Otro récord de Eduardo Costantini en subastas: pagó US$28,4 millones por la obra más cara de Leonora Carrington
El fundador del Malba fue uno de los seis postores que pujaron en Sotheby’s por “Las distracciones de Dagoberto”, pintura que alcanzó un valor nueve veces superior al anterior registrado por su creadora en un remate
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Fue otra noche memorable en la sala de ventas de Sotheby’s de Nueva York. Seis postores pujaron por Les Distractions de Dagobert (Las distracciones de Dagoberto), pintura de Leonora Carrington, que logró un récord nueve veces superior al anterior registrado por la artista en subastas al venderse por 28,4 millones de dólares. El comprador allí presente fue Eduardo Costantini, fundador del Malba y reconocido al año pasado con el Premio arteba al Coleccionismo.
“Es una pintura icónica, una de las obras más admiradas en la historia del surrealismo y una obra maestra incomparable del arte latinoamericano –dijo Costantini en un comunicado difundido por Sotheby’s -. Yo fui el segundo mejor postor cuando ella alcanzó el récord de la artista hace 30 años y esta noche, una vez más, ¡hicimos un nuevo récord en una subasta! Esta obra maestra formará parte de una colección donde, entre otras, también se encuentran dos obras importantes de Remedios Varo y otra de Frida Kahlo que batió récords”.
Esta última, Diego y yo, es la más cara del arte latinoamericano vendida en subastas desde que Costantini pagó por ella en 2021 34,8 millones de dólares, también en Sotheby’s. Actualmente se exhibe en la Bienal de Venecia, como parte de las muestras curadas por Adriano Pedrosa. Es la primera ver que la artista mexicana participa de este encuentro internacional, en cuya edición anterior se exhibieron dos obras de Remedios Varo también cedidas por el coleccionista argentino.
Carrington y Frida se conocieron en 1944, mientras esta última pintaba postrada La columna rota. Los autorretratos de ambas habían coincidido dos años antes en una muestra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York: Kahlo se representó con una larga trenza recogida sobre su cabeza, que formaba la figura del infinito; Carrington, con una voluminosa melena despeinada y las piernas abiertas. En 2017, sus obras volvieron a compartir sala en el Malba, en el marco de la muestra México moderno. Vanguardia y revolución.
Ahora Carrington -nacida en Gran Bretaña en 1917 y radicada en México, donde murió en 2011- se convirtió en la cuarta artista surrealista con mayores ventas de todos los tiempos -superó a Max Ernst y a Salvador Dalí-, la quinta mujer con mayores ventas de cualquier época y la británica mejor cotizada en subastas. Lo logró con una obra que se vendió por primera vez en Pierre Matisse Gallery de Nueva York y salió a subasta pública por primera vez en tres décadas, y que según Sotheby’s “revela un reino de posibilidades infinitas, donde lo divino y lo terrestre, la flora y la fauna se entrelazan en una danza cautivadora”.
La casa de subastas agrega que esta pintura, creada por Carrington a los 28 años en “la apoteosis” de su carrera, “ofrece un manifiesto del mundo visual que se desarrolla a lo largo de su producción posterior. Citando iconografía e ideas de fuentes que van desde la historia europea medieval y la literatura científica contemporánea hasta los mitos irlandeses y mexicanos, presenta una visión humanista e inventiva de un universo no como es, sino como podría ser”.
En tanto, otro argentino fue noticia en esta semana de subastas en Nueva York: el rosarino Lucio Fontana, considerado italiano en el mercado internacional, fue uno de los highlights del remate de arte contemporáneo en Sotheby’s. Una obra de su famosa serie Concepto espacial se vendió el lunes por US$22,9 millones, y superó así a una pieza récord realizada en conjunto por Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat.
“¿Quién es Leonora Carrington? Quizá alguien que ha sobrevivido hasta ahora con mucho cabrón trabajo, como se dice en México. Por eso tampoco me gusta que me llamen musa.” Eso sostenía al referirse a sí misma, mientras pitaba un cigarrillo tras otro a los 75 años, la artista y escritora inglesa que impactó al mundo con sus misteriosas imágenes surrealistas. La misma actitud indómita se percibe en las mujeres que pintó.
Criada en una familia aristocrática que le agendaba clases de equitación y esgrima, Carrington comenzó a cuestionar desde muy chica el rol que se esperaba de ella. Creía en que la igualdad para las mujeres “solo se concretaría después de que ellas aprendieran a decir ‘no’, lo hicieran en serio y se mantuvieran firmes hasta que consiguieran lo que les pertenecía por derecho”, según recuerda Salomon Grimberg en el catálogo de la muestra del Malba.
Ella dijo “no” por primera vez a los veinte años, cuando rechazó su vida acomodada para encontrarse en París con el artista alemán Max Ernst, casado y 26 años mayor. Con él frecuentó a André Breton, Joan Miró, Pablo Picasso y Salvador Dalí. “Era un grupo compuesto por hombres que trataban a las mujeres como musas. Eso era bastante humillante”, reconoció en una entrevista publicada en 1993 por el diario español El País.
Volvió a decir “no” cuando la internaron en un hospital psiquiátrico en España, después de que el artista alemán fuera enviado por los nazis a un campo de concentración. Atada de pies y manos, desnuda sobre sus propios excrementos, le dijo “no” a la locura. Y eligió, una vez más, el arte como salvación.
En Memorias de abajo (1943) registró aquel descenso al infierno, ya radicada en México después de una corta estadía en Nueva York. Se divorció de Renato Leduc, el escritor que la ayudó a emigrar de Europa, y formó una familia con el fotógrafo húngaro Emerico Chiqui Weisz, compañero inseparable de Robert Capa. Allí se reencontró también con muchos de los surrealistas que había conocido en París, entre los cuales se encontraba la española Remedios Varo, y sorprendió con sus pinturas al exhibirlas en una mueblería.
“Las mejores obras de Carrington pueden incluir una especie de exorcismo de los momentos más oscuros de su historia personal -dice Sotheby´s en su sitio web, donde las compara con las de Varo y Frida-. La alegría radical y la belleza lírica tan abundantes en Les Distractions de Dagobert se vuelven más poderosas por el dolor y el horror agudos que también están presentes; su resonancia emocional es profunda y duradera”.
La casa de remates agrega que, cien años después de que Breton publicara su Manifiesto Surrealista, “no se puede subestimar la importancia fundamental de esta espectacular pintura en la historia no sólo del surrealismo, sino de la creatividad humana en general. El logro supremo, caleidoscópicamente hermoso, de Carrington es un testimonio del ingenio y la fuerza del espíritu humano”.
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