Otro baby boom: los libros para los más chicos fueron tendencia en el año de la pandemia
Durante la extensa cuarentena hubo un baby boom literario: los libros creados especialmente para la primera infancia se convirtieron en un fenómeno de ventas, a pesar del contexto crítico. Según coinciden libreros y editores de literatura infantil, este año aumentó la demanda del segmento de libros de cartoné, esos que son de formato cuadrado chico y papel a prueba de tironeos y mordeduras. Y aumentó, también, la oferta: varias editoriales se sumaron a la tendencia con colecciones nuevas que ofrecen poesía ilustrada, canciones, juegos y hasta accesorios de encastre.
Hay con tapas y hojas duras, algunas flexibles y plásticas para meter en el agua; con ventanas para descubrir lo que hay debajo, como la serie Munari (Niño Editor) y páginas desplegables; con títeres de dedo; con códigos QR para escuchar música; juegos didácticos. Pero, más allá de los ingeniosos recursos para atraer la atención de los más chicos, lo interesante de la nueva ola de libros para bebés es que traen contenidos de calidad. Poemas ilustrados, letras de canciones que conocen del jardín, cuentos breves que juegan con los sonidos, las palabras, las formas, los animales.
Una “prueba” de que la primera infancia es un nicho que atrae a las editoriales, los autores y el público son las charlas y talleres dedicados al tema que hubo en el último Filbita. Por un lado, una clase magistral de Yolanda Reyes, “escritora, ensayista, periodista, editora, promotora, librera, bibliotecaria, activista de la primera infancia, investigadora y formadora de lectores, escritores y docentes”, como la definió el jurado del Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil que en septiembre pasado la eligió por unanimidad como la “gran representante del mundo de la literatura infantil y juvenil en Iberoamérica”. Además, Filbita organizó el taller “Los bebés también leen”, de Cintia Roberts y Roberta Iannamico, y otro a cargo de Raquel Franco, de Pequeño Editor, sello pionero en el país en editar libros para los más chiquitos con su excelente colección Los duraznos.
Titulada como su reconocido ensayo de 2016, La poética de la infancia (Comunicarte), Reyes resaltó en su charla que en la fundación Espantapájaros, proyecto cultural de animación a la lectura y expresión artística que funciona en Bogotá desde 1990 y que ella dirige, realizan lecturas y actividades narrativas para bebés desde los ocho meses. “Las canciones de cuna son una conversación, un diálogo con el bebé, que puede continuar con la invención de cuentos y la lectura”, dijo. Entre los libros que recomendó para empezar a leer figura Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak, que es “uno de los más mordidos de la biblioteca de Espantapájaros”: una señal de que los chicos lo piden una y otra vez.
Para desarrollar la colección Los duraznos, Franco y sus colegas de Pequeño Editor siguieron la línea que plantea Reyes en sus ensayos: “Creamos la colección en 2016, cuando fue posible imprimir en la Argentina libros de cartoné (recomendados para chicos de 0 a 3 años) y porque vimos que faltaba material de calidad para la primera infancia. Seguimos lo que ya había planteado Reyes no solo acerca de la importancia de la lectura en esa etapa del desarrollo sino respecto de la calidad literaria. Investigamos el desarrollo del lenguaje, la importancia de la lengua materna, de la sonoridad. Inicialmente buscamos producir relatos y narraciones no solo a partir de palabras aisladas sino que hubiese una secuencia narrativa y fuimos incluyendo canciones, que son clave por la gran sensibilidad al ritmo y a la música que tienen los chicos”, dijo Franco a LA NACION.
Buena parte de los 18 títulos de la serie son “libro más canción”: están basados en temas populares o de músicos como el Dúo Karma, Mariana Baggio, el grupo Koufekin. El último que editaron es una canción popular que hizo conocida Luis Pescetti, llamada “Dos gatos”. Todos tienen código QR para escuchar el tema o ver un video. Hay también con adivinanzas, con poemas, juguetes y números como Cinco besos, de Ruth Kaufman y Diego Bianki, que invita a jugar a través de las partes del cuerpo de un perro y de un bebé.
“Es una colección muy querida para nosotros por el nivel de investigación y trabajo que le hemos puesto en la búsqueda de los textos y en la construcción teórica que desarrollamos para hacer la mejor serie posible”, agregó Franco y adelanta que para el año próximo editarán uno con texto de Federico García Lorca. “Durante los primeros años estábamos solos y ahora ya es una tendencia muy clara del mercado, como si se hubiese abierto un nuevo público. Ojala que no se banalice el contenido, que no se convierta en armar rimas sencillas y que conserve la preocupación por los textos de calidad. Los duraznos se popularizó, vemos a los chicos interactuar con el material, hablar, cantar. Es muy conmovedor”, completó la editora.
Entre los libros recientes que se destacan por la calidad literaria está Bienviento, de Roberta Iannamico y Sabrina Schürmann, de la colección Primera poesía del sello Ojoreja. Este año fue elegido en la categoría Libros para bebés del premio Los Destacados de Alija. Otro título de la misma serie es Dormir sin almohada, de Jorge Luján y Natalia Colombo, que habla sobre los sueños.
