Osvaldo Ferrari: “Los restos de Borges deberían ser repatriados. Él quería estar en Recoleta”
El periodista y autor de la edición definitiva de “Los diálogos”, aquellas conversaciones que mantuvo con el máximo autor argentino entre 1984 y 1985, vuelve sobre un tema que fue tabú mientras vivió María Kodama
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Parafraseando el hit de uno de los grupos de rock favoritos de Jorge Luis Borges, Pink Floyd, hay en las librerías otro “ladrillo” en el muro borgeano. En un año dominado por la figura de Borges, en parte por el centenario de la publicación de Fervor de Buenos Aires, su primer libro de poemas, y en parte por el fallecimiento de su viuda y heredera, la escritora y traductora María Kodama, el sello Seix Barral lanzó, en un solo volumen de casi ochocientas páginas, la edición definitiva de Los diálogos, de Borges y el escritor y periodista Osvaldo Ferrari. Reúne los 118 diálogos radiofónicos que mantuvieron, entre 1984 y 1985, cuando Borges tenía 85 años y Ferrari, 35. Por ahora cuesta $ 17.900.
Borges fue tema de debate público, además, por el inesperado desenlace que tuvo su legado y el de su viuda, que recayó en los cinco sobrinos de Kodama. La abogada María Victoria Kodama preside actualmente la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, creada por su tía el 24 de agosto de 1988. Ahora, Ferrari propone un tema tabú mientras vivió Kodama: la repatriación de los restos de Borges, que descansan en el cementerio de Plain Palais, en Ginebra. “De ninguna manera pienso que él hubiera querido morir en Ginebra, él quería estar en Recoleta”, afirma.
El proyecto de reedición de los diálogos del periodista y escritor con el autor de Ficciones en un solo volumen fue producto de la mímesis. “Les mostré a los editores de Planeta en España la edición japonesa y ahí nomás pensaron en hacer una edición, incluyendo los tres libros -dice Ferrari-. Esa idea vino de Barcelona a Buenos Aires, donde las estupendas editoras Mercedes Güiraldes y Adriana Fernández le dieron forma”.
Ferrari destaca que el interés por la obra de Borges se acrecienta año a año. “A diferencia de otros autores que, en general después de la muerte, suele declinar, en el caso de Borges es extraordinario porque no para de crecer. Esto tiene que ver con varios aspectos; hay disciplinas científicas que encuentran concomitancias con la obra de Borges. El científico argentino Alberto Rojo, desde Estados Unidos, escribe Borges y la física cuántica, acá Guillermo Martínez publicó Borges y la matemática. Se lo considera un antecedente de Wikipedia. La proyección va por muchos canales culturales; Borges aparte de ser el escritor que fue, se volvió un fenómeno cultural. Yo creo, sin exagerar, que en el futuro se va a hablar de formas de culturas borgeanas”.
-¿Qué serían esas formas?
-Se da algo extraordinario que pude descubrir a lo largo de los diálogos: Borges ha sido el gran pensador literario de nuestro tiempo. A diferencia del pensador filosófico, científico, religioso, místico, Borges ha sido el gran pensador literario. Es un pensar desde la literatura pero con la particularidad de la creatividad que tiene la literatura. Ese pensamiento literario creativo es el que ha fascinado al mundo. Es el arquetipo del pensador literario.
-Único en esa categoría.
-Él dio ejemplos de escritores que dieron su mayor medida en lo oral, en la oralidad. Por ejemplo, su querido Macedonio Fernández, al que calificó como genial y era extraño que lo hiciera. Hay dos hombres que calificó como geniales de su generación: Macedonio Fernández y Xul Solar. Menciona también a Rafael Cansinos Assens. En Borges, la extraordinaria dimensión literaria de su escritura se da también en la oralidad. Después de haber hecho las primeras audiciones en Radio Municipal, al oírlas yo mismo me encuentro con una dimensión nueva. Se da el hecho de que el extraordinario tono de su escritura se daba también en lo oral.
-¿Las 118 entrevistas se transmitieron todas?
-Sí, pero no son entrevistas ni reportajes, son estrictamente conversaciones. Y son la prolongación de las que teníamos en el plano de la amistad, que después pasan a ser públicas. Se difundía una vez por semana y en esa misma semana, en una página entera del suplemento cultural de Tiempo Argentino dirigido por Ernesto Schoo, se reproducía el diálogo íntegramente. Cuando sale el libro ya había un año de audiciones; fue best seller al ser anticipado por todo esto. Hubo muchas ediciones en castellano, a través de Sudamericana y Siglo XXI en México.
-¿Los tomos posteriores salieron luego de la muerte de Borges?
