Obsesión literaria por el narcotráfico
El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez tiene un recuerdo recurrente de su niñez: el día en que su padre lo llevó a conocer el zoológico que había construido para disfrute personal el narcotraficante Pablo Escobar. De ese lugar, abandonado luego de la muerte del delincuente, se escapó una pareja de hipopótamos famélicos, que anduvo errando por el país hasta que le dieron muerte al macho a puros balazos.
Vásquez, que jamás olvidó detalles de la historia y por eso es una de las primeras imágenes que aparecen en su última obra, El ruido de las cosas al caer, Premio Alfaguara de Novela 2011, que presentó en Buenos Aires, tiene obsesión por Escobar, ese hombre que atravesó su generación como un fuego maldito y que a muchos hizo emigrar, como a él, que desde entonces pide la legalización de la droga en Colombia.
El ruido... es una novela deliciosa y extraña donde el protagonista, Antonio Yammara, narra en primera persona su historia con Ricardo Laverde, un ex aviador silencioso, que estuvo detenido 20 años y que muere a manos de un sicario, en pleno centro de Bogotá.
–¿Usted es escritor full time?
–No, para nada. Siempre trabajé con los libros, y doy clases y ejerzo el periodismo para lograr tener esas cuatro horas diarias que me permiten escribir.
–¿Y qué enseña?
–Literatura latinoamericana, pero para los gringos es un disparate. Lo que más me gusta enseñar son aquellos autores que menos influencia han tenido sobre mí. Se me asocia bastante con Mario Vargas Llosa, pero enseñarlo es terriblemente ingrato porque a los alumnos les trae muchos problemas.
–Ni me quiero imaginar enseñar Rayuela, de Cortázar.
–Rayuela es intransmisible, porque es un libro que juega con uno.
–¿En qué sentido lo comparan con Vargas Llosa?
–Por hacer novelas políticas, explorar con la ficción las vidas privadas de otros y la historia de un país.
–Colombia debe de ser difícil de explicar, ¿no?
–Es el único país que no ha tenido una dictadura militar de importancia, pero sí períodos de una violencia extrema. La década en que Pablo Escobar le declaró la guerra al gobierno y usó a los ciudadanos como rehenes, poniendo bombas en los centros comerciales, no pasó en otra parte. Mi generación es la del 72, cuando se creó la DEA... y un año antes fue cuando se declaró la lucha contra el narcotráfico como misión. Desde que nací hasta mi vida adulta todo pasó por el narcotráfico y se nos hizo natural desarrollar estrategias de vida para que la vida siguiera.
–¿Tenés obsesión por Escobar?
–No, pero la violencia del narcoterrorismo estaba ligado a la guerra megalómana de Escobar, porque él alentaba a los "paras" y a las FARC.
–¿Y qué terminaría con todo eso?
–Claramente la legalización de la droga. El gobierno no lo hace porque ha sido puritano y se ha arrodillado siempre ante los Estados Unidos. Y los gringos no van a dejar nunca que se legalice la droga porque van a perder miles de empleos, entre otros negocios. Y, claro, los países consumidores también deberían legalizarla.
EN VOZ ALTA
"Siempre trabajé con los libros y doy clases [de literatura latinoamericana] y ejerzo el periodismo para lograr tener esas cuatro horas diarias que me permiten escribir"