Palabras en libertad: empieza el Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires
Para compensar los tiempos de crisis comienza hoy en cinco sedes el encuentro que reúne a poetas argentinos y extranjeros; el cierre será el sábado, con una “Sinfonía de ángeles y demonios”, en la que participan todos los invitados
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Guerras, desigualdad, fanatismos, persecuciones: el siglo XXI no difiere tanto del anterior como se esperaba. Para compensar los efectos del presente con ese sentimiento aguzado que, según el escritor e. e. cummings, “enaltece la sangre”, comienza hoy la XVI edición del Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires (FIP), que se desarrolla en forma presencial hasta el sábado en distintas sedes del mapa cultural porteño con el lema “Poesía en libertad”. La Usina del Arte, La Botica del Ángel, el Museo Sívori, el Centro Cultural Macedonia y la sede de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA), institución organizadora del festival, son los puntos de encuentro de poetas nacionales e internacionales con el público.
Después del bienio pandémico, el festival recupera su formato presencial con invitados extranjeros, que estarán presentes en las actividades programadas. “Esta edición del FIP continúa, y esta palabra la relaciono con seguir el entramado que conforma la palabra -dice la presidenta de la SEA, la escritora Graciela Aráoz-. Es una red, un cuerpo que no tiene fronteras; reúne las lenguas para que habiten en un solo lugar y especialmente porque en épocas de crisis, dolores y muertes, qué mejor que la poesía se abra como estaciones que no se detienen y también se abra a ese sentimiento sálmico, que nos ayuda a resistir, a no quedarnos en ninguna orilla y a cantar y cantar hasta que las luces de todos los puertos se unan a nosotros”.
Este año, “Poesía en libertad” es el lema del FIP. “Es un encaje, una carnadura -destaca Aráoz, que inaugurará el evento hoy, a las 18, en la Usina del Arte (Agustín R. Caffarena 1) junto con Anabella Ciana, coordinadora general de la Fundación ITAÚ Argentina-. Aquí dos países en conflicto, dos lenguas y por primera vez la Armenia occidental y el árabe palestino estarán representados con la presencia de Lola Koundakjian y Juma Alferai, respectivamente. Estos días serán nuestro refugio, no como cobardes, sino como valientes para defender las mil vicisitudes que nuestro mundo nos enfrente, ya que con todas las palabras y las manos aplaudiremos y celebraremos, y como dijo Miguel de Unamuno, sabremos que hemos vivido”.
Después del acto inaugural, Koundakjian y Alferai participarán de la primera lectura junto con Liliana Heer y Mercedes Araujo. “Me gustaría destacar la importancia de encuentros como los festivales de poesía -dice Koundakjian a LA NACION-. Crean comunidades entre poetas, presentan las culturas entre sí y dan al público la oportunidad de escuchar lenguas ajenas al idioma del colono. Escribir y leer en una lengua nativa es la forma definitiva de decir que el invasor ha perdido la batalla. Mi lengua, el armenio occidental, ha sido considerada una lengua en decadencia, y se han hecho todos los esfuerzos para enseñar, escribir, traducir y hablar la lengua. La libertad, a diferencia de lo que experimentaron mis abuelos en las ciudades de Aintab/Hasan Beyli y Tokat, fue la imposibilidad de hablar y escribir en su lengua materna. El hecho de poder participar en este festival leyendo en armenio es libertad y una gran forma de honrar a mis antepasados y a mis maestros”. La autora, que vive en Nueva York, es además editora y traductora e integra la Junta de la Alianza Literaria Internacional de Armenia.
“El lenguaje es un sistema con reglas autoritariamente cosificadas -sostiene la escritora Liliana Heer-. Contra esa cárcel, en el abismal reconocimiento de la letra, la poesía abre nuevos universos, orquesta palabras generando impensables sentidos. Sabemos que, desde hace varios siglos antes de Cristo, la poesía era cantada; los poetas se acompañaban con la lira para ser entendidos por todos. Los festivales son la continuidad de aquellos aconteceres, fomentan la tradición oral y, por ende, promueven el encuentro de diferentes puntos de vista sobre el más acá de lo individual y el más allá de lo comunitario”.
