Pablo Avelluto: “Estoy de acuerdo con la derogación de la ley de precio fijo de los libros”
En respuesta a la polémica que generó el proyecto del presidente Milei, el exministro de Cultura de Macri se para en la vereda de enfrente de la mayoría de la industria editorial; en cambio, apoya la continuidad del Fondo Nacional de las Artes y destaca la labor de las bibliotecas de la Conabip
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Se siguen sumando voces al debate por la derogación de la ley 25.542, conocida como Ley de Defensa de la Actividad Librera, propuesta en la “ley ómnibus” que ayer envió al Congreso el presidente Javier Milei. Tras los comunicados de repudio de la Cámara Argentina del Libro, la Fundación El Libro y la Cámara Argentina de Librerías Independientes, el exministro de Cultura de la Nación durante el gobierno de Cambiemos, Pablo Avelluto, se mostró a favor de la derogación de la ley. “El mercado va a tender a autorregularse”, dijo en diálogo con LA NACION.
En redes sociales y en medios de comunicación, Avelluto fue y es crítico del “estilo” de Milei, al que califica como un ultraderechista; su tuit fijado es “Yo no voto a Milei. Punto”. No obstante, defiende este cambio.
“Estoy de acuerdo -sostiene-. Sé que es una posición minoritaria dentro del sector, pero otros países la tienen, en especial Estados Unidos, y funciona. El mercado va a autorregularse. No le temo tanto a la competencia con las grandes superficies sino, como pasó en Estados Unidos, a la venta online, que va a tener un enorme impacto, porque se va a poder vender libros sin tener una librería física, a la calle, y eso va a ahorrar costos y permitirá tener precios más bajos”.
Si la ley se deroga, las librerías chicas recibirán un duro golpe y corren el riesgo de desaparecer. “Las independientes van a tener que reconvertirse y brindar un mejor servicio, buenos catálogos y una oferta más segmentada; eso les va a permitir sobrevivir, como pasa en otros mercados -reflexiona Avelluto, que trabajó en el sector editorial para grandes grupos-. Lo que veo más complejo tiene que ver con los autores. Los contratos de las editoriales establecen regalías a través de un porcentaje del precio de venta, que ahora es fijo. Si esto se deroga, las editoriales van a tener un precio mínimo al que van a vender los libros a los libreros, menor al del precio de venta, por lo cual los porcentajes de las regalías deberían subir. A esto se suma otro problema, que no está previsto en esta ley, y es la tradición de las liquidaciones semestrales de derechos a los autores, que los perjudica enormemente”.
Si un libro tiene un precio de venta al público de diez mil pesos, cobra a las librerías seis mil pesos. El autor recibe mil pesos (un 10% del valor comercial). “Si se deroga la ley, el editor no va a saber a qué precio el librero vende el libro, lo único que va a saber es cuánto cobra por cada libro vendido -detalla-. El único elemento estable para determinar las regalías es el precio neto, que es lo que sucede con los libros electrónicos. El monto que le va a facturar al librero es menor del precio de venta de los libreros, algunos lo venderán a ocho mil, otros a doce mil, pero el editor recibe seis mil; por eso, los autores deberían exigir un aumento del porcentaje que compense lo que perderían de recibir”.
1. ¿Sabés que la ley 25.542 de precio uniforme de venta al público y de Defensa de la Actividad Librera establece que los editores deben fijar el precio de venta de los libros y que debe ser el mismo en todos los puntos de venta?
— #FED23 : Feria de Editores (@FEditores) December 28, 2023
“La regulación del mercado se dará, sobre todo, porque las editoriales van a sugerir precios en sus listas -agrega-. Los márgenes del negocio para los libreros no son grandes. Tampoco creo que las grandes superficies desarrollen librerías porque los libros son caros para un negocio como el de los supermercados, además de que el mercado del libro no es grande. La venta online sí va a generar cambios en el negocio del libro”.
