¿Palacio Libertad? A más de un mes del anuncio del gobierno, el CCK no cambió de nombre
Aseguran que hay un decreto listo, pero sigue sin oficializarse el nuevo nombre; mientras tanto, todos en el lugar lo siguen llamando Centro Cultural Kirchner y trabajan en las modificaciones de cartelería, página web y comunicaciones; ¿por qué no se concreta?
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A más de un mes del anuncio oficial del cambio de nombre del Centro Cultural Kirchner (CCK) por Palacio Libertad, hecho por el vocero presidencial Manuel Adorni en conferencia de prensa y en su cuenta de X a inicios de mayo, el megaespacio cultural, que en su origen iba a llamarse Centro Cultural del Bicentenario, sigue con la denominación impulsada por el kirchnerismo mediante la ley 26.794, sancionada y promulgada en noviembre de 2012. Hoy, la fachada de edificio luce igual que desde su inauguración, en mayo de 2015.
Desde la Secretaría de Cultura de la Nación informaron que el reemplazo se haría por decreto y no por ley. “Hay un decreto dando vueltas hace un mes que nadie vio más que las autoridades”, indicó una fuente a LA NACION. Sin embargo, ya trabajan en las modificaciones que deberían realizarse en la cartelería, la página web (donde aún se lee “CCK. Hacia la vanguardia”, con la K recostada) y las comunicaciones del “exCCK”, como lo rebautizó Adorni.
Sin ir más lejos, a partir del 8 de julio se realizará en el antiguo Palacio de Correos y Telecomunicaciones la Feria del Libro Infantil y Juvenil que organiza la Fundación El Libro. Para ese entonces, ¿se invitará al público al CCK o al Palacio Libertad? ¿Cuándo los libertarios podrán darse el gusto de exclamar “¡Viva el Palacio Libertad, carajo!”?
Tras el triunfo electoral de La Libertad Avanza, en 2023, el diputado provincial Agustín Romo había propuesto en redes sociales llamar al CCK “Centro Cultural Julio Argentino Roca”. Trascendió que “Palacio Libertad” cuenta con la aprobación de “el Jefe”, es decir, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y del diputado Hernán Lombardi, que durante el gobierno de Cambiemos había impulsado sin éxito el cambio de nombre del CCK.
“Deskirchnerizar el centro cultural es indispensable porque uno de los ejes de toda política cultural debe ser cuidar la creación de sentido simbólico y, en ese sentido, un centro cultural no debería tener el nombre de un político reciente -dice el escritor Marcelo Gioffré a LA NACION-. Mucho menos de alguien que divide a la población y que además no ha tenido ningún vínculo con la cultura”. El expresidente Kirchner falleció en octubre de 2010, a los sesenta años.
Gioffré recuerda que la actual directora del CCK, Valeria Ambrosio, al asumir había afirmado que el nombre no se cambiaría. “Más aún: si salió de ahí la estatua de Néstor Kirchner no fue por su voluntad sino porque Mayra Mendoza se la llevó a Quilmes de facto -señala-. Otra prueba de que se quería dejar el nombre es que la ‘K’ empezaron a ponerla acostada en toda la papelería. La intención no era cambiar el nombre sino resaltarlo. Pero luego el vocero Adorni dijo que ya se había cambiado por ‘Libertad’. ¿Por qué no se concreta? El cambio requiere una ley o un DNU. La ley sería difícil que pase por el filtro de la oposición kirchnerista y el nuevo nombre alude, otra vez, a lo partidario, ya que el partido de Milei contiene esa palabra. Tampoco el DNU sería adecuado, pues no se podría invocar urgencia. ¿Por qué lo dijo Adorni entonces? Porque este gobierno es típicamente posmoderno, cree en el envoltorio más que en el contenido, signos más que hechos, jueguito para la tribuna”.
El coautor, con el pensador Juan José Sebreli, de Desobediencia civil y libertad responsable destaca que hay dos soluciones: “La primera, inmediata: hay que empezar a llamarlo en todas las publicidades y membretes simplemente CCB, es decir, Centro Cultural del Bicentenario, para lo que no se necesita ley ni DNU. La segunda, mediata: hacer lo que se hizo en Islandia con el Harpa, un centro cultural parecido que se inauguró por la misma época. Se llamó a que la gente voluntariamente propusiera nombres y un jurado seleccionó ‘Harpa’, que es a la vez un nombre de mujer y de un instrumento musical. Con ese respaldo público ya el paso por el Congreso sería más sencillo”.
En Romeo y Julieta, la trágica heroína shakesperiana se interrogaba sobre las implicancias de los nombres. “¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa olería tan dulcemente con cualquier otro nombre: igual Romeo, aunque no se llamase Romeo, conservaría la amada perfección que tiene sin ese título. Romeo, quítate el nombre, y a cambio de tu nombre, que no es parte de ti, tómame entera”. No sería el caso del “exCCK”.
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