-Hubo dos primeros libros, Borges en diálogo y Libro de diálogos, publicados en vida de Borges. El primero lo presentamos en la Feria del Libro de Buenos Aires, en 1985, y llegamos a firmar 185 ejemplares. Él hacía una anécdota con cada número: era la creatividad ilimitada. Tenemos un extraordinario prólogo de Borges hecho el 12 de octubre de 1985, dos meses antes de su partida final de la Argentina. La crítica ha considerado a ese prólogo extraordinario. Esta difusión internacional, hacer la cultura de Borges algo universal, que da forma a una cultura argentina universal. Y se está difundiendo en China, Japón, India…
-Además de Dante, Voltaire, Henry James, Chesterton, la cultura celta y los viajes a Japón, temas universales, dialogan sobre “cuestiones argentinas”.
-En el primer tomo en particular hay mucho de fondo argentino, de las ciudades y el campo, el país visto integralmente. Inclusive tenemos un diálogo sobre la pintura, donde nos habla de su hermana pintora, Norah Borges, y de sus amigos pintores, él fue muy amigo de Pedro Figari.
-¿Preparaban un temario?
-Él no quería saber de qué íbamos a hablar hasta que se encendiera el micrófono. Yo tenía que secretamente elegir los temas y recién anunciarlo cuando comenzaba la audición. Apunté a la literatura que es aquello a lo que consagró su vida, pero dentro de la literatura a sus autores y obras preferidas, tratando de que hubiera una coincidencia que me interesara también a mí, así salía todo más naturalmente.
-¿Hablaron de María Kodama?
-No… Bueno, una vez mencionó algo sobre ella, pero dijo: “Usted sabrá quién es María Kodama”, y siguió hablando de otra cosa.
-¿La conociste?
-Estaba ella en la casa de Borges el día el primer diálogo y le ofrecí participar, pero prefirió no hacerlo. Luego me hizo un juicio que duró diez años, y yo lo gané. Estuvo cinco años en la Corte Suprema.
-¿Por qué motivo fue el juicio? ¿Por los derechos de autor de los diálogos?
-Sí. Borges me hizo cesión de derechos de autor y ella cuestionó la cesión, confundiéndola con un testamento. Diez años para que la Corte expresara que no tenía nada que ver con un testamento y era una auténtica cesión de derechos de autor válida para siempre. Ahí fue cuando LA NACION me hizo una entrevista y expresé a partir de ese momento que los libros, Borges y yo éramos libres para siempre. Con eso se dio por terminada mi relación con Kodama.
-¿Seguiste lo que pasó con el legado luego de su muerte?
-Sí. Me deja perplejo que semejante obra no quedara protegida intelectual, espiritual y materialmente. Pero, bueno, ahora se abrió una expectativa, vamos a ver cómo se procede, esperemos un buen destino. Fue sorpresivo el desenlace por ser él un hombre que consagró su vida a la literatura y produjo la mejor literatura de su país, de su siglo. Pero tenemos que esperar lo mejor.
-¿Te sorprendió que él fuera a morir a Ginebra?
-Él me dijo que siempre que estaba en Europa y llegaba la Navidad, prefería pasarla en Ginebra. Tengo entendido que estaban en Italia y luego fueron a Suiza, como era su hábito. Pero de ninguna manera pienso que él hubiera querido morir en Ginebra, él quería estar en Recoleta. Aparte recuerdo que me dijo, antes de viajar: “No estoy ni para ir a Lomas de Zamora, cómo voy a ir a Europa. Llámeme en un mes que vuelvo”. Y Borges no mentía.
-¿Entonces fue una decisión de Kodama?
-No puedo agregar nada a esto.
-En LA NACION se publicó la carta de Norah Borges, donde expresaba su asombro porque lo hubieran enterrado en Ginebra.
-Ella, que era una mujer tan noble, al igual que Borges no mentía.
-¿Se deberían repatriar sus restos?
-Hubo intentos de repatriación, pero Kodama se opuso. Pero creo que en términos simbólicos sería una obligación de todos nosotros que él viniera y pudiera estar con sus antepasados en el lugar donde quería estar. Los restos de Borges deberían ser repatriados.
-¿Antes de los diálogos ya eran amigos?
-Desde mi adolescencia fui muy amigo de Silvina Ocampo, mi gran fascinación, mi gran fascinación de la juventud, y fui amigo de Adolfo Bioy Casares también. Y en los años 1980 me encontré con Borges y nos hicimos amigos. El pintor Moisés Nusimovich, un amigo en común, sugirió lo de los programas. A Borges pareció gustarle la idea, me dijo viéramos cómo hacer y que estaba a disposición. Y al poco tiempo se pudo hacer en Radio Municipal, que tiene el antecedente de haber sido dirigida por un gran amigo de Borges y mío, una dirección felicitada por la Unesco, la de Ricardo Constantino, que reunió a todas las figuras de la cultura sin discriminar a nadie, desde las figuras más relevantes de la literatura hasta el rock. Borges lo apreciaba mucho.
-¿Borges escuchaba radio?
-No sé decirte esto. Viene de la época de la radio y el cine mudo. Tuvimos un diálogo sobre cine. Fue crítico de cine, en cierta medida. Relata la primera vez que todos iban a oír la voz de Greta Garbo y contó que todos estaban atentos y lo que dijo Garbo fue “Give me a whisky”. La transición del cine mudo al cine hablado.
