Olga Tokarczuk, una viajera comprometida que atraviesa todas las fronteras
BARCELONA.– Tiene la misma edad que Gabriel García Márquez al recibir el premio, 57 años. Pero a diferencia del Nobel en guayabera, es una mujer, un handicap incluso en tiempos del #MeToo. No en vano es el único Nobel femenino de los once anunciados esta semana y el décimo quinto de Literatura en más de un siglo.También, a diferencia del colombiano, su obra es mucho menos popular, o casi desconocida para el lector en castellano.
Fiel a su perfil público de escritora viajera, además de militante ecologista, feminista convencida y una de las voces críticas más contundentes contra la deriva hacia ultra derecha de su país, la escritora polaca Olga Tokarczuk (Sulechów, 1962) recibe la noticia del Nobel de Literatura 2018 en la ruta, manejando el coche hacia Alemania. Si el fallo del jurado de la Academia sueca destaca su capacidad de "cruzar fronteras", eso es lo que hace la escritora al recibir el llamado de la institución, en un audio difundido ayer.
"Efectivamente, la noticia me encuentra en el camino. Estoy muy sorprendida", responde aún asimilando el shock. Pero a la vez orgullosa de compartir el Nobel con Peter Hanke, otro portento de Europa Central, "donde ahora mismo tenemos problemas con la democracia, estamos buscando la forma de lidiar con ellos", añade. Cosa que la llena de "optimismo" porque siente que los escritores centroeuropeos "seguimos activos y tenemos algo profundo que contar al mundo". Sin contar con la felicidad añadida de ser "la primera escritora" que gana el Nobel tras la crisis que sufrió Academia y el aplazamiento del premio en 2018.
Si Tokarczuk lo hubiera recibido entonces, no solo habría rozado el récord de juventud sobre la alfombra roja de Estocolmo, sino que la consagración habría sido doble. Porque el año pasado recibió el prestigioso Man Booker International por su novela Bieguini (publicada en 2007 y traducida una década después al inglés como Flights). La publicará en castellano Anagrama el 6 de noviembre próximo como Los errantes, con traducción de Agata Orzeszek Sujak, gracias a la puntería de la editora Silvia Sesé, que contrató la obra incluso antes del fallo del Booker (un premio más para el catálogo de Herralde en el año en que su editorial celebra el 50 aniversario).
Sesé celebra a su vez "la buena puntería" de la Academia sueca, en su renovación, a premiar "el mejor exponente de una literatura contemporánea muy actual, que rompe géneros y fronteras", explica. "Con Tokarczuk sientes que estás leyendo a alguien muy sabio, como autora despliega una combinación perfecta de levedad y hondura", añade. Y para completar el alegato profundiza sobre Los errantes: "Es un libro inagotable, transgénero, construido con miles de viñetas de historias que dan paso a un viaje interior y real, al mismo tiempo, que cruza todas las fronteras, incluso las del cuerpo y del dolor, con una voz muy potente".
Realismo mágico polaco
Graduada en Piscología por la Universidad de Varsovia, Tokarczuk es autora de ocho novelas y tres libros de relatos, además de algunos poemarios, ensayos y adaptaciones escénicas. Traducida a una treintena de idiomas, goza de prestigio y reconocimiento en Europa Central, pero hasta ahora su obra apenas ha tenido recorrido entre los lectores hispánicos.
En 2001 la editorial española Lumen publicó En un lugar llamado antaño (1996), novela nominada al Premio Nike 1997. Una obra con ciertos tientes fantásticos que desgrana, entre el horror bélico del siglo XX, la épica de un ficticio pueblo polaco, y la infructuosa búsqueda de la felicidad de varias generaciones de campesinos, la realidad y el ensueño, el misticismo y la magia. Y hasta ahora solo el otro título de la autora disponible en castellano es Sobre los huesos de los muertos (2009), publicado por Siruela en 2016, con traducción castellana de Abel Murcia. La mención de Gabo del comienzo no es inocente, porque esta obra "se puede catalogar sin dudas como realismo mágico, un realismo mágico eslavo, polaco, que bebería directamente de las fuentes de Cien años de soledad", dice el traductor.
Construida sobre un armazón policial, y narrada por una extravagante ingeniera retirada aficionada a las cartas astrales y a traducir poemas de William Blake, la novela gira sobre una trama de asesinatos de cazadores furtivos. Y a través de la ficción Tokarczuk dispara sus dardos en dos direcciones, tanto hacia la falta de respeto por la naturaleza de la sociedad contemporánea como a los excesos del radicalismo ambientalista. Este trasfondo ecologista es una de las señas de identidad de la autora y de buena parte de su obra. No en vano es militante de la causa y miembro del partido polaco de los Verdes desde 2004.
Viajera infatigable, Tokarczuk despliega en sus ficciones una prosa híbrido que conjuga lo ensayístico con lo poético y el fruto de su experiencia. De allí que algunos críticos comparen su estilo al de W.G. Sebald. En todo caso, autores como Jung, Chéjov, Gógol o los relatos fantásticos de Poe figuran entre sus reconocidas fuentes de inspiración. Como sea, el viaje es un ingrediente esencial de Los errantes. No sólo porque escribió la novela entre un continente, sino porque además la obra combina de forma libérrima recuerdos, historias fragmentadas, erudición, agudas e irónicas observaciones a la manera de un cuaderno de viaje. Incluso se diría que ésta es la sustancia misma del relato, como señala la autora en la introducción: "Pretendo mirar más allá de lo que significa viajar, moverse, desplazarse. ¿Qué tiene sentido? ¿Qué nos aporta? ¿Qué significa?"
Además de su compromiso ecologista, Tokarczuk milita sin ambages en el feminismo. Una causa explícita en su novela Anna Inn en los sepulcros del mundo (2006), aún inédita en español, en la que reinterpretaba un mito sumerio, a través de una distopía tecnológica, para disparar contra la regresión en materia género de su país. Con los años su voz de activista e intelectual crítica se consolidó al punto de que llegó a recibir amenazas de muerte en 2014 por parte de la ultra derecha polaca. Su editorial tuvo que contratar un guardaespaldas para protegerla.
Y la última frontera que cruza es la de la Historia. Lo hace en una novela monumental de más de 1000 páginas publicada en 2014 sobre un oscuro y mesiánico líder de una secta religiosa del siglo XVIII, que la Academia sueca reconoce en su fallo como su obra cumbre: Los libros de Jacob (2014). El mejor corolario del Nobel es que no pasará mucho tiempo hasta que éste y muchos otros de sus títulos se publiquen también en castellano.