Palabrotas y vulgaridades: ¿imaginan un beso desaforado de Regina Pacini de Alvear o a Churchill hablando de quilombo?
¿Alguien imagina a Clara Funes de Roca, a Carolina Lagos de Pellegrini, a Regina Pacini de Alvear y a María Eva Duarte de Perón besándose procazmente en público con sus respectivos presidentes tras haber actuado con poca ropa en un teatro de varietés? Lo cierto es que mi fantasía no da para tanto. Quien dice admirar el siglo XIX podría inspirarse y promover en casa la conducta de aquellas primeras damas, prolongada hasta muy entrado el siglo XX y alimentada de cierto rigor victoriano que no vino nada mal para bien de la cosa pública.
Los K y Milei unidos, por amañar la Constitución según convenga y por exhibir sin pudor distintas obscenidades: la Rosadita, la ceremonia con el avión de la muerte por detrás y ahora, esto, preanuncio de un libertinaje simbólico y desenfrenado que no anuncia nada bueno.
Encima, tras el desaforado beso, Milei declaró: “Para desactivar el quilombo que nos dejaron, van a venir meses duros, pero a diferencia de lo que ha pasado en los últimos cien años estos meses van a valer la pena, nos vamos a poner de pie y vamos a salir con fuerza. ¡Viva la libertad carajo!”. Un vocabulario digno de un gran líder en tiempos difíciles y oscuros. ¿Alguien imagina a Churchill hablando del “quilombo” que los alemanes armaron en Europa y carajeando al exhortar a los británicos a resistir sin descanso en su discurso del 13 de mayo de 1940? Y comparo en ese sentido porque muchos dijeron por ahí que nuestra situación sólo admite la promesa de “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor” (coincido in toto con tal diagnóstico).
Francamente, el marco de resistencia y paciencia en la pobreza que exigen los tiempos requeriría el uso de un lenguaje más pulido, que no faltase el respeto de los oyentes, sobre todo de los pobres y de quienes se encuentran en el filo de la miseria, con palabrotas y vulgaridades.