Obras de cuatro artistas argentinos ingresan en el Museo Reina Sofía
Patricia Phelps de Cisneros, una de las más importantes coleccionistas de arte latinoamericano, lo hizo de nuevo. Conocida como una "prestadora serial" de obras de su fondo para diversas muestras en todo el mundo, ya había donado en 2016 un centenar de obras al MoMA y a otros museos norteamericanos. En 2018, cinco museos de América, entre los que se cuentan el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y el Museo de Arte de Lima, recibirán otro centenar de obras.
En los primeros días del año se supo que Phelps de Cisneros, casada con el magnate Gustavo Cisneros, donó al Museo Reina Sofía 39 obras de doce artistas latinoamericanos.“La llegada de Manuel Borja-Villel al museo multiplicó la relación con el Reina Sofía, porque tenemos un mismo sentir sobre el arte de Latinoamérica –dijo la mecenas venezolana (con pasaporte español) al diario El País-. Nadie como él había prestado tanta atención y potenciado el diálogo entre todos nuestros artistas.” Phelps de Cisneros no dudó en elegir a la que considera una de las instituciones europeas más importantes para efectuar la donación.
Entre los 39 artistas cuyas obras pasarán a integrar la colección del museo madrileño, hay cuatro argentinos: Fernanda Laguna, Osías Yanov, Matías Duville y Luis Fernando Benedit, fallecido en 2011. Aparece también un artista al que se puede considerar argentino por adopción, porque desarrolló su obra en Buenos Aires. Se trata del paraguayo Feliciano Centurión, célebre por sus frazadas, sábanas y almohadones pintados. Participó en los años 90 de muestras en el Centro Cultural Rojas y su obra se ganó el respeto y la admiración del público. Centurión falleció en 1996 y en 2016 se estrenó un documental sobre su delicada obra.
La coleccionista donó además trabajos de dos compatriotas suyos: los venezolanos Claudio Perna y Alessandro Balteo-Yazbeck, del cubano Waltércio Caldas, de la gran artista brasileña del minimalismo Jac Leirner, del colombiano Carlos Motta (que en 2016 presentó la muestra Réquiem en el Malba) y del costarricense Federico Herrero. También traspasó una obra del madrileño Íñigo Manglano-Ovalle, que actualmente reside en la ciudad de Chicago. “Todos comparten cierta mirada excéntrica sobre el relato predominante de la historia del arte y muchos consiguen posicionarse sobre realidades particulares en momentos históricos distintos”, dijo Phelps de Cisneros. La mayoría de esos artistas construyen lenguajes anticanónicos y disidentes.
Esa marca es evidente en las obras de los artistas argentinos que conforman la donación. Laguna combina en sus obras de semblante precario el panfleto, el humor y la poesía; Yanov experimenta con la danza, el videoarte y la instalación en arriesgadas performances; Duville apela a la creación de mundos sublunares en instalaciones que germinan de dibujos y piezas musicales. La obra de Benedit tiene raíces en el art brut pero con el paso de los años supo infiltrar una suerte de poética de la tecnología en instalaciones y esculturas. Benedit fue uno de los arquitectos que remodeló, junto con Clorindo Testa y Jacques Bedel, el Centro Cultural Recoleta.
Desde Londres, Yanov dijo a LA NACION que la obra que viajará desde Nueva York a Madrid surgió de un taller con la bailarina Florencia Vecino, con quien el artista tomaba clases de danza. “Se construyó como un diálogo entre las morfologías que proponía la escultura y el diálogo corporal. En algún momento pensé que era un ‘monumento’ de Florencia o que Florencia era un monumento móvil de la escultura”, aventuró Yanov.