Patricia Highsmith: la escritora está de vuelta con todas sus máscaras
La obra de la maestra del género policial es rescatada gracias a Carol, la película basada en su novela homónima, favorita en la entrega de los Globo de Oro de mañana
-¿Hay algo más aburrido que la historia del pasado?
-Quizá un futuro sin historia.
Como un manifiesto íntimo, quien escribía estas líneas a sus 27 años dejaba sepultadas (algunas) épocas tortuosas y el que hubiese sido un cómodo papel de víctima, culpando las intermitentes ausencias de sus progenitores y el conflictivo vínculo con su padrastro, de quien tomaría el apellido. Ella prefería a los hacedores, a las mentes y cuerpos activos e intrépidos, aunque eso significase también parir psicópatas y criminales de papel.
Comenzaba en aquel presente, en 1948, una era próspera para una narradora insaciable, en un Estados Unidos donde las mujeres buscaban expandir la frase self made man para que no fuese tan literal, ávidas de ser las ingenieras de su destino. Pasaría un año para que su primera novela, Extraños en el tren, fuera publicada y algunos meses más aún para que Alfred Hitchcock la llevara al cine, con guion de Raymond Chandler. A veces, cuando la realidad compite con la ficción, no es solo fascinante la historia que se narra, sino las circunstancias que despiertan las musas de aquel relato. Veinte años después de su muerte, un aniversario que pasó casi inadvertido, Patricia Highsmith sigue viva gracias a la adaptación de Carol (The Price of Salt) que trasladó al cine Todd Haynes, con Cate Blanchett y Rooney Mara (ya obtuvo el premio a la mejor actriz en Cannes), un equipo que ha sido nominado por sus respectivas labores para el Globo de Oro que se entregan mañana.
Highsmith era una absoluta ignota en el mundo literario y necesitaba dinero para sobrevivir en Manhattan y también para pagar las sesiones de psicoanálisis. Poco antes de Navidad, en esa espiral de consumo en la que las tiendas de departamentos se convierten en enjambres humanos, consiguió un puesto con fecha de caducidad: vendedora en la sección de juguetes. Como un eco de su existencia, ella, que creaba seres y tejía tramas, fue destinada al área de muñecas y títeres. Un día irrumpió en esa soporífera tarea una mujer rubia con un tapado de visón. Fue casi como una epifanía. Regresó a su casa y comenzó a delinear el borrador de lo que sería su segunda novela, la historia de amor entre dos mujeres, una jovencita criada en un orfanato y una mujer rica, madre de una pequeña, que atraviesa su divorcio. Al día siguiente despertó envuelta en un cuadro febril que resultó ser varicela. Highsmith nunca regresó a la tienda y pudo pronto culminar la historia, que salió a la luz en 1952. Un año después, la edición de bolsillo que se vendía a 35 centavos de dólar con la leyenda "la novela de amor que la sociedad prohíbe" se convirtió en bestseller con el doble mérito de haber sido publicado en tiempos en los que la homosexualidad era considerada aún una enfermedad y en el que la literatura abordaba estas temáticas siempre con final trágico o moralizante. Highsmith se escudó con un seudónimo, Claire Morgan, le dio una vuelta de tuerca y tituló esta ficción The Price of Salt, aunque hubiese preferido llamarla Carol.
A la sombra del otro
Quien cuenta la versión es la misma Highsmith, aunque en la biografía de Andrew Wilson, Beautiful Shadow: A Life of Patricia Highsmith, el autor completa este paisaje. Tal como ocurre en la novela, la joven vendedora y aspirante a escritor obtuvo la dirección de la elegante clienta, pero en lugar de enviarle una tarjeta, como ocurre en la ficción, se dirigió a esa localidad suburbana, en Nueva Jersey, para conocer cuál era la casa de aquella hipnótica mujer. "Me sentí bastante cerca del asesinato ayer cuando fui a lo de esa mujer que casi me hizo amarla en el momento en el que la vi en diciembre de 1948. El asesinato es como hacer el amor, es un tipo de posesión", reproduce Wilson la entrada del diario íntimo de la escritora.
Therese, alter ego de Highsmith, es la protagonista de Carol en una edad donde la escritora busca consolidar su identidad sexual y profesional, luego de graduarse de la prestigiosa Barnard College para señoritas, que depende de la Universidad de Columbia. La autora, quien no ocultaría luego su homosexualidad, rompió su compromiso con un joven que aparece en la sombra de Richard, otro personaje de Carol.
Siempre a la vanguardia, pionera de las intelectuales feministas, hace leer a su heroína Retrato de un artista adolescente, de James Joyce. Además de dejar plasmadas sus influencias literarias y filosóficas, en particular el pesimismo de Søren Kierkegaard, también se convirtió en una influencia para sus contemporáneos. Incluso se señala a Carol como referencia que tomaría luego Vladimir Nabokov para Lolita.
Escritora maldita, confinada a la soledad de las relaciones volátiles y al alcoholismo, fue más allá de la novela negra, creando no un detective, sino un psicópata bisexual, seductor y camaleónico. Highsmith caminó su vida entera a la sombra de Tom Ripley en la casi esquizofrénica tarea que corresponde a los escritores de suspense deconcebir en simultáneo un crimen, las coartadas y el talón de Aquiles del asesino, situándose en la mente de diversos personajes, pero, en lugar de ir tras la verdad como desenlace, ella se dedicó a que el villano, el estafador y el asesino salieran indemnes.
Ripley, en su saga del mal, ha sido interpretado en el cine por Alain Delon (A pleno sol, de René Clément), Dennis Hopper (El amigo americano, de Wim Wenders) Matt Damon (El talentoso señor Ripley, de Antohny Minghella) y John Malkovich (El juego de Ripley, de Liliana Cavani), entre otras versiones, y los relatos de la escritora fueron también llevados a la pantalla chica en la miniserie franco británica llamada Patricia Highsmith's Tales.
Escultora exquisita de la anatomía de la culpa, pluma compulsiva de atmósferas siniestras, madre de tantos criminales, Highsmith construyó desde el presente el futuro a su antojo mientras les daba esperanzas y compañía a muchos lectores contemporáneos, gracias a Carol, novela a la que le agregó un epílogo en 1989: "Me alegra pensar que les dio a varios miles de personas solitarias y asustadas algo en que apoyarse".
Tres novelas ?en clave negra
Carol
Anagrama
320 páginas
Extraños en un tren
Anagrama
360 páginas
?El talento de Mr. Ripley
Anagrama
286 páginas
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