Pablo Maurette: “Los clásicos nos atraviesan aun cuando no los hayamos leído”
El creador argentino de #Dante2018, la lectura colectiva y horizontal de La Divina Comedia que sacudió Twitter a comienzos de este año, está de visita en Buenos Aires. Pablo Maurette (Buenos Aires, 1979), ensayista y profesor de Literatura Comparada, vive en Chicago, donde trabaja, investiga y escribe. En 2015, con El sentido olvidado. Ensayos sobre el tacto, reveló la profundidad especulativa que se puede alcanzar gracias al sentido humano que roza superficies de toda clase. El estilo erudito y ameno de la escritura de Maurette vuelve a seducir en los cinco ensayos de La carne viva (Mardulce), su reciente libro. En esa obra, que ya se encuentra en librerías, conviven el relato de un náufrago escrito en la Edad Media con la impronta borgeana en la especulación filosófica, y la autodestrucción en la literatura (y la vida) de Jorge Barón Biza con la crueldad y el llanto en civilizaciones orientales. La edición cuenta con imágenes del artista Eduardo Basualdo, que operan como umbrales de cada uno de los ensayos.
Una vez concluida la lectura de la obra magna de Dante Alighieri, Maurette impulsó una "tuiterlectura" de el Quijote; aunque no tuvo tanta repercusión como el descenso al infierno dantesco y la posterior ascensión, convocó a lectores de todo el mundo. Becario del Centro de Estudios de Renacimiento Italiano de la Universidad de Harvard en I Tatti (Florencia), admite que no tiene pensado volver a vivir en la Argentina por el momento.
Hoy a las 19, en el Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional (Sala David Viñas), junto con Guillermo Piro, Claudia Fernández Speier y Mariano Pérez Carrasco, se dará la señal de largada de #Boccaccio2018, la nueva lectura en Twitter, esta vez del Decamerón. Durante cien días, se leerá un cuento por día.
El 1° de agosto, a las 19:30, en la sede de Mardulce (avenida Scalabrini Ortiz 874, piso 8), presentará en sociedad La carne viva. "¿Cómo es que adquiere vida la materia, la carne? El libro comienza ahí y propone pensar la creación artística y literaria como una forma de encarnación", sugiere el autor.
En la medida de un tuit, las respuestas que este adalid de los clásicos de la literatura occidental dio a LA NACION.
–¿Por qué decidiste impulsar las lecturas por Twitter?
–Ya lo había hecho hace unos años y nadie se prendió. Se me ocurrió probar de nuevo. Me parecía que era algo que podía funcionar bien, aun con poca gente. Jamás me imaginé que iba a ser tan masivo, desde luego.
-¿Y cómo evaluás el impacto de #Dante2018 y #Cervantes2018, además de otras iniciativas simultáneas de otros lectores de Ovidio y Franz Kafka?
–Creo que salió muy bien, se sumó muchísima gente de muchísimos países. Gente que no hubiera leído estas obras de no ser por la experiencia de comunidad virtual.
–¿Qué motivos hay para releer los clásicos?
–La pregunta sería: ¿por qué no leerlos? Los clásicos son clásicos porque marcaron caminos que llegan hasta hoy, y porque ofrecen visiones de la experiencia humana que trascienden los idiomas, las culturas, el tiempo.
–¿Cambia el modo de leer en la era digital?
–Puede ser. Cuando uno lee en la computadora o en el teléfono, lee rápido, muchas cosas a la vez, quizás de manera menos concentrada. Es posible que la era digital afecte negativamente nuestra concentración y nos tenga en un estado de constante distracción.
–¿Cuáles son hoy las voces que orientan a los lectores ante la inabarcable cantidad de publicaciones?
–¿Algunos críticos, tal vez? Veo que hoy en día muchos programas de radio y televisión tienen gente que recomienda libros. Flavia Pittella, por ejemplo, o Florencia Scarpatti son guías importantes en el océano de la variedad editorial.
–¿Qué características definen un clásico literario?
–Un clásico es un libro del que se puede decir que es bueno sin haberlo leído, decía Chesterton. Algo de eso hay, allende la ironía. Los clásicos nos atraviesan aun cuando no los hayamos leído. Leerlos es siempre un retorno, un camino de reconocimiento de frases, ideas e imágenes.
–¿Qué se necesita para participar de #Boccaccio2018 y qué podemos esperar los lectores?
–El texto y una cuenta de Twitter. ¿Qué pueden esperar? Mucha diversión, entretenimiento del mejor: sexo, mentiras, aventuras, curas degenerados y monjas lascivas. ¿Qué más se puede pedir?
–¿Tu nuevo ensayo, La carne viva, se emparienta con el libro anterior sobre el tacto?
–Aborda temas referidos al espectro que existe entre lo literal y lo metafórico, en referencia al cuerpo vivo. El sentido olvidado se centra en superficies, en roces e impactos, y La carne viva trata de llegar a lo profundo del cuerpo donde se gesta la sensibilidad estética.
–¿Por qué elegiste ese tema como eje de un ensayo literario filosófico, si ese es el género?
–La escritura de ambos libros fue producto de una serie de intereses, fijaciones, obsesiones y fascinaciones. Me pareció que eran temas con los que todo lector podía identificarse porque tienen que ver con la mera experiencia de estar vivo y ser afectado por el mundo.
–¿Cuál es el método para escribir libros entretenidos y al mismo tiempo eruditos?
–Escribo lo que a mí me gustaría leer. La erudición es siempre un medio, un artefacto, un gusto más que un fin en sí mismo. Trato de que no sea solemne, de invitar al lector a entrar en vez de expulsarlo con oscuridades. Ese es mi intento.
–¿A qué escritores contemporáneos seguís, dentro y fuera de Twitter?
–A Pola Oloixarac, a Pedro Mairal, a María Gainza. Me gustan mucho Knausgaard y Krasznahorkai también, que no están en Twitter.
–¿Qué mirada tenés sobre la vida cultural en la Argentina? ¿Qué falta para desarrollar la cultura en el país, además de presupuesto?
–Vivo en el exterior hace 14 años y mi mirada está distorsionada por una combinación neurótica de nostalgia y hastío. Veo una obsesión constante de muchos escritores e intelectuales por ser políticamente relevantes de manera explícita, un tanto chabacana tal vez.
–¿Es tan evidente ese afán?
–Me parece que eso va en detrimento de la calidad artística y de la densidad cultural de un proyecto. Por otro lado, la Argentina tiene una energía cultural y un hambre de cultura envidiables, que no existe en muchos otros lugares.
-¿Qué relaciones se establecen en tu nuevo libro entre la carne como núcleo dinámico y la creación artística?
-Partí de la base de que el arte y la literatura tienen la cualidad de poder afectar, y movido por la convicción de que los personajes existen más allá de las letras que los componen, pensé en la creación artística como forma de encarnación y en la obra como "carne viva".
–¿Por qué la literatura tiene el poder de actuar en dos tiempos: el tiempo del archivo o documento y el de obra viva del presente?
–La buena literatura trasciende un tiempo y lugar específico. Macbeth es inconcebible sin el ascenso al trono de Jacobo I, que venía de Escocia y era experto en demonología y brujería, pero a la vez sus temas son universales y actuales.
–¿Vas a escribir ficción literaria?
–Escribo ficción. Escribí una novela que saldrá el año que viene por Mardulce, se llama "La migración". Es la primera que se publicará. Escribí una novela antes, se llamó "La edad de bronce", pero va a quedar en el olvido que se merece.
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