Palabras ascéticas
ORACULO PARA DONES FATUOS Por Osvaldo Ballina-(Ediciones al Margen)-140 páginas-($ 22)
El gesto poético del poeta platense Osvaldo Ballina (al borde de la veintena de libros publicados) alcanza en Oráculo para dones fatuos un grado de ascetismo poco menos que extremo. Esta línea poética tuvo un anticipo en El caos luminoso (2002). Tal dicción cobra la engañosa sequedad de un sendero bordeado por piedras y por alguna enigmática maleza: "cauces,acequias de tu cielo, si es tuyo;/ de la tierra, si es cierta, cantan algunos/ en el caserío de la peste".
Cáusticos, reducidos a un mínimo de expresión por debajo del cual la lengua acaso quedaría entregada a su vacío germinal, los versos de Ballina parecen sugerir que el poeta se siente inmerso en un mundo fragmentario, cuyos valores están en plena bancarrota. En este orbe, el lenguaje -siempre insuficiente- y el habla individual han ido vaciándose cada vez más de contenidos. El escritor se enfrenta con la ardua misión de romper la cadena de los signos para (tal es su utópico sueño) reconstruirla sobre otras bases. Cantar (¿por qué no?) desde sus ruinas, para aspirar a la trascendencia.
Es así como, en la primera parte, "Conjuros", el poeta intenta exorcizar el sí mismo egolátrico hasta hacer pie en el mundo primigenio donde "hiberna la serpiente" , "las cosas crecen en la sinrazón" y "el aire lleva violencia de parición". Y es así, también, como "todas las noches, el raro va al basural de la pródiga peste. Hurga en el aire, no en los desperdicios. Busca la gracia desechada por la nueva abundancia..."
En la sección "El ojo del idiota", dividida a su vez en cuatro partes, el idiota -esto es, el inocente, el lúcido, el extranjero en su tierra, excluido de las pautas imperantes-, pasa a expresarse como puede, en esa lengua resultante del empecinado despojamiento; un hilo balbuceante, pero mucho más limpio que el habla de la banalidad: "imagen en lengua sin yo/ arena que bucea niebla/ pez en mano transparente/ nómade de él." Es un nuevo comienzo, un resurgir desde el vacío, donde "la nada será esperanza".
Es, quizá, algo muy similar a lo que expuso Paul Celan, rumano crecido dentro de la lengua de esa Alemania que a través del nazismo aniquiló a su familia y, por tanto, lengua con un contrasentido conflictivo: "Ampliar el arte? No: anda con tu arte y con tu palabra a tu estrechez más propia. Y allí ponte en libertad". Celan hacía notar ya la tendencia del lenguaje poético hacia el enmudecimiento.
Este inquietante libro de Osvaldo Ballina pretendería, en las palabras del poeta, ser la pared donde se estrelle la estupidez humana que ha desvirtuado los mejores dones: hablar, mirar, pensar, sentir. Es decir, auspiciar la parición de un nuevo lenguaje poético, un lenguaje posible, real, en un mundo autodestructivo y sin solidaridad.
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