Original experiencia teatral en Uruguay
Con una estética que evoca las películas de David Lynch y las series televisivas de suspenso, el espectáculo creado en Montevideo por Roberto Suárez propone que el espectador acuda dos veces a la sala para completar el sentido y el efecto de la obra
A principios de agosto de 2012 se estrenó en Montevideo Bienvenido a casa, espectáculo creado por Roberto Suárez con el sólido aporte de los nueve actores que interpretan la obra y que participaron del proceso creativo durante dos años de ensayo e investigación, conjuntamente con el equipo artístico-técnico integrado al trabajo grupal desde su inicio.
Como escribió el diario El País de Uruguay: "[…] para la gente de teatro y para buena parte del público conocedor de la actividad teatral local, el nombre de Roberto Suárez es sinónimo de innovación y calidad…" (edición digital del 8 de agosto de 2012). Y así es pues desde Rococó Kitsch, presentada en 1996 en el Teatro Circular, hasta su creación para la Comedia Nacional Uruguaya de El hombre inesperado (Sala Verdi, temporada 2006), las obras teatrales de Suárez se consolidan en la capital de un país con diversidad y amplitud de propuestas escénicas.
Gracias a la invitación de la muy talentosa dramaturga y directora Marianella Morena, tuve el privilegio de asistir al ensayo general en los días previos al estreno. La invitación tenía el aditamento de la originalidad porque era para dos noches consecutivas. Así es: dos noches, una obra. La propuesta consiste en que el espectador concurra dos días al teatro, que pueden no ser consecutivos pero que son indispensables para comprender y gozar la experiencia integralmente. Pese a la autonomía narrativa de la primera jornada, la visión de la segunda completa la búsqueda artística que ha realizado el autor y su grupo creativo, permitiendo al espectador una renovada forma de disfrute.
Roberto Suárez, que también desarrolla una destacada carrera de actor con especial difusión este año por su participación en el programa de televisión Somos, demuestra una sólida formación y un claro interés en hurgar en diferentes planos expresivos. El espectáculo no ofrece flancos débiles. Todos los elementos escénicos son usados con destreza para formar un lenguaje teatral de impactante originalidad y rigor. Luces, sonido, escenografía, vestuario integran el espacio requerido para que los actores desarrollen su juego, creando un mundo alejado del tradicional realismo rioplatense pero de una inusual verosimilitud dramática.
Poco tiempo después, en una distendida charla con el director, me comenta que la extensión temporal del trabajo es necesaria para que pueda lograr su propósito de ocultar el virtuosismo, quitar el nervio de los intérpretes para que suceda el juego. También hay un tratamiento especial de la relación con el público, que siempre está presente en las creaciones teatrales de su autoría y que intenta otro tratamiento de lo que la jerga teatral denomina "la cuarta pared".
La atmósfera que logran instalar evoca las películas de David Lynch, pero también el cine y las series televisivas de suspenso y terror. Pese a esta aceptada filiación audiovisual, Suárez rescata la teatralidad de su creación y de los procedimientos utilizados para construir esos climas, abordar sus temáticas y lograr una relación con el espectador que sólo el espectáculo en vivo hace posible.
Para un espectador sin demasiada información sobre la obra como fue mi caso, es evidente la minuciosidad del trabajo de todo el equipo. Muchos de sus integrantes se conocen desde el trabajo anterior de Suárez La estrategia del comediante, que ya en su título revela como tema recurrente en su obra la relación del actor con su oficio y con el público. Todos tienen en común una formación integral adquirida en las diferentes escuelas existentes en la ciudad, desde la célebre Escuela de Arte Dramático de Montevideo (EMAD) hasta el IAM y la Escuela de Actores.
El trabajo pudo ser prolongado en el tiempo gracias al talento y disponibilidad de los integrantes del equipo, pero también a la austera arquitectura financiera que lograron mediante la presentación del proyecto a las ayudas provenientes del recientemente creado fondo de cooperación iberoamericana denominado "Iberescena", en este caso obtenido para la dramaturgia. También se hicieron acreedores de los fondos de fomento que otorga el Estado uruguayo y la Intendencia de Montevideo. Con estos aportes, la producción se organizó bajo el sistema cooperativo y así pudieron presentarse al público en condiciones de excelencia.
El estreno de la obra se realizó en una nueva sala en pleno centro de la ciudad. "La Gringa" es su nombre y ocupa el primer piso de la Galería de las Américas en plena avenida 18 de Julio. La expectativa creada por el estreno, la recepción elogiosa de la crítica, el inmediato comentario de los primeros espectadores permitieron que el espectáculo desde su presentación se exhiba de martes a domingo en el mencionado espacio, que alberga cien personas por día y que sin duda se extenderá en el nuevo año en forma previa a una previsible circulación internacional. Y me animo a suponer ese destino porque la calidad de Bienvenido a casa no se aprecia con criterio de fronteras nacionales o regionales, es universal y rotunda, libre de localismos que puedan entorpecer su visión por el público más diverso.
Participar de la aventura propuesta por Roberto Suárez y su talentoso equipo nos devuelve el placer de entregarnos a un juego, del cual participamos casi sin advertir el encantamiento. Es recomendable no perder esa experiencia. Montevideo tiene muchos motivos para ser visitada. Ver Bienvenido a casa es hoy uno de ellos.
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