Océanos
Mientras el frío ya se cobró vidas en la Patagonia, el promedio de temperaturas del planeta suma el mes decimotercero a la racha distópica de calor extremo. Desde 1850, cuando empezamos a tomarle el pulso al clima, nunca había habido ni un año tan cálido ni trece meses seguidos de máximas récord.
Estos días se conoció una investigación de la Universidad de Newcastle, Inglaterra, publicada por Nature Communications, que muestra que los glaciares de la meseta de Juneau, capital de Alaska, se redujeron cinco veces más rápido entre 2015 y 2019 que entre 1979 y 1990. Más: la reducción en el volumen de estos glaciares (que sufren el mismo destino que los del resto del mundo) se mantuvo constante entre 1770 y 1979, y a partir de ahí empezó a trepar a valores riesgosos. Tanto, que, según los investigadores, los hielos de Alaska están próximos a alcanzar un punto de no retorno.
Aparte del síntoma en sí, que es alarmante, el derretimiento de los glaciares contribuye en un 21% al aumento en el nivel de los océanos, que son los grandes igualadores. Aunque el clima siempre se experimenta como un fenómeno local y es muy difícil ponerse en el lugar de los que sufren en otras latitudes, los océanos suben para todos.
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