Pandemia y deseo: literatura erótica para encender la cuarentena
En tiempos de aislamiento y distancia social, los ministerios de Salud de distintos países (incluida, la Argentina) recomiendan el sexo virtual como la opción más segura para prevenir el contagio del coronavirus. A dos meses del inicio de la cuarentena, los especialistas aconsejan poner en práctica recursos que levanten la temperatura pero que no impliquen riesgos como videollamadas o sexting. Sexólogos y terapeutas coinciden: el sexo, en cualquiera de sus variantes, disminuye la ansiedad, mejora el estado de ánimo y aumenta las defensas. En todos los casos, la literatura erótica puede ser el camino ideal para encender el deseo.
Hay obras maestras del género erótico que nunca fallan. En una biblioteca hogareña no deberían faltar novelas como La filosofía en el tocador, escrita en 1795 por el Marqués de Sade; La Venus de las pieles, de Leopold von Sacher-Masoch, de 1870; El amante de lady Chatterley, de D.H. Lawrence (1928); Opus Pistorum, de Henry Miller, publicada después de su muerte, y Plataforma, de Michel Houellebecq, que retrata el sexo como un bien de consumo más de la sociedad capitalista.
Las obras de Sade, de Sacher-Masoch y Las comedias eróticas, del italiano Marco Vassi, integran la célebre colección La sonrisa vertical, del sello Tusquets, que durante 26 años premió relatos eróticos de autores como Mario Vargas Llosa y su inquietante Elogio de la madrastra y Almudena Grandes por Las edades de Lulú. Esa novela, que fue llevada al cine en 1990 por Bigas Luna, recorre la vida de una mujer desde que los quince años y cuenta en detalle las fantasías que le despierta la relación con un hombre mayor con quien se cruza a distintas edades.
Pero si hay una historia de iniciación sexual explícita que puede resultar tan estimulante como perturbadora es La filosofía en el tocador, de Sade. La historia está dedicada "a los libertinos", "voluptuosos de todas las edades y de todos los sexos", "mujeres lúbricas", "muchachas demasiado tiempo contenidas en las ataduras absurdas y peligrosas de una virtud fantástica" y a los "amantes disolutos", "que desde vuestra juventud no tenéis más freno que vuestros deseos ni otras leyes que vuestros caprichos". Sade narra a través de diálogos no solo cada escena sexual entre el trío protagonista (la joven virgen Eugenia, a quien "educan" la señora de Saint-Ange y Dolmancé ) sino que también hace reflexionar a los personajes sobre la moral y la hipocresía de la época.
"Sade es el autor erótico por excelencia y casi el único que borra de un plumazo al resto. Me parece el más repulsivo, un autor político y sobre todo, muy efectivo a la hora de la erótica", dice a LA NACION Florencia Canale, autora de novelas históricas con alto contenido sexual como la exitosa trilogía sobre Juan Manuel de Rosas."Escribir literatura erótica no es fácil. Infinidad de escritores han definido la imposibilidad de escribir escenas eróticas sin caer en la cursilería o la chabacanería inútil. La erótica de moda no me mueve un pelo, en general me aburre bastante", agrega. Si tiene que elegir un autor actual, Canale no duda: "Ercole Lissardi y El centro del mundo".
Publicado en 2013 por Planeta, El centro del mundo reúne tres nouvelles del autor uruguayo: La diosa idiota, La educación burguesa y la que le da el título al libro. En esos relatos, como en la mayoría de los textos de Lissardi, el erotismo se cruza con el género policial, el humor y la reflexión sobre las relaciones afectivas. "En mis libros no hay grandes performances ni técnicas amatorias, sino gente atrapada por la fuerza del deseo", dijo a LA NACION en 2013. Con más de veinte novelas eróticas y tres ensayos publicados, el autor hace una distinción entre erotismo y pornografía tanto en el cine como en la literatura: "El objetivo de la pornografía es mostrar el acto sexual. No le interesa el contexto cultural, político ni filosófico. El arte erótico tiene un objeto que, para empezar, ni siquiera es visible. Intenta representar el deseo, una fuerza de la psiquis humana que nos lanza hacia determinadas personas como si en ellas hubiera algo esencial para nosotros".
