Páginas deslumbrantes
TEXTOS PRIVADOS Katherine Mansfield Perfil Libros-Selección y compilación de C.K. Stead-Traducción: Mirta Rosenberg-352 páginas-($16)
No hay nada más melancólico que los escritos póstumos de alguien con talento y que, para colmo, murió demasiado pronto. Tal es el caso de estos Textos privados , selección de cartas, diarios y poemas de Katherine Mansfield (1888-1923), escritora notable en un tiempo en que no faltaron notoriedades, fallecida a los 34 años de una tuberculosis contra la que nada pudieron innumerables cuidados y largas estadías en la benignidad del Mediterráneo.
Nacida en Wellington, Nueva Zelanda, y educada en la cultura británica, Mansfield pertenece a la generación que supo sacudirse los prejuicios victorianos y ejercer su libertad en todos los terrenos posibles. Ligada al prestigioso núcleo de intelectuales y artistas del grupo Bloomsbury, publicó en vida tres libros de relatos - En una pensión aleman a (1911), Dicha (1921) y La fiesta en el jardín (1922)-; la novela corta Preludio (1916) y gran cantidad de artículos y reseñas en diversas revistas vinculadas a quien fue su esposo, el escritor John Middleton Murry.
Precoces y luminosos, los cuentos de Mansfield captan con ironía los diversos matices de una escena o un carácter, exhiben un oído finísimo para la música del habla y condensan, a veces al modo de un poema, aquello que hace del instante algo más que un azar efímero e indiscernible. Debemos a la dedicación minuciosa y quizá exagerada de su marido la publicación póstuma de sus últimos cuentos inéditos -recopilados bajo el título Nido de paloma (1923), un puñado de relatos inconclusos reunidos en Algo infantil (1924)-, unos cuantos poemas de rara consistencia, sus diarios y varios volúmenes de su profusa correspondencia. De esos materiales, la reputación de Murry sale tan dañada que algo más que el afán de lucro debió sostener su decisión de publicarlos.
La selección de ellos que edita Perfil en una cuidadosa traducción de Mirta Rosenberg apareció en inglés en 1977 y es obra de C. K. Stead, responsable también de un prólogo excelente. El efecto del conjunto será, sobre quien se aventure a leerlo, demoledor.
Como bien dice Stead en su prólogo, lo que sorprende en estos escritos íntimos y a veces ocasionales de Mansfield es la evidencia de un sentido artístico indiscernible del sentido crítico. Eléctrica y vehemente, cargada de una urgencia que su enfermedad fue volviendo cada vez más perentoria, la escritura de Mansfield es, sin embargo, invariablemente precisa: apunta siempre al corazón de su objeto, se trate de las novelas de Dostoievski, del tormentoso carácter del matrimonio de Frieda y D. H. Lawrence, de la primera guerra mundial (donde murió su hermano), de un detalle del paisaje, de la conflictiva situación en Irlanda, de la pasión amorosa o de su propia y menguada salud.
Poseedora del "don de la proximidad" (la expresión es de Frieda Lawrence), admiradora de Chejov y orgullosa exploradora de la lengua inglesa, Mansfield puede saltar, en una misma frase, de la temblorosa fijación del momento a la humorada más explosiva. Es imposible no hacerse cómplice de su ánimo y no adoptar, con ella, la vocación de fundirse con la materia de su interés ("Cuando escribo sobre patos, juro que soy un pato blanco con ojos redondos..."). Difícil no sonreír con ella cuando afirma: "E. M. Forster nunca va más allá de calentar la tetera. Tiene una muy buena mano para eso. Toca esta tetera. ¿No está maravillosamente tibia? Sí, pero no tomaremos el té". Inevitable, también, la sensación de incómoda compasión cuando se lee, de alguien que sabe que morirá pronto: "Ayer le dije a la pobre L. M. que después de que muriera, para probar que no existía la inmortalidad, le enviaría un gusano en una caja de fósforos. Se quedó seria y perpleja".
Coherente y conmovedora, la pasión de Mansfield por la escritura está siempre ligada a la perfecta conciencia de las dificultades de su género, en un mundo de y para hombres. Y es bueno corregir, con la lectura de Textos privados , la imagen de heroína sentimental en que su breve existencia quedó fijada, para reconocer en esas páginas deslumbrantes a una de las fundadoras de una mentalidad de la que todavía seguimos alimentándonos.