-¿Hablaron de la transición de la dictadura a la democracia? Los diálogos se hicieron en esos años.
-Sí, a partir del gobierno de Raúl Alfonsín. Veía la democracia con cierto escepticismo, que era natural en él y que deriva en la manera escéptica de ver el mundo de su padres y de Macedonio Fernández. Con ese escepticismo casi familiar dijo que debíamos tener esperanza en la democracia y agregó “por qué no”. Y ayudar, colaborar.
-¿Se filmaron las entrevistas?
-Los archivos de sonido están y los tengo. Lo que hay es una filmación de Borges y yo, caminando por la ciudad de Buenos Aires.
-¿Conociste a la madre de Borges?
-La vi llegar a una galería de arte, pero ni siquiera llegamos a hablar. Hice un diálogo con Borges sobre ella, porque fue una mujer magnífica, clave en la obra de Borges, clave en el sentido de que fue amanuense de esos dictados. La primera compilación de la obra completa de Borges está dedicada a ella, a Leonor Acevedo.
-El libro de Seix Barral incluye una sección de diálogos inéditos.
-Pasó una cosa a lo largo del tiempo: teníamos diálogos completos y Borges llamaba porque quería continuar. Y acá hay una de las claves, el pensamiento de Borges a esa altura de su vida se agolpaba en su mente y él necesitaba expresarse. Y el diálogo fue el canal ideal para que ese volumen de pensamiento que él necesitaba saliera de él, necesitaba volcarse en palabras, vaciarse de palabras. El diálogo fue la canalización ideal para él. Habían quedado diálogos sin publicar, que ni siquiera habían salió en la radio.
-¿No hablaron del dinero?
-Para la gente de su generación no estaba bien visto hablar de dinero. Menos en un escritor. Tenemos un diálogo que se llama el estoicismo en el cual se ve la disposición estoica de Borges, tan propia de un escritor que consagró la vida a la literatura.
-¿Leíste el Borges de Bioy Casares?
-Aparezco siete veces en ese libro. Me parece magnífico y muchas veces me han preguntado por el desenfado con el que hablan ellos de otros autores en ese libro. Yo contesté que eso tiene que ver con la educación que recibieron, un poco a la inglesa, que como norma dice hay que decir la verdad sea la que sea. Ellos tuvieron esa línea de pensamiento a lo largo de su vida. Lo que ellos ven lo expresan y de repente resulta algo escandaloso. Porque figuras consagradas, bajo la mirada de ellos, son cuestionables. Pero se obligan a decir la verdad de lo que piensan. Bioy llega a ser crítico hasta de su padre.
-¿Y estás escribiendo?
-Escribo poemas y ensayos. Mi mujer, Isabel Inchauspe, me insiste en que reúna unos ensayos sobre Borges. Tengo alguno publicado en LA NACION y otros La Gaceta de Tucumán. Hay una cosa estupenda: el pensamiento de Borges deriva desde el plano literario, no científico, casi en teorías. Por ejemplo, hay una versión borgeana del tiempo, hay una visión borgeana de los sueños. Y hay una visión borgeana de la ética. Hay dos pasiones que definieron a Borges: la pasión literaria y la pasión ética. No he conocido a nadie que se observara, que se revisara en el plano ético como él lo hacía, al punto que llegaba a la conclusión de que había que soñar éticamente, ser éticos aun en el inconsciente. Para él era fundamental la ética en todo, la ética hasta las últimas consecuencias. Esto no está demasiado revisado en el país, pero es una clave central. La ética en su concepción no solo es moral, también artística. Y tiene una visión sobre el amor completamente original. Esto es lo que quiero que mostremos al mundo, no un Museo Borges.
-¿Por qué no?
-Hay a mi manera de ver una cultura borgeana, algo que va más allá de la literatura, aunque por supuesto la incluye. Quiero que los hombres de la cultura y la literatura argentina vean la proyección espiritual e intelectual de Borges. Si algo no quiso él es ser convertido en un museo, hasta lo estremecía la idea de que lo convirtieran en una calle.
-Igual lo del Museo Borges está todavía un poco verde.
-Me parece valioso si se pudiera dar la nómina de su biblioteca y conservarla. Pero él no quería ser convertido en un museo. Hay hombres que sí lo quisieron, vimos a artistas, particularmente franceses, que mientras realizaban sus obras preveían qué lugar iban a ocupar en los museos. Borges decía que preveían qué lugar iban a ocupar en las enciclopedias. Pero esa es una previsión francesa. Él de alguna manera creía en aquello que nos dice la Biblia: el espíritu sopla donde quiere. Él se veía en ese plano, un plano vivo.
-Este año, tal vez por el fallecimiento de Kodama, hubo un gran interés por él y su obra.
-Por eso celebro que este libro salga en este momento.
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