Ocho lecturas con la primavera como protagonista
Asociada con la juventud, la belleza, la resurrección y el florecimiento, la primavera fue celebrada por artistas como Sandro Botticelli, Vincent Van Gogh, Alfred Sisley, Fernando Fader y Aniko Szabó. En la literatura, que suele desarticular arquetipos culturales e ideas establecidas sobre el mundo, la estación del año más idealizada se inviste de aspectos inesperados, contradictorios e incluso oscuros. Revueltas populares, fantasías bélicas, dramas domésticos y personales pueden sobrevenir con la llegada de la primavera.
La celebración del Día del Estudiante coincide en la Argentina con el inicio de la primavera. La fecha fue establecida en 1902 por Salvador Debenedetti, por entonces un joven presidente (tenía dieciocho años) del centro de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. El motivo de elección de esa fecha, sin embargo, es un poco espeluznante, porque evoca la llegada del cuerpo sin vida de Domingo Faustino Sarmiento a Buenos Aires después de una serie de ritos fúnebres, el 21 de septiembre de 1888. Sarmiento había fallecido diez días antes en Asunción del Paraguay. Pocos años después, otras instituciones educativas adoptaron el 21 de septiembre para festejar el Día de los Estudiantes y, por último, la fecha se nacionalizó.
Elegimos ocho libros en los que la primavera cobra protagonismo.
Primavera negra, de Henry Miller (1936; Edhasa, 2008)
Con Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio, forma parte de la primera trilogía del escritor estadounidense. Por su combinación de ensayo y narración, y por el modo de trazar perfiles de personajes diversos, casi siempre de modo ácido, es uno de los libros que mejor caracteriza el estilo milleriano. Fue corregida y editada por su gran amiga, la escritora Anaïs Nin, y a ella está dedicada Primavera negra. Mientras el protagonista recorre París, rememora su adolescencia neoyorquina con el propósito de escribir un relato costumbrista sobre su vida en Brooklyn, rodeado de judíos, alemanes y polacos que llegaron a Estados Unidos a inicios del siglo XX. La perspectiva amarga del autor se acompasa con momentos de ternura y sensualidad. "Pasamos imperceptiblemente de una escena, una edad, una vida, a otra", reflexiona el narrador. El título de la novela caracteriza, entonces, los años de juventud del protagonista, probablemente un álter ego de Miller. En la Argentina, se conoció una versión al español de la novela hecha por el gran traductor y ensayista Patricio Canto.
Prohibido suicidarse en primavera, de Alejandro Casona (Losada, 1951)
Muchos lectores argentinos que rondan los cincuenta años conocen bien la trama de esta obra teatral del escritor español exiliado en Buenos Aires hasta los años 60, porque fue de lectura obligatoria en escuelas secundarias públicas y privadas del país. En tres actos, Alejandro Casona plantea su propia hipótesis sobre las causas del suicidio y, además, una posible solución. En el Hogar del Suicida, "sanatorio de almas" fundado por el doctor Ariel a causa de un triste mal que afectaba a los hombres de su familia, habitan varios pacientes de tendencias suicidas que son cuidados por el doctor Roda y un joven discípulo. En el vestíbulo del sanatorio, confortable y decorado con cierto gusto, lucen bien visibles retratos de suicidas famosos: Sócrates, Cleopatra, Séneca. La llegada al hospicio de Chole y Fernando, una pareja de periodistas predispuestos, cambiará la suerte de los pacientes afectados de fatalismo y desesperanza.
La primavera de Praga, de Miguel Delibes (Alianza, 1968)
Las revueltas de Praga se iniciaron en enero de 1968 y se prolongaron hasta agosto de ese mismo año. Los acontecimientos más dramáticos y violentos se vivieron durante la primavera boreal de 1968, cuando la Unión Soviética decidió invadir con tanques la ciudad para sofocar las protestas públicas, que exigían reemplazar los aspectos totalitarios del régimen por otros más humanitarios. Mientras la revuelta empezaba a crecer, Delibes viajó a esa ciudad y a Brno, invitado por universidades para brindar conferencias sobre la novela española. El libro, escrito a la manera de crónicas de viaje, reúne sus reflexiones personales acerca de las vivencias en medio de un acontecimiento que no tuvo tanta repercusión como el Mayo Francés, en parte porque los intelectuales y medios de difusión que simpatizaban con el socialismo no cuestionaron la invasión militar a Checoslovaquia. En el prólogo del libro, el autor de Los santos inocentes escribió: "Praga –si no se pliega o si no la pliegan- puede alumbrar unas bases de convivencia con una amplia perspectiva de futuro. Es decir, Checoslovaquia puede consumar su evolución hacia un socialismo humanista y democrático o puede fracasar, abrumada por las presiones de su vecino. En el peor de los casos, restará su esfuerzo, como un ejemplo de independencia valeroso, civilizado y tenaz".
El jardín, de Diana Bellessi (Bajo la Luna, 1992)
"He construido un jardín como quien hace/ los gestos correctos en el lugar errado./ Errado, no de error, sino de lugar otro,/ como hablar con el reflejo del espejo/ y no con quien se mira en él./ He construido un jardín para dialogar/ allí, codo a codo en la belleza, con la siempre/ muda pero activa muerte trabajando el corazón", se lee en uno de los grandes poemas de este libro único de la poeta santafesina, que no fue reeditado pero se lo puede encontrar en su obra reunida (Tener lo que se tiene). Gran parte de los poemas de este libro fueron escritos en una de las islas de Tigre, donde la poeta vivió rodeada de animales domésticos, plantas, arroyos y árboles. La naturaleza como imagen y brújula es una de las características de la poesía de Bellessi. Otro de los poemas celebra la primavera en las islas: "Caminé en la primavera temprana/ por los senderillos de las islas/ viendo a cada árbol encender su gracia/ definitiva. Detenerse en el detalle/ precioso de la forma. Yo su hermana/ ¿con mi corona de zarcillos propios?". Obra imperdible de una de las grandes autoras de la poesía argentina contemporánea.
