El acceso a contenidos virtuales y el streaming permitieron mantener la conexión a pesar de la distancia y el encierro forzado, y aceleraron una tendencia que promete continuar creciendo
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A esta hora exactamente tendríamos que estar presentando el concierto”, decía Jorge Drexler el 10 de marzo del año pasado mirando a una cámara, sobre un escenario como siempre, pero esta vez de espaldas a cientos de butacas vacías en el teatro Melico Salazar de San José de Costa Rica. Con entradas agotadas para la función de ese día y el siguiente, el músico uruguayo había decidido cancelar los conciertos por la pandemia y hacer un show gratuito en streaming, con pedidos del público vía redes sociales, cuya grabación quedó disponible por tiempo ilimitado en YouTube. Ese mismo día sorprendía al mundo con una nueva canción inspirada en la distancia impuesta por el coronavirus, “Codo con codo”, y cuatro meses más tarde con otro concierto similar desde Madrid.
Ese gesto flexible y generoso fue uno de muchos de los que se multiplicaron en el planeta a lo largo de 2020. Y que no solo nos permitieron sentirnos conectados a pesar de la distancia y el encierro forzado, con la ilusión de vivir sin fronteras, sino que aceleraron una tendencia hacia lo híbrido que ya venía creciendo en forma sostenida desde hace más de una década.
También en marzo del año pasado, la Metropolitan Opera de Nueva York lanzó una retransmisión diaria gratuita desde su página web, de actuaciones grabadas en su famosa serie Live in HD. Y la Digital Concert Hall de la Filarmónica de Berlín -pionera en streaming en vivo, retransmisiones y archivos de alta calidad artística y técnica- liberó por un mes todos sus contenidos; entre ellos el concierto que Daniel Barenboim había dado en 1989, tres días después de la caída del Muro de Berlín, para los ciudadanos de la ex República Democrática Alemana.
Apenas un par de ejemplos de la inabarcable oferta cultural global que acompañó los largos meses de cuarentena, que incluyó el lanzamiento de muestras virtuales en 360º como la creada desde la Argentina por Diderot.art. Según un informe de Art Basel y UBS publicado días atrás, este año de desafíos excepcionales registró un “extraordinario crecimiento de ventas online”, que pasaron del 9% al 25% del valor total del mercado de arte.
Y ahora, ¿qué? “Esta muestra sigue hasta agosto, esperemos que de forma presencial”, anticipaban la semana pasada desde el Malba al inaugurar la exposición Terapia. Tras los esfuerzos colectivos que demandó la reapertura de los museos, con protocolos y una programación que hizo énfasis en actividades al aire libre, está previsto que las puertas puedan volver a cerrarse como ocurrió en Europa.
Un nuevo formato combina presencia con aforo limitado en salas, funciones al aire libre y contenidos online
La amenaza de la temida “segunda ola” y la aproximación del invierno, sin embargo, no opacan aún la alegría de haber podido volver este mes al Colón (compartida, claro, de múltiples formas en redes sociales). Con testeos a artistas y distancia y barbijo para el público, las funciones revivieron finalmente en uno de los principales teatros de América Latina.
“El gran tema de la época es la incertidumbre. La pospandemia se va corriendo constantemente”, reconocía semanas atrás a LA NACION Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Y no solo aseguraba que “a pesar de todo lo malo, hay cosas buenas, como el terreno ganado del espacio público, que estamos convencidos de que va a continuar”, sino también que su gran desafío ahora es “cómo la cultura puede contribuir en el proceso de reconstrucción social”.
Como modelos mencionó el Libro Móvil, un puesto de venta que recorre las ferias porteñas y espacios verdes para ofrecer ejemplares de librerías barriales y editoriales independientes, y festivales gratuitos como los que se realizan en el Parque de la Estación. Experiencias que considera “oportunidades para ampliar el acceso a la cultura”.
Con los teatros reabiertos desde noviembre y la habilitación de los cines hace un mes, un nuevo formato que combinó presencia con aforo limitado en salas, funciones al aire libre y contenidos online permitió también realizar semanas atrás el FIBA, Festival de proyectos escénicos nacionales e internacionales, y el Bafici, el encuentro de cine independiente más importante de América Latina.
“La cuarentena no inventó el teletrabajo ni puso en evidencia la desaparición del vivo, sino que mostró la existencia de otra cosa que debemos incluir de manera irreversible en esta transformación avasallante de la ciencia que tarde o temprano iba a alterar las prácticas artísticas”, advertía meses atrás a LA NACION Jorge Telerman, director general y artístico del Complejo Teatral Buenos Aires, que impulsará este año la producción de contenidos dramáticos para plataformas virtuales.
La gran pregunta ahora es qué pasará con arteBA, una de las ferias de arte más importantes de América latina, que en 2020 tuvo que cancelar su 29ª edición y en este año cumple tres décadas. “Va ser una celebración”, prometió Larisa Andreani, presidenta de arteBA Fundación, al adelantar que están trabajando para realizar una feria presencial -sin fecha definida aún- y en iniciativas digitales que permitan integrar las escenas federal e internacional. “Queremos tomar lo mejor de los dos mundos: lo presencial y lo virtual”, agregó.
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