Objetos enjaulados en una emblemática droguería transformada en el nuevo bastión del diseño argentino
Muebles, luminarias, equipamiento, objetos de vidrio y accesorios emblemáticos de los años ‘70 se exhiben en “Indisciplina”, expo en la flamante Sa(ts)ch Gallery, una perlita escondida en Paternal
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La impronta industrial anticipa una experiencia atípica. Y lo es. Apenas se cruzan los portones de la exdroguería Química Estrella, los edificios de ladrillos prensados y vidrios repartidos ahora custodian empresas de tecnología y compañías de logística. Pero en uno de los espacios donde la luz lo inunda todo se oculta una nueva galería de diseño argentino. Sa(ts)ch Gallery es una perlita escondida entre los 40 mil metros cuadrados del predio que desde 1924 domina la fisonomía de Paternal. En el corazón de Av. De los Constituyentes y Chorroarín el trabajo arqueológico de Sandra Hillar, coleccionista y diseñadora de interiores, ofrece diálogos entre piezas emblemáticas y obras únicas de reconocidos artistas.
Indisciplina es el nombre de la expo curada por Eugenio Gómez Llambi, integrante de Grupo Bondi y diseñador industrial, que se propuso cuestionar, incomodar y sacudir la escena. Y lo logró, no solo por la puesta escenográfica donde el diseño nacional brilló en un contenedor netamente fabril. Sino porque la minuciosa selección de muebles, luminarias, equipamiento, objetos de vidrio y accesorios emblemáticos de los años 70 se resignificaron con un lenguaje distinto. “El punto es provocar un costado del diseño que todavía no había sido cuestionado, entender el cruce del diseño industrial y el arte cuando se fusionan en una misma obra”, dice Hillar, asesora e inversora, dueña de una colección exquisita donde conviven las sillas de Ricardo Blanco, los jarrones y floreros de Churba, Planas Viau y la exfábrica Querandí. Además, las intervenciones artísticas: Vicente Gordona presentó “Charcol Chair”, una silla de acero inoxidable y carbón de quebracho blanco montado. Señorita Irupé fue la obra realizada por Celina Saubidet, una mesa de hierro soldado y vidrio color bronce. Alexis Minkiewicz creó la escultura Many Legs to stand on, con 20 kilos de fundición de cera perdida. En tanto, Evangelina Bomparola diseñó una pieza de sastrería a la que tituló Ayer nomás es hoy. Y el colectivo The Internet Office presentó una obra que cruza la naturaleza híbrida desde abordajes “que llevan en sus marcos las cicatrices del pasado digital que las vio nacer. Deambulan en un universo liminal que les permite interactuar con el entorno que las rodea pero al cual nunca terminan de pertenecer”, dicen los autores.
Para el texto curatorial, Llambi escribió: “No necesitamos otra silla bella. Gran parte de la historia del diseño contemporáneo se podría sintetizar en un solo concepto: confort y felicidad. Tu vida va a ser mejor cuando compres esta silla. Es urgente incomodar a la disciplina. Molestar. A ver si así revivimos al muerto. ¡Amén!”.
“La clave de la propuesta es convocar a las nuevas generaciones, invitar a las voces emergentes a relacionarse de manera directa con una época prolífica del diseño nacional”, explica Sandra Hillar y revela la pregunta inicial, que dio pie al armado: ¿Qué haremos con lo que hicieron? “Indisciplina trae la respuesta a esta pregunta; crearemos más”, asevera la galerista, entre platos de sitio de Aldo Sessa, jarrones de opalina de Rigolleau y los clásicos “parrichangos” de Grupo Bondi.
“La misión con la que encaré este proyecto es facilitar la fluidez entre el diseño y el arte, promover aquellos vínculos personales que trasciendan el uso. Y sumar a las nuevas generaciones, a los jóvenes apasionados por el diseño, los que exploran los universos del criptoarte, los futuros arquitectos y diseñadores industriales que tienen las puertas abiertas para investigar, conocer el pasado a través de las piezas desde becas y pasantías que permitan soñar un futuro en permanente diálogo con el arte”, explica Hillar. También anticipa que entre los planes para 2023 la prioridad es mostrar buena parte de su colección en ferias internacionales. “Nos debemos ese lugar”, advierte.
En plena pandemia, la galerista se planteó una disyuntiva que sobrevoló las problemáticas de la herencia y el legado. La historia de su padre, inmigrante, “de la generación que se sobreadaptaba a todo”, fue el disparador que retomó Sandra. “Sentía que con los hijos de inmigrantes cargaba una deuda. Ellos honraron este país. Y quise trasladar ese orgullo desde los objetos nacionales que habitan la cultura y trascienden la historia”. Entre sus manos, la galerista juega con un par de vasitos mínimos, de vidrio. “Se los llama culones o robadores y eran un clásico de las pulperías donde se servía grapa. Ahora son objetos coleccionables, que además hablan de la picardía argentina: por su concentración de vidrio en la base se genera sensación de abundancia”, comenta.
Para la inauguración, la muestra se montó al aire libre, con las piezas enjauladas en estructuras metálicas. Hoy, la expo sigue en pie aunque está alojada en uno de los galpones-estudios del moderno “hotel industrial” del Espacio Estrella. Con cita previa se puede visitar la galería y recorrer buena parte de la historia del diseño argentino. “Este es un espacio en constante construcción y en permanente transformación, donde la premisa es descreer de la fractura de las disciplinas. Ya no importa la clasificación como cualidad para reconocer su existencia o validarla, ya no es necesario definirse”, dispara Sandra Hillar, una apasionada por el diseño argentino que cruza las fronteras del coleccionismo y resignifica el patrimonio fabril.
Para agendar visitas: info@satschgallery.com
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