Peripecias en la vida de una espía
Hace algunos meses conocí en Berlín a Salomea Genin, que escribió una autobiografía de cuatroscientas páginas llamada Fe ciega. Salomea tiene 84 años y vive en una casa en Mitte, que antes era parte de BerlÍn del Este y ahora es en uno de los barrios más caros de la ciudad. La primera vez que la visité para entrevistarla, lo único que sabía es que ella había trabajado como espía para la Stassi, el servicio de inteligencia de la República Democrática Alemana, la RDA y que era de las pocas personas que hablaban abiertamente de eso. Ella era para mí como la versión femenina del protagonista de la película La vida de los otros. Una mujer que oye todo lo que pasa y toma notas. Luego de entrevistarla y leer su libro, me di cuenta de que la historia era más compleja.
Salomea Genin es judía y nació en Berlín en 1932. En 1939, unos meses después de La Noche de los Cristales Rotos, pudo escapar en un barco a Australia. En Australia, empezó a militar en el Partido Comunista porque creía que era el único camino posible para destruir el fascismo. Y 15 años más tarde, decidió volver a Alemania para vivir en la RDA. Salomea quería vivir en Berlín del Este pero como en el gobierno sospechaba que ella era una espía del Oeste, se quedó viviendo en la parte occidental. En 1961, cuando se decidió la construcción del muro, le ofrecieron trabajar para la Stassi, brindado informaciones sobre cualquier intento de ataque a la RDA en el Oeste y ella dijo que sí para, en sus palabras, ayudar a construir el socialismo.
Salomea pudo mudarse finalmente a Berlín de Este en 1963 y se dedicó durante veinte años a hablar sobre la vida de los otros. Iba a lugares públicos, a reuniones, escuchaba lo que la gente decía y se lo contaba todas las semanas a otro espía que luego lo escribía en un reporte. Y así miles de archivos fueron creados a partir de las observaciones de Salomea. Ella no fue la única. En la RDA hubo miles de agentes de la Stassi que se dedicaban a hablar de otras y nadie sabía quién era informante y quién no.
Pero Salomea hizo algo inédito. Después de una gran crisis en 1983 donde se dio cuenta de que vivía en un estado policial empezó a decirle a todos que ella era espía. Iba a ver a las personas que había espiado, les decía lo que había hecho y pedía disculpas. Y en 1989 rompió completamente su relación con el Partido Comunista y se unió al Nuevo Forum, el primer movimiento político del Este que luchó por las elecciones libres.
Después de la caída del Muro, Salomea se dedicó a escribir su autobiografía durante 20 años. Según ella misma, el libro fue muy polémico porque narra la historia de una mujer que, perseguida en Alemania por judía, vuelve a su país y termina colaborando en la caza de los disidentes políticos. Es decir, la historia de una víctima que se convirtió en victimario. Pero quizá lo más perturbador sea que ella es una de las pocas personas que trabajaron como espías que pidió perdón y que se tomó veinte años para pensar y escribir sobre eso.
La autora es escritora, dramaturga y directora de teatro
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