Pasiones secretas para estar más cerca de nosotros mismos
Es ese momento de placer secreto que añoramos cada día, el territorio al que deseamos volver una y otra vez, en busca de sosiego o cobijo, o quizá de euforia renovada. Es el espacio íntimo donde a menudo nos sentimos más plenos, algo más cerca de nosotros mismos, quizá libres.
Podemos sentirnos satisfechos en el ejercicio del oficio que hemos abrazado toda una vida, sentir diariamente el aplauso de los otros que premia nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, y sin embargo esperamos regresar allí, como si encontrásemos en el ejercicio de ese hábito algo que nos completa.
Hombres y mujeres han sentido desde el fondo de los tiempos ese impulso, el llamado de esa pasión íntima. En las páginas que siguen, el lector descubrirá al periodista célebre que en medio de una entrevista con un presidente no puede dejar de pensar en su próximo golpe en la cancha de golf; al escritor que todos los días sueña con abandonar su última ficción para volver a montar su vieja moto Zündapp, que descansa junto a su biblioteca, y a la bailarina que, aunque está habituada a recibir ovaciones en la Ópera de París, no deja de imaginarse a sí misma en la cumbre de una montaña o entregada a alguna de sus aventuras de senderismo.
Hombres y mujeres han sentido desde el fondo de los tiempos ese impulso, el llamado de esa pasión íntima.
Días como estos, sin las exigencias del trabajo cotidiano, son los más propicios para dejarnos ganar por esa calma o ese vértigo. Más cerca de los deseos más íntimos y de nosotros mismos. Quizá más cerca de la felicidad.
- Más notas del especial de LA NACION " Mi gran pasión "
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