcurrir de esa búsqueda casi detectivesca, la narración va siguiendo a su vez las múltiples dificultades de Elena para realizar actos tan cotidianos como dar un paso y después otro, debido a su enfermedad. También la historia, editada por Alfaguara, da cuenta de la complejidad que a veces pueden adquirir los vínculos entre madre e hija, entre los mandatos sociales y los deseos personales, y entre la mente y el cuerpo.
Piñeiro nació en el Gran Buenos Aires en 1960. Es también guionista de televisión, autora de obras teatrales y escritora de relatos para chicos. Otras novelas suyas son Tuya y Las viudas de los jueves .
Elena sabe es un libro que, por medio de una prosa ágil y del relato de historias de personas comunes, va abriendo un abanico de temas que nos hacen reflexionar largamente durante y luego de su lectura.
-¿Cómo surgió la historia que narra Elena sabe ?
-Me pasa generalmente que hay una imagen que es la disparadora de una historia. En este caso, la imagen fue la de esta mujer sentada en la cocina de su casa esperando poder ponerse en marcha. Algo que para nosotros es absolutamente cotidiano, como levantar un pie y salir caminando, para ella es un acto casi epopéyico.
-¿Por qué decidió que la trama transcurriera en un solo día?
-Para este personaje la vida se transformó en algo que se cuenta en los períodos en que la medicación hace efecto. No importa si es un día u otro, sino que tal cosa transcurre durante el efecto de esta pastilla y esto otro durante el efecto de otra pastilla.
-¿Tuvo en cuenta alguna historia real?
-La historia es toda ficción, pero la enfermedad la conozco. Hay determinadas cosas sobre las que uno no puede escribir de la misma manera si no las conoce. Hay sutilezas, dolores o pesares que implica, por ejemplo, no poder subirte un cierre, que a lo mejor no se te ocurre si no conocés la enfermedad.
-Uno de los temas de la novela es el de la relación de los personajes principales, que son mujeres, con la maternidad.
-Más que decir que se refiere a la mujer y la maternidad diría que se refiere a la mujer y su cuerpo. Al cuerpo de la mujer que sirve para procrear, pero que también puede no procrear. Hay muchas cuestiones puestas en el cuerpo y, como son mujeres, está planteado el tema de la maternidad.
-Los cuerpos de Elena, Rita e Isabel en algún momento de la historia son víctimas de una violencia exterior.
-En el caso de Elena, además de la violencia que de alguna forma ejerce la enfermedad, está la violencia médica, porque a veces, sin mala intención, del otro lado te encontrás con alguien que sin querer ejerce una violencia sobre vos. Hay determinados tratamientos o cosas que son violentas. Y cuando no se toma conciencia de ello, esa violencia se vuelve una cosa de todos los días y termina siendo aceptada.
-¿Hay una naturalización de cierta violencia física en nuestra sociedad?
-Absolutamente. En la sociedad se habla de la inseguridad, pero me parece que la palabra debería ser la violencia y el hecho de que la aceptamos en actos cotidianos.
-¿Nos cuesta enfrentar la enfermedad?
-Sí. Hay un libro de Susan Sontag que se llama La enfermedad y sus metáforas que para mí es clarificador. Sontag dice que la gente va tolerando la enfermedad del otro como en escalones y que, cuando la enfermedad toma la cara, ya no lo soporta más. Por eso a Elena le puse esta característica de que no puede mostrar su cara y eso perturba al otro. El libro te obliga a mirarla y creo que lo que hacemos con la enfermedad es generalmente tratar de no mirar. Por ejemplo, cuando pasa alguien enfermo y uno va con un chico, él mira y pregunta qué le pasa a la persona y uno instintivamente dice «no mires». La mirada parece que pudiera dañar al enfermo y a su vez dañar al que mira. Y es triste para el que tiene esa enfermedad que no te puedan mirar.
-Elena sabe, pero sus certezas se van resquebrajando.
-Un protagonista es interesante en la medida en que tenga algún tipo de transformación. La transformación que puede tener Elena es bastante sutil, no pueda transformarse totalmente. En su caso, se trata de poder ir de la certeza a la duda y ése es su progreso. Su proceso de aprendizaje es darse cuenta de que a veces uno cree que sabe o sabe con cierta prepotencia. Y me parece que el conocimiento es mayor cuando uno duda, que cuando cree que tiene certezas.
-En las últimas líneas de la novela, cuando Elena se da cuenta de ciertas cosas, se describe que son tantas las palabras que se agolpan en su cabeza que, entonces, no puede decir nada. ¿Cuál es la relación entre palabra y verdad?
-Me viene la frase de Adorno sobre cómo escribir después de Auschwitz. A partir de ese mismo planteo uno sabe que hay cosas que te dejan sin palabras. Ahora, cuando Adorno se pregunta eso, no está diciendo que no se escriba más, sino que se pregunta cómo hacerlo. El silencio es muy importante, hay momentos en que no cabe otra cosa, pero la única salida del silencio es tratar de hablar. En nuestro país en estos últimos años se empezaron a hablar un montón de cosas que antes no se hablaban y eso es positivo. La palabra ayuda a curar.
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