Pensamiento innovador
Cecilia Macón
Mente y materia. ¿qué es la vida?
Hans Gumbrecht (compilador)
Erwin Schrödinger (1887-1961) huyó de Oxford por la resistencia que le generaba el exceso de convenciones. Nunca supo de estrategias corporativas, desconoció las reglas destinadas a asegurarle una cuota de poder y le resultó imposible respetar los protocolos. Como uno de los fundadores de la mecánica cuántica -por la que recibió el Premio Nobel de Física en 1933- gestó la llamada "ecuación de Schrödinger", pero también enfrentó ciertas interpretaciones consensuadas de la tradición por medio de un experimento mental muy difundido. Su pasión por la filosofía hindú llegó junto con sus reflexiones sobre la percepción y la teoría del color. Se enorgullecía de no haber recibido formación filosófica alguna y confesaba haber leído a Arthur Schopenhauer -su filósofo de cabecera- sin tener idea de quiénes eran sus interlocutores ni sus fuentes.
Schrödinger desplegó su talento entre dos mundos: el del pensador renacentista al que nada le es ajeno y el del especialista que revela lo invisible del mundo. Sabía de los riesgos de cualquiera de las dos alternativas. Era consciente de que el ejercicio intelectual profesional suele producir una multiplicación estimulante de campos de investigación pero, también, una división categórica entre zonas de interés: la profundización de un área como inevitablemente atada a su incomunicación con los espacios de interés vecinos. Mente y materia. ¿Qué es la vida? Sobre la vigencia de Erwin Schrödinger , compilación encabezada por Hans Gumbrecht, propone una suerte de freno a esta cascada de especializaciones en un doble gesto: el debate sobre textos límite del científico austríaco, por un lado, y la génesis misma de los artículos, por otro, surgidos del seminario filosófico abierto a todas las disciplinas que se desarrolla en la Universidad de Stanford desde hace veinte años.
En ese ámbito plural se discutieron dos libros clave del físico austríaco: ¿Qué es la vida? (1943) y Mente y materia (1956). El primer volumen inspiró el desarrollo de la genética, marcado por la hipótesis de que la conciencia individual es, a la manera de la filosofía hindú, la manifestación de una conciencia unitaria; el segundo se ocupa del lugar que corresponde a la conciencia en la evolución de la vida.
El libro involucra perspectivas diversas sobre el legado de Schrödinger -desde teórico-literarias, como la de Gumbrecht, hasta la de un oncólogo como Michael Hendrickson- que coinciden en identificar la revolución producida por el físico en un punto clave: su particular modo de pensar. Para él, si el asombro es el motor perenne del conocimiento, es porque la ciencia no transparenta el mundo, sino que lo torna más misterioso a cada paso. Es la pretensión de innovación permanente -asegura Gumbrecht-, el riesgo de cada hipótesis aventurada lo que define su genialidad.
© LA NACION
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