Recostada sobre el piso, una pareja mira el atardecer a través de una cámara de fotos. La chica mueve su pierna y ríe al verse reflejada en el cielo naranja, en una señal de que la realidad es tan relativa como la intimidad de la escena: ambos comparten con cientos de personas el espacio central de la Tate Gallery de Londres, frente a un sol creado por Olafur Eliasson. "Proyecto Clima" se tituló esta obra de 2003, año consagratorio para el artista danés, que también representó entonces a su país en la Bienal de Venecia.
"¿Quién decide qué es la realidad? ¿Importan mis acciones? El arte no se trata sólo de decorar el mundo, sino también de tomar responsabilidad", dice Eliasson en una charla Ted grabada en 2009, que cobra ahora nueva relevancia con los museos cerrados por el coronavirus. "¿Cómo creamos el espacio público?", pregunta antes de advertir que, a través de experiencias compartidas, el arte puede "crear un espacio sensible a lo individual y a lo colectivo".
Una buena metáfora del incierto contexto actual la anticipó una de las obras que integraron "En la vida real", muestra exhibida en la Tate hasta enero, cuya continuación en el Guggenheim de Bilbao quedó suspendida por la pandemia. "Tu pasajero ciego" se titula ese túnel de niebla que obliga a prestar atención para encontrar la salida. "La institución cultural te permite bajar tus defensas y hacer cosas desafiantes. Los espacios seguros son increíblemente importantes", sostiene Eliasson, cuyas instalaciones son tan interactivas como las de Julio Le Parc, Yayoi Kusama o Tomás Saraceno.
Con el artista tucumano, que también dirige un estudio interdisciplinario en Berlín, este descendiente de islandeses comparte la pasión por el "artivismo" destinado a generar conciencia sobre el medioambiente. En 2015, durante la conferencia sobre el cambio climático en París, creó un reloj con doce fragmentos de glaciares. Y en la Tate presentó una linterna que funciona con energía solar y que envió luego a comunidades sin electricidad.
Su afán por mostrar otras perspectivas da forma a cataratas instaladas en plena ciudad, piezas espejadas que permiten una visión caleidoscópica o arcoíris que se cuelan en la sala de un museo. O en el living de nuestra casa, gracias a las creaciones de realidad aumentada que ideó para conectarnos con la naturaleza en plena cuarentena. "El arte -opina- puede inspirarte a que digas: ‘También soy un artista: puedo cambiar las cosas’".
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