Carola Martínez, autora, editora y librera de la tienda virtual Donde viven los libros, confirma que son una tendencia: “Durante la pandemia, los libros para bebés fueron uno de los ejes más importantes de venta. Nos cambió mucho el tipo de clientes: son más jóvenes y están muy pendientes del material para sus hijos. Las editoriales se pusieron a trabajar siguiendo lo que hizo en su momento Pequeño Editor. Se sumó después Ojoreja, con unos libros muy hermosos, y ahora se expandió. En general, tienen el mismo tipo de estructura y están escritos por poetas. A la par del boom, salió un ensayo de María Emilia López, una de las principales investigadoras del tema, que se llama Pájaro de aire y habla de ‘la pedagogía de la ternura’: la idea de llenar la primerísima infancia de poesía”.
Entre los favoritos de las libreras de Donde viven los libros están Cocorococó, de Didi Brau y Cristian Montenegro (Los Duraznos); Bienviento; Limón y Arbol, ambos de Antonio Rubio y Óscar Villán, del sello español Kalandraka, “los precursores del género”. Entre los más antiguos eligen los de Satoshi Kitamura, Gato tiene sueño y Perro tiene sed, y los de Anthony Browne, como Cosas que me gustan (todos publicados en el país por Fondo de Cultura Económica), “que han acompañado a varias generaciones de bebes”. Los de Browne rondan los 1500 pesos, pero los demás se consiguen desde aproximadamente 550.
Otra librera especializada en literatura infantil, Tamara Cefaratti, de Vuelvo al Sur, coincide con el aumento de la demanda de estos libros. “Han salido muchos libros para los más chiquitos, desde los seis meses a los 3, 4 años. Hay una gran variedad de ediciones en formatos, tamaños y calidades diferentes. Para los bebés de hasta un año, aproximadamente, hay muchos con texturas como el plástico, la goma eva, por ejemplo los de Librum, que tiene la colección Yoyo Books, con libros con juegos, encastres, sonajeros, sonidos. Son muy coloridos, tienen pocas palabras y muchas imágenes. Se vendieron mucho durante los primeros meses de cuarentena: más que para otras franjas de edad”, asegura. Sus recomendados son Pasará, pasará, de María Inés Bogomolny, Mirta Goldberg y Mariana Ruiz Johnson (Ojoreja); Encuéntrame en la selva, de Natalie Marshall (Edelvives); De cabeza, de Stéphane Kiehl (Océano Travesía), y ¡Qué lío!, de Ivanke y Mey (Arte a Babor / Lecturita).
De la nueva colección “Había una vez un cuadro”, en ¡Qué lío! los autores e ilustradores invitan a jugar con los colores, las formas y las figuras. Está inspirado en las obras de Kazimir Malevich, pero no pretende enseñar arte ni historia sino que convoca a los lectores a imaginar escenas y personajes a partir del estilo de Malevich. Esta serie de libros de arte para la primera infancia están centrados en cuatro artistas: Henri Rousseau, Franz Marc, Malevich y Van Gogh. Cada uno tiene el sello de un autor e ilustrador diferente: Cynthia Alonso, Ana Sanfelippo, Ivanke & Mey y Pablo Picyk.
En coedición con Gerbera, Lecturita también sacó este año la colección Crecer, integrada por siete títulos que tienen tipografía amigables para lectores con dificultades como la dislexia. Todos van por la segunda edición y la semana próxima saldrán otras tres novedades.
A las series nacionales clásicas para los más chicos, como Buenas Noches, de Norma; Los caminadores, de Sudamericana, que ya cumplió los 20 años; los de Atlántida, los de Unaluna y los de la serie Lima, de Loqueleo, con genialidades como los libros de Ema Wolf, se agregaron este año nuevas propuestas de sellos independientes como Periplo, Ralenti y Pípala, que acaba de sumarse a la “movida cartoné”.
Ralenti sacó la colección Miniaturas, dirigida a niños de 0 a 4 años, con textos de Laura Wittner e ilustraciones de Clau Degliuomini y Cristian Turdera, entre otros. La de Periplo se llama Los chiquitines y tiene títulos de Wittner ilustrado por la artista Pum Pum (Luna y la luna) y Gastón Caba (La nana del ananá). También, uno de Sabina Schürmann (Los duendes de la tierra), que publicó Zim Zam en la colección nueva de Pípala. Después de publicar unos 65 títulos a lo largo de once años, el sello infantil de Adriana Hidalgo lanza este mes como novedad cuatro libros para bebés: Animales en movimiento, de Verónica Jofre; Toto se disfraza, una serie clásica sueca de los años 70 que tiene actualidad porque habla de la identidad de género; Zim Zam; y El tiempo tiene nombre, de la española Laura Romero, vinculado con la pedagogía Waldorf. “La idea es seguir creciendo con esta ‘subcolección’ dentro de Pípala. Es una ‘pata’ en la que me hace mucha ilusión incursionar un poco más”, dijo Clara Huffmann, editora de Pípala
“En la librería tenemos mucha variedad. Este año fue lo que más vendí. Lo que pasa a veces con los libros de este género es que algunas editoriales usan un formato de cartoné pero el contenido no es para bebés: tienen mucha información o tonos pasteles. Y los padres buscan, en general, los que tienen texturas, sonidos, los que son llamativos y, entonces, muchas veces los buenos no venden o no tanto como los otros”, explica Betina Cositorto, de la editorial y librería Nazhira, que para el 2021 prepara cuatro libros para bebes escritos por Canela.
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