“Libertad, una palabra que es un sembradío de resonancias, nuestro famoso grito sagrado, una música, la desobediencia y el sueño emancipatorio de mujeres y hombres que fundaron la república -define la escritora Mercedes Araujo-. Libertad y poesía, es natural pensarlas juntas. En ambas hay implicación, memoria y lazo. La poesía es resistencia a la lógica del recurso y de la dominación. En estos tiempos en los que la violencia pública y privada arremete, la mercantilización arrasa y la arrogancia humana destruye el planeta, es fundamental encontrarse y pensar. El FIP tiene una larga historia en generar intercambios, cuatros días en los que la poesía, que siempre nos requiere alertas, se instala en nuestra ciudad”.
A las 19.30, luego del espectáculo musical a cargo de Diego Frenkel (y antes del brindis), el escritor y traductor español Juan Manuel Rodríguez Tobal leerá poemas como el que sigue: “Bocasanta. / El río en el ciruelo y la niñez amarga. / Desde entonces me cuento entre las flores./ Siempre fuera,/ me cuento entre las flores que no cuentan”.
“Las flores que no cuentan: este es el territorio de la poesía -dice Rodríguez Tobal a este diario-. Un territorio que es a la vez refugio y espacio de libertad. Estar entre las flores que no cuentan es una manera de estar que inquieta a los que creen que ellos son los que cuentan. Por eso a los poetas se los silencia enseguida. Porque la poesía, fuera de los comercios de los hombres, es enemiga de los autoritarismos, y los poetas son seres rebeldes que alzan siempre su voz contra la injusticia. Festivales como el FIP de Buenos Aires contribuyen a conseguir que esas almas sin número que se les acerquen vean que hay un espacio para la reflexión, para la sensibilidad y para la vida desde el estar sin nombre de la palabra libre, la que nos hace humanos, solidarios e iguales en ese aroma pobre de las flores que no cuentan”. Aráoz y Horacio Pérez Losada oficiarán de anfitriones.
El jueves, el FIP se traslada a La Botica del Ángel (Luis Sáenz Peña 543) donde, a partir de las 18, leerán la boliviana Vilma Tapia Anaya, Rubén Balseiro y Martina Cruz. Luego, Osvaldo Rossi, María Candelaria Rojas Paz, Ricardo Di Mario y la mexicana Kary Cerda avanzarán sobre los dominios del amor. A las 19, está prevista la performance de Peter Pank basada en poemas de Vera Valdor. Y cierran la jornada los poetas Osvaldo Raúl Burgos, Augusto Munaro, Gerardo Lewin y la uruguaya Paula Simonetti.
En el Museo Sívori (Av. Infanta Isabel 555), el viernes, a partir de las 16.30, se darán cita Koundakjian, Burgos, Rodríguez Tobal y Celeste Diéguez. A las 17, tres escritoras -Tapia Anaya, Cruz y Heer- serán presentadas por la escritora Ana Arzoumanian.
También el viernes, pero a las 19, en el Centro Cultural Macedonia (Sarmiento 3632), leen Rojas Paz, Munaro, Lewin y Di Mario, con la coordinación de otro poeta, Enrique Solinas, que presentará a Alferai, Rossi, Cerda y Felicitas Castillo.
En simultáneo, la Escuela de Poesía el FIP ofrece talleres. La escritora y periodista Paula Margules dará este jueves, a las 17, en el Parque de la Estación, el taller presencial “El humor en la poesía”. Y el viernes a las 18, el escritor y editor Luis Chitarroni brindará el taller virtual “Las palabras de la tribu”. Ese mismo día de 10 a 12, varios poetas concurrirán a la Escuela N° 1 Juan José Castelli, para conversar con los estudiantes.
El artista Damián Casarrubia exhibirá el sábado, de 18 a 21, una instalación en la sede de la SEA (Bartomomé Mitre 2815, 2° piso, oficina 226) y pintará una obra en vivo, mientras tres grupos de poetas leen y dialogan con el público. A partir de las 18, el FIP se despide con una “Sinfonía de ángeles y demonios”, en la que participan todos los invitados, y con el espectáculo del cantante y compositor Facundo Monti, Canciones para un viejo amor. “Algún día sabremos, o quizás nunca sepamos -decía en una entrevista Jorge Luis Borges- si hemos sido libres o no”. Intentarlo vale el esfuerzo.
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