París no quiere las flores que le regaló Jeff Koons
El artista decidió donar una escultura por las víctimas del terrorismo, pero es muy cara y de dudoso gusto
El anuncio se hizo con bombos y platillos en París en noviembre pasado: Jeff Koons le donaría a la ciudad de París una monumental escultura -una mano que sostiene un ramo de globos con forma de tulipán-, en honor a las víctimas de los atentados terroristas de 2015. Había sido una idea de la embajadora de Estados Unidos en Francia, y era un regalo que la ciudad difícilmente pudiese rechazar.
Siete meses más tarde, sin embargo, el proyecto está frenado por una serie de demoras. La fundación privada a cargo de recaudar los 3,9 millones de dólares que se estiman necesarios para realizar y montar la pieza, que tendrá más de 12 metros de altura, está tardando más de lo pensado en reunir el dinero. Porque Koons donó el concepto de la obra, no la realización. Y aunque desde la plaza que Koons eligió para instalar su Bouquet de tulipanes puede verse la Torre Eiffel a la distancia, el pavimento del lugar no es lo suficientemente sólido para aguantar su peso.
"Es una obra muy difícil de emplazar, porque pesa 30 toneladas, y en este momento estamos enfrentando numerosos problemas técnicos", dice Jean de Loisy, presidente del Palais de Tokyo, uno de los dos museos de arte contemporáneo que comparten el edificio y la plaza del Distrito 16 de París donde la escultura aterrizará para quedarse.
De Loisy dice que aprecia el proyecto y el arte de Koons, pero que no quiso alterar las salas de exhibición subterráneas con la instalación de columnas que soporten el peso de la escultura. Sin embargo, y a pesar de las complicaciones, de Loisy dijo tener "plena confianza" en que los problemas se resolverán.
El obsequio fue un arreglo entre la ex embajadora de Estados Unidos en Francia y Mónaco, Jane D. Hartley, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en honor a la amistad franco-norteamericana y para ayudar a impulsar el turismo en una ciudad que vive bajo la constante amenaza de atentados terroristas. El anuncio se hizo de apuro en noviembre, antes de que Hartley, que había sido designada por Obama, abandonara París, pero también antes de que se hubiesen tramitado los permisos y las aprobaciones técnicas correspondientes.
En algunos círculos de la cultura francesa argumentan que la escultura fue prácticamente algo que le "enchufaron" a la ciudad, un golpe publicitario más para el artista y los donantes que para París.
"Nos vendieron este bouquet como un regalo simbólico para París, pero después nos dimos cuenta de que de regalo no tenía nada, ya que Francia debía pagar su emplazamiento", dice Isabel Pasquier, crítica de arte de la radio France Inter, una de las principales emisoras públicas del país. "Guste o no guste su arte, Jeff Koons es un empresario, y rápidamente entendimos que más que hacerle un regalo a París, él se estaba regalando París a sí mismo."
En París ahora reina una especie de pacto de silencio sobre el proyecto: casi ningún curador o crítico de arte habla públicamente del mismo, por más que en privado aseguran que la obra es de dudoso gusto. Aseguran no querer ofender a la ex embajadora norteamericana, a la ciudad, o a François Pinault, coleccionista de la obra de Koons y uno de los más poderosos empresarios y mecenas de las artes de Francia.
Fabrice Hergott, director del Museo de Arte Moderno de la ciudad de París, que comparte un edificio con el Palais de Tokyo, dice que celebra la llegada de la escultura, y que espera que atraiga a más visitantes a los museos. "Es un lindo proyecto", dice Hergott.
"Creo que la obra tiene mucho que ver con nuestra época", señala Hergott. "Y pienso que dentro de unos años parecerá mucho menos kitsch que ahora y muy apropiada para el entorno de su emplazamiento."
Frente al límite
El proyecto también podría ser una nueva frontera para Koons. "Es superconceptual", dice Judith Benhamou-Huet, crítica de arte y bloguera, "porque Koons nos está dando el concepto, pero no la realización". Y comparó el enfoque de Koons con el de Sol LeWitt, que vendía las instrucciones de murales que los compradores debían ejecutar por su cuenta.
La ciudad le propuso a Koons varios otros lugares de emplazamiento, pero algunos planteaban desafíos estructurales o estéticos. El artista eligió un sitio frente a los museos de arte contemporáneo por su valor simbólico. La plaza en cuestión no está protegida por restricciones de preservación histórica.
De Loisy dice que lo consultaron con antelación... hasta cierto punto. "Por supuesto que me preguntaron", dijo la semana pasada durante la inauguración de la muestra "Dioramas" y otras exhibiciones en el Palais de Tokio. Pero cuando se le preguntó si había tenido espacio para manifestar su opinión, de Loisy se limitó a sonreír, y cuando le preguntaron si ese silencio implicaba que no quería hacer comentarios, respondió "Sólo es silencio", y volvió a esbozar una sonrisa.
Un vocero del municipio de París dijo tener esperanzas de que el proyecto avance, pero no descartó buscarle nueva ubicación si la actual demuestra ser inviable. "No se puede descartar nada en esta vida."
El Ministerio de Cultura de Francia está supervisando los estudios logísticos y los permisos, que todavía no han sido concedidos. El ministerio no respondió a los repetidos requerimientos de la prensa sobre este asunto. De todos modos, se esperan nuevas demoras, debido a que el flamante ministro de cultura y su equipo fueron designados tras la victoria del presidente Emmanuel Macron en las elecciones del mes pasado.
En una declaración, la embajada norteamericana en parís informó que "no está actualmente involucrada en el proyecto, aunque la embajada celebra el fuerte apoyo de la alcaldesa de París al proyecto durante su presentación en la residencia del embajador, el año pasado". El comunicado agregaba: "El proyecto es un ejemplo de los fuertes lazos transculturales entre nuestras dos naciones y no ha generado ninguna fricción entre Estados Unidos y Francia."
Fondos para París, una fundación que se ocupa de recolectar dinero privado para proyectos públicos en esa ciudad, supervisa la recaudación de los fondos. "Tenemos los 3,3 millones de dólares necesarios para instalar la obra", dice Anne-Céline Delvert, subdirectora de la fundación. Y agrega que están buscando que alguna empresa privada doné el anticipo de 556.000 dólares de gastos de realización. Las obras no pueden empezar hasta que no hayan sido otorgados los permisos.
Delvert dice tener la esperanza de que la escultura, cuya realización se está llevando a cabo en Alemania, pueda ser instalada este mismo o año o a principios de 2018. En cuanto a las fechas, dice Delvert, "estamos siendo prudentes con los cálculos".
Emmanuelle Noirmont, la galerista francesa de Koons, dijo que los fondos privados provienen de empresas francesas y norteamericanas, cuyos nombres prefirió no revelar hasta que el Ministerio de Cultura francés dé su aprobación para avanzar.
Ahora que volvió a la vida civil, la ex embajadora Hartley dice que planea hacer su propia donación al proyecto y que también colaborará para reunir fondos en Nueva York.
Hartley señaló que Koons estuvo hablando del proyecto en Nueva York, y que durante una reciente fiesta exhibió fotos de su Bouquet de tulipanes. "Fue pasando su celular con las fotos, y la gente estaba encantada", comentó Hartley.
Un sentimiento que no es compartido necesariamente por los parisinos, donde algunos celebran las demoras y hasta anhelan secretamente que el proyecto de hunda en el olvido. "No tengo ningún apuro", dijo Pasquier, la crítica de arte de France Inter.
Traducción de Jaime Arrambide
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