Pequeños libros, grandes encuentros
Sin ciertos milagros, por cierto hijos del sudor humano, a muchos nos hubiera costado aún más la pandemia. El milagro de una palabra, algún encuentro, un libro. Algo de esto me ocurrió a mediados de 2020. Un día, entre el fragor de redes, mails y mensajes de WhatsApp, aparecieron un título y un nombre: Retrato de Dora, Hélène Cixous.
En mi caso, llegué algo tardíamente a la lectura de Cixous, gracias a una amiga que me facilitó esa maravilla que es La risa de la medusa. Nacida en 1937 en Argelia y radicada en la década del 50 en Francia, Cixous es una autora deslumbrante y prolífica (cultora de lo que la filósofa Anna Pagés llama “una voz pequeña”), que lamentablemente apenas ha tenido circulación en nuestro país.
Por eso, la maravilla –en esos tiempos extraños, cuando todos andábamos exhaustos de encierro y de virus– de encontrar el nombre de Cixous en un mensaje digital. Y descubrir que existía una pequeña editorial que se estrenaba precisamente por esos días y nada menos que con Retrato de Dora, la obra teatral que Cixous escribió a partir del celebérrimo caso Dora estudiado por Sigmund Freud.
La flamante editorial se llamaba –se sigue llamando– Las Furias. El libro llegó a casa en riguroso y aséptico puerta a puerta: una encomienda de primorosa envoltura y delicado diseño. En su presentación, María Magdalena y Nicolás Cerruti, los editores, declaraban el gran propósito de Las Furias: “lanzar al mundo libros como pequeños fuegos”.
Pasaron dos años desde aquel lanzamiento, y hubo más libros. Traducciones que invitan al descubrimiento, como las de Fenitschka y Un desvío, dos relato de Lou Andreas-Salomé, o trabajos de autores locales como María Malusari, Carmen González Táboas, el mismo Nicolás Cerruti. El lazo que que los une es el mismo que liga al feminismo con el psicoanálisis, con la literatura, la poesía.
“Quisimos priorizar las escrituras singulares, las que cruzan géneros, las que están en un terreno inclasificable”, comenta María Magdalena, mientras recuerda el comienzo de todo: 2019, ni asomos de algo llamado Covid-19, las ganas de lanzar un proyecto editorial propio, la serie de azares (“coincidencias mágicas”, las llama María) que les permitieron hacerse con el contacto de Cixous, escribirle, pedirle autorización (una botella lanzada al mar) para publicar Retrato de Dora y, voilà, la respuesta, el sí, la rueda que comenzaba a rodar.
2020 trajo lo que nadie sospechaba que podía llegar, pero María y Nicolás siguieron adelante con el libro, la editorial, los pequeños fuegos que se negaban a morir antes de haberse encendido.
El mes pasado pude asistir a la presentación del último libro de Las Furias: No hay milagro más cruel que este. Sylvia Plath: amar, maternar, escribir. En la mesa estaban la autora, la psicoanalista Gabriela Pedrotti, la periodista cultural Lala Toutonian. Y hubo alguien más: en un momento, a través de un parlante, se dejó oír la voz de Sylvia Plath, lejana y a la vez próxima, recitando los versos de Lady Lazarus. María los recitaría a su vez, con traducción propia, como un ritual laico, para que nadie se perdiera aquello de Hay un precio/Para observar mis cicatrices, hay un precio/Para escuchar mi corazón/ Que realmente late”.
María Magdalena, psicoanalista, escritora y lectora de poesía desde muy chica, asegura que hay algo esencialmente reparador en la palabra. Algo que estaría siendo particularmente necesario cultiva y que, para extenderse, requiere del esfuerzo colectivo. “Nosotros queremos crear espacios –explica–; generar desde la editorial una relación incluso afectuosa”. Habla de lazos, de eludir lo automatizado, no dejarse agobiar por la lógica mercantil y fomentar ese valor tan a la baja: el simple, enorme –escrito o hablado– arte de la conversación.
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