En cambio, a Avelluto el cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA) propuesto en la “ley ómnibus” le parece una medida extrema y criticable. “Siempre estuve en contra de que se recaude a través del dominio público pagante porque el dominio público es público y no se debería pagar nada -admite-. Eso no implica que el FNA deba desaparecer; al contrario, debe tener financiamiento estatal y crecer en cuanto al número de becas y premios, y sobre todo debe actuar como un banco para los artistas y brindar préstamos”. En su opinión, el FNA debería ocuparse de muchas de las funciones de la Secretaría de Cultura. “Es más independiente de la gestión y tiene elementos muy positivos -dice-. El Instituto Nacional del Teatro también se puede mejorar, como lo hicimos nosotros”.
Por último, concuerda con que se evalúe el trabajo que hacen las bibliotecas asociadas a la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). “Por mi experiencia, es una labor muy valorable -destaca-. Y la tasa que se cobra al juego no me parece necesario eliminarla, ya que se destina a una red de instituciones de la sociedad civil muy apreciada en todo el país, como es la Conabip. Me parece apresurado”.
Para editores y libreros independientes, derogar la ley es una “mala idea”
En un comunicado de nueve puntos difundido hoy, firmado por decenas de editores y libreros independientes del país, se rechaza la propuesta de la “ley ómnibus” de derogación de la ley de defensa de la actividad librera. Para los firmantes, esta ley es importante porque “pone el acento de la competencia en la atención al público, la recomendación y selección de los libros y no en el descuento que se puede hacer en base al poderío económico”. Por otro lado, destacan que el consenso sobre esta ley es “ampliamente mayoritario”.
1. ¿Sabés que la ley 25.542 de precio uniforme de venta al público y de Defensa de la Actividad Librera establece que los editores deben fijar el precio de venta de los libros y que debe ser el mismo en todos los puntos de venta?
2. ¿Por qué es importante? Al establecer un precio único para toda la cadena de venta, se pone el acento de la competencia en la atención al público, la recomendación y selección de los libros y no en el descuento que se puede hacer en base al poderío económico. La ley parte de la premisa de que las librerías son espacios fundamentales de la vida cultural y en la cadena de valor del libro.
3. Uno de los malentendidos más comunes es que, si se elimina la ley de precio fijo, el precio de venta al público cae, lo cual ha resultado falso en varios países.
4. En un principio, vemos ofertas de los grandes jugadores que pueden acceder a comprar mayor cantidad de unidades, por ende con mayor descuento, y trasladan ese descuento al público. Ganan cuota de mercado y disminuyen drásticamente la cuota de los pequeños jugadores hasta hacerlos desaparecer o marginar su rentabilidad. Liberados de una competencia fuerte, vuelven a subir los precios. A mediano plazo no funciona.
5. Los jugadores de mayor tamaño obtienen un gran descuento de parte de las editoriales en un primer momento porque ofrecen comprar volumen; luego, cuando han monopolizado una cuota de mercado mayoritaria, retiran ese descuento (caso Amazon) y fijan un descuento menor ante la falta de competencia. Este ciclo se observó en varios países.
6. Hay una estrecha relación entre los países que tienen ley de precio fijo y un robusto entramado de librerías independientes. Es el caso de España y Argentina.
7. No es casual que países que promueven al libro como bien cultural fundamental y poseen mercados editoriales desarrollados y diversos, tengan un extendido consenso acerca de la protección de las pequeñas y medianas librerías, como es el caso de Alemania, Corea del Sur, España, Italia, Japón, México, Noruega, etc. En Argentina, el consenso a favor de esta ley es ampliamente mayoritario.
8. Al empezar a cerrar las librerías independientes, desaparecen los puntos de venta de las pequeñas editoriales. Luego desaparecen las pequeñas editoriales.
9. Las compras a gran escala suelen favorecer y financiar los libros de mayor rotación en detrimento de la bibliodiversidad. Es decir que se exhibirán solo los libros que se venden más. La falta de exhibición genera una menor venta, lo cual a su vez disminuye la rentabilidad de un negocio pensado a escala.