Oda al cielo: un viaje contemplativo a través de la luz, de la mano de James Turrell
Una experiencia inmersiva a través de la luz y el espacio, de la mano del reconocido artista contemporáneo estadounidense, que llegó esta temporada a Uruguay
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JOSÉ IGNACIO.- Detrás de una fachada de madera -que podría percibirse como una casa más- aparece Ta Khut, el primer skyspace independiente del artista estadounidense James Turrell (California, 1943) en Latinoamérica. Es la puerta de entrada a la Posada Ayana, idílico hospedaje de 17 habitaciones del austríaco Robert Kofler que atrae a turistas de todas partes del mundo.
Son las 19.45 cuando comienza el atardecer en el pueblo. El sol cae detrás de la estructura piramidal en el territorio de la posada. Los visitantes comienzan a adentrarse en el camino hacia la obra y escuchan la introducción del guía, que sugiere guardar los teléfonos celulares: lo que vendrá debería involucrar completa presencia. Al cruzar los portones de lapacho, la pirámide se convierte en una especie de templo, pero de estructura circular, como los budistas. Los visitantes -unas 25 personas cada vez- se disponen uno al lado del otro, sentados en ronda. Arriba, una apertura circular deja ver un fragmento de cielo y debajo, en el exacto lugar del piso, un círculo de mármol azul lo refleja, en la tierra. En el techo comienzan a aparecer unos tenues destellos. Durante los siguientes 45 minutos, el viaje a través de la luz llevará a cada uno hasta un destino propio.
“Mirar al cielo desde un skyspace es algo totalmente diferente. El cielo es muy vasto, pero ahí dentro, ese gran ojo actúa como una ventana que te lanza dentro de él. Te sentís conectado a partir de los diferentes colores que James Turrell configuró para percibir el cielo en la obra”, afirma Robert Kofler, quien actuó de mecenas para traer la obra a Uruguay.
James Turrell es un artista estadounidense de Land art destacado en lo que se conoce como el movimiento de luz y espacio, originado en California en los años 60. Tiene más de 95 skyspaces (observatorios de cielo) alrededor del mundo, todos diferentes. Su obra maestra es el Roden Crater, en el medio de un volcán ubicado, en el desierto de Arizona, donde viene trabajando hace 45 años, y aún no está terminada.
“Hice esto como un regalo al país, un aporte cultural que atraerá personas de todas partes y que hará que más gente conozca la belleza natural de este lugar. Hay una energía especial aquí, una simplicidad que hay que preservar y proteger”, sigue Kofler, que cuando conoció la obra Turrell, en 2019, supo inmediatamente que debía traerla.
La arquitectura de Ta Khut, su primera apuesta independiente en Latinoamérica -otras obras pueden verse en museos y otros espacios afines al arte, como la bodega Colomé en Salta-, remite a la sabiduría de culturas ancestrales y sagradas. Por una parte, la pirámide exterior rememora el legado egipcio y es de donde proviene su nombre (Ta Khut significa “la luz”, en el antiguo idioma). Por otra, en el medio, dentro de esta pirámide, se encuentra la estupa -estructura circular originaria del Tibet-, utilizada también en Tailandia y Japón, que alude a las estructuras de los templos.
La particularidad de esta estructura es que fue realizada con 42 toneladas del mármol italiano más blanco que existe, explican, y que está conectada íntimamente con las raíces de Kofler, ya que sus padres provienen de esa Tierra. “A partir de ahí conecté mi historia personal con la obra. Trajimos, en plena pandemia, las 42 toneladas de mármol blanco desde Italia hasta Montevideo, en barco.”
Todo el desarrollo fue realizado por el equipo local de Kofler, siguiendo las directivas del team Turrell vía Zoom. “La construcción de la estupa tardó siete meses y la obra, en total, un año y medio. Por suerte, al finalizar el proceso, la pandemia permitió recibir al artista para que finalice el trabajo de la luz”.
La hora después del atardecer y la hora antes del amanecer: lo que se conoce en fotografía como “la hora azul”. Ese es el momento clave. Solo ahí funciona el skyspace. El sistema de luces creado por Turrell en alianza con Phillips y programado por el artista de forma meticulosa una semana antes de la inauguración, solo tiene efecto en esos dos momentos del día ¿Qué pasa si se ingresa fuera de ese lapso? “No se logra ningún efecto sobre la percepción”, revela Kofler. Turrell crea así entornos de realidad -que incluyen luz, tiempo y espacio-, como rituales sagrados, impulsan a un viaje único y personal. Una experiencia, por donde se la mire, exclusiva.
Además, afuera de la pirámide se encuentra el Skypark, diseñado a partir de un proyecto de paisajismo con especies nativas. “La idea fue generar una situación para que los visitantes puedan ir bajando el ritmo antes de ingresar a la obra. Y a la vez, cuidar y proteger el paisaje local”, confirma Kofler. “En una sociedad que vive acelerada es importante tener este tipo de propuestas contemplativas. Mi mayor gratificación es que la mayoría de la gente que viene se va con una sonrisa”.
La obra se puede conocer previa reserva en el sitio web de la posada y, en principio, estará abierta solo durante la temporada. Se puede tomar solo la visita (40 dólares) o se puede combinar la experiencia con una cena de seis pasos en el lugar (115 dólares, las dos cosas).
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