Si pensamos en deseos irrefrenables aparece, sin duda, la imagen de la "sufrida" Constance Reid, protagonista de El amante de lady Chatterley, de D.H. Lawrence, novela que tuvo más de una adaptación cinematográfica. Cuando se publicó, en 1928, fue considerada una historia obscena, ya que plantea una relación puramente sexual entre una mujer y un amante, pero consentida e impulsada por el marido de Lady Chatterley que vuelve inválido de la guerra. "Quiero que los hombres y las mujeres pueden pensar en el sexo con plenitud y honestidad", dice Lawrence desde la tapa de una de las tantas reediciones de una novela que estuvo prohibida en el Reino Unido hasta la década de 1960.
En la frontera, a veces clara y otras, difusa, entre el relato erótico que busca alimentar el deseo y el explícito que se propone estimular al lector con imágenes y descripciones sexuales se ubica El amante, de Marguerite Duras, novela seudoautobiográfica publicada en 1984 con la que la autora ganó el Premio Goncourt. Traducida a 43 idiomas, narra la relación sexual y afectiva entre una adolescente de origen francés y un hombre chino, mayor de edad, en Indochina. La novela fue llevada al cine por Jean-Jacques Annaud en la década de 1990.
Entre los autores del género erótico que hoy serían, seguramente, "influencers" figura, por supuesto, Henry Miller con Trópico de Cáncer, Sexus y la póstuma Opus Pistorum, entre otros títulos. También, Anaïs Nin y su original triángulo con Miller y June Mansfield, que inspiró su libro Henry Miller, su mujer y yo. En ese diario (de 1931 y 1932), Nin cuenta sus relaciones paralelas: con Miller y con June. Escribe: "June es mi aventura y mi pasión, pero Henry es mi amor. No puedo ir a Clichy y enfrentarme con los dos. Le digo a June que es porque temo que no sepamos ocultar nuestros sentimientos delante de Henry, y le digo a Henry que es porque temo no fingir bien delante de June. La verdad es que miro a Henry con ojos ardientes y a June con exaltación. La verdad es que sufro humanamente al ver a June instalada al lado de Henry ---donde yo quiero estar- porque la intimidad entre Henry y yo es más fuerte que cualquier aventura."
Triángulos amorosos, deseos compulsivos, relaciones secretas, fantasías, decepciones: estos elementos y otros más aparecen en los once cuentos eróticos de Pedro Mairal, reunidos en la primera parte de Breves amores eternos (Emecé). Con el humor y el sexo como eje de la mayoría de los relatos, es un libro ideal para leer en tiempos de cuarentena, ya que las tramas giran alrededor de "parejas que no ven la luz al final del túnel", como dijo Mairal en una entrevista con LA NACION. "No es el sexo en sí mismo lo que me interesaba contar, sino la exploración de todo lo que puede suceder, por ejemplo, cuando dos personas se encienden, pero cada uno está pensando en otro u otra". El autor de Pornosonetos, Una noche con Sabrina Love y La uruguaya, entre otros libros, elige un solo cuento cuando se le pide que nombre un texto "estimulante": "Bolsa blanca", del libro Como un Malboro, de Daniel Durand, editado por Mansalva, que reúne relatos sobre viajes y encuentros sexuales casuales.
Georges Bataille, "el gran escritor de erótica del siglo XX", como lo define Lissardi en uno de sus ensayos, es autor de la novela El erotismo, entre otros títulos. Publicada en 1957, es la primera que incluye el joven poeta Tomás Litta en su top ten de textos eróticos. Autor de Frutos rojos e impulsor del proyecto "El cuerpo expresivo", Litta organiza lecturas de poesía erótica. A causa de la cuarentena, el encuentro tendrá su primera edición virtual el viernes 22, desde las 21, después de diez presenciales de las que participaron alrededor de cien invitados: entre ellos, Julián López, Gabriela Bejerman, Benito Cerati, Fernando Noy y Paula Maffía, que cerrará la lectura por Instagram (@casabrandon) con música en vivo. Esta vez, la lectura se hará a la distancia con Luciana Peker, Gabriela Borrelli Azara y Lucas Fauno Gutiérrez, entre otros participantes. Cada uno compartirá materiales propios o de sus autores eróticos favoritos con un objetivo en mente: que "la pandemia no apague el deseo".