Perseguir un sueño
DEMASIADO CERCA DESAPARECE Por Antonio Dal Masetto (Planeta)
DENTRO del marco de la novela de iniciación o aprendizaje (Bildungsroman), vuelve ahora Dal Masetto a ejercer con fluidez y encanto su oficio narrativo.
Un muchachito con vocación artística (no por casualidad llamado Ciro, como el conquistador persa) decide abandonar la vida de pueblo y marcharse a Buenos Aires en pos de una hermosa muchacha -la enigmática Bea-, a la que quizás ha imaginado y soñado más que "visto" realmente. No se trata solamente (o ni siquiera) de un viaje en busca del amor: está en juego la propia identidad, el conocimiento de sí mismo y de sus orígenes (el padre, o la madre que en algún momento lo han abandonado y cuya huella queda sólo en una incierta foto), el destino de creación que podrá darle a su vida o no.
Ciro va descubriendo y asimilando seres y experiencias. Lo golpea, ante todo, la riqueza de la humana diversidad: la trama de historias fascinantes, extrañas o cómicas, que constituyen la vida de los otros y la suya. Aprenderá a escuchar y también a narrar. Aprenderá a ver, y a devolver de otra manera las formas del mundo. Si bien hay un hilo central en la acción novelesca y en su pesquisa (la búsqueda de Bea), lo que Ciro comprenderá finalmente es que en la búsqueda, y no en la meta, se halla el significado de la vida.
Estructurada como sucesión de aventuras, su historia lo va poniendo en contacto con personajes absurdos y queribles, desde que acepta llevarlo como pasajero un excéntrico conductor de camión que odia a todos los automovilistas. De aquí en más este camionero, Gallo, los mellizos gordos, la enfermera Julia, El Sui, la vidente Roxana, el pintor Bonfanti (alias El Pájaro), se convertirán en interlocutores y también en protectores y auxiliares, que le cuentan su vida y las vidas de otros a los que han conocido. Todos ellos, como Ciro, son migrantes que han recalado en la enorme ciudad, y a su manera se la han apropiado e incorporado con fecundidad creadora. Todos son sus iniciadores en la disciplina de imaginar y de vivir en la comunidad multiforme y polifónica. Del pintor Bonfanti Ciro aprende la fe en la capacidad del arte para captar la realidad y operar sobre ella; de su propia visión en la calle, junto a otro chico, la certeza de que todo resplandor desaparece si el espectador se acerca demasiado a él, y adoptará esta revelación como leit-motiv de su arte poética: "..no se podía hacer otra cosa que aceptar; conformarse con la distancia y el misterio." Aceptar -lo inexplicable, lo plural y lo contradictorio, el mal y el bien- es justamente la enseñanza final del libro, y se manifiesta en la entrevista sonrisa de Bea: "sintió que la ironía de esa sonrisa no albergaba burla. Al contrario, sugería comprensión, aceptación ( ... ) Todos participaban del mismo juego. Lo bueno y lo malo que le había pasado formaba parte del juego" (p. 238). Después de esta certeza liberadora, Ciro retoma la marcha hacia la ciudad desmesurada, que ahora se acopla a la medida familiar de lo que es íntimo y propio.(239 páginas).
María Rosa Lojo
(c)
La Nacion
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