Parte de la solución, de Ulrich Peltzer (Eterna Cadencia, 2010)
Un periodista que trabaja para revistas, escribe guías turísticas y cualquier otra tarea que le permita juntar dinero para pagar el alquiler y las cuentas comienza a investigar sobre las acciones de las Brigadas Rojas en el norte de Italia a fines de los años 70. Se pregunta por el destino de sus integrantes y descubre que, pasado el tiempo, lograron acomodarse en una vida rutinaria. Christian, el periodista investigador de la novela, inicia una pesquisa sobre los exsecuestradores de Aldo Moro y se encuentra con que la mayoría de ellos ya dejó atrás esa historia (otros no quieren admitirla). En su viaje conoce a Nele, una joven que prepara su tesis de doctorado y que forma parte de un grupo de activistas celosamente vigilado por el Estado italiano. Ambos inician una relación sentimental que parece reproducir comportamientos de las agencias de los Estados. A la vez que se narra ese vínculo, en la novela se reconstruye el secuestro y asesinato de Aldo Moro, que ocurrió en plena primavera italiana de 1978.
La Princesa Primavera, de César Aira (Era, 2003; Emecé, 2011)
En esta simpática novela del escritor nacido en Coronel Pringles en 1949, la protagonista es una traductora de novelas para editoriales piratas (es decir, aquellas que no pagan ningún derecho de traducción por las obras que luego comercializan). Así, la princesa solventa los gastos de una existencia casi idílica en una isla caribeña, cerca de Panamá. Con la llegada de dos adversarios tan temibles como ridículos, el General Invierno y su secuaz Arbolito de Navidad, se desata una guerra entre ambas facciones. En la novela tiene lugar un homenaje al Virgilio Piñera de La carne de René, cuando el ama de llaves de la princesa, Wanda Toscanini (hija de Arturo Toscanini), sienta en el jardín del palacio a la momia de su exesposo, el pianista Vladimir Horowitz que, embalsamado y todo, toca el piano a su estilo narcisista mediante un artilugio mecánico. Especie de fábula incierta y sin moraleja evidente, la novela fue editada primero por una editorial mexicana y era imposible de conseguir en la Argentina hasta que Emecé la publicó en 2011 con un texto de contratapa firmado por Ricardo Strafacce, reputado "airólogo".
El inicio de la primavera, de Penelope Fitzgerald (Impedimenta, 2011)
Otra de las ficciones aparentemente extemporáneas de la escritora inglesa, autora de La flor azul y La librería. En este caso, se trata de una obra más optimista. En marzo de 1913, la ciudad de Moscú se prepara para la llegada de la primavera. No obstante, en las calles se percibe el germen de una transformación decisiva en medio de un clima de corrupción y control. Mientras, en una casa de la calle Lipka, el impresor inglés Frank Reid sufrirá un cambio tan repentino como inesperado. Una noche, tras regresar a su casa, se entera por carta de que su esposa se ha ido de la ciudad con sus tres hijos y lo ha abandonado. La novela de Fitzgerald suma encantadores personajes secundarios, como un ayudante de Reid (el tolstoiano Selwyn Crane), Volodia, un misterioso estudiante que llega a la imprenta con extrañas intenciones y Tviordov, un puntilloso impresor. "Memorizaba las primeras frases, llenaba su componedor, ajustaba los espacios y le echaba un vistazo al reloj para ver cuánto tiempo había tardado en hacer todo eso y para fijar sus tiempos del día. No se trataba de un propósito inamovible. Dependía de las condiciones meteorológicas, del manuscrito, de la cantidad de palabras extranjeras que contuviera, aunque jamás del propio Tviordov". Frank deberá dilucidar los motivos que mueven a los demás a comportarse de manera extraña, al mismo tiempo que reconstruye su vida en una Rusia empobrecida.
Morir en primavera, de Ralf Rothmann (Libros del Asteroide, 2015)
Reconocida como una de las obras mayores de la literatura alemana contemporánea, esta ficción del narrador y dramaturgo nacido en 1953 entrecruza el género de la novela bélica con la novela de iniciación. Ambientada casi al final de la Segunda Guerra Mundial, en febrero de 1945, se siguen los pasos de Walter y Friedrich, dos amigos enrolados en el ejército alemán cuando los nazis están a punto de ser vencidos por los aliados. Mientras las consecuencias nefastas de la guerra quedan a la vista de toda Europa, los dos adolescentes reclutados contra su voluntad asisten al caos que causa el derrumbe del régimen. Con un estilo sobrio y contenido, Rothmann vuelve sobre cuestiones que signaron la cultura alemana de posguerra: la inocencia y la culpa, la libertad y el deber, la memoria y el olvido. Para Peter Handke, Rothmann es el escritor más importante de su generación. En español también se publicó de este autor Luz de juventud, donde se cuenta el despertar sexual de un hijo de la clase trabajadora.