O. Henry, el escritor estadounidense que fundó la “república bananera” y emocionó a Borges
Hoy se cumplen 160 años del nacimiento del escritor estadounidense que convirtió en protagonistas de historias cómicas, tiernas y extraordinarias a seres comunes y corrientes
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![O. Henry fue el seudónimo del escritor estadounidense William Sydney Porter, autor de cientos de cuentos](https://www.lanacion.com.ar/resizer/v2/o-henry-fue-el-seudonimo-del-escritor-SOYKWFICVZDDLPE3GSFQTPBTFE.jpg?auth=b05918bd58a0445271509fe3426f58f8a161c5423d2000ef8d665a46a4a4cdf9&width=420&height=280&quality=70&smart=true)
Fue farmacéutico y periodista, trabajó en un rancho de ovejas en Texas, fundó la revista satírica The Rolling Stone y se desempeñó como cajero en el First National Bank, en la ciudad de Austin, donde fue acusado de estafa. En esa ciudad había nacido el seudónimo que William Sidney Porter (1862-1910) eligió para firmar algunos de sus imprescindibles cuentos. En la casa donde vivía en ese entonces había un gato llamado Henry; de la expresión “¡Oh, Henry!”, que se repetía habitualmente, surgió el apodo. Hoy se cumplen 160 años del nacimiento del escritor estadounidense que convirtió en protagonistas de historias cómicas, tiernas y extraordinarias a seres comunes y corrientes.
Antes de ser arrestado por desfalco, en julio de 1896, O. Henry huyó a Honduras. De su estada en ese país nacería una expresión que obtuvo consenso internacional, “república bananera” (banana republic), en referencia a un país centroamericano o antillano, cuya economía depende de la exportación de un único commodity y que suele tener un gobierno corrupto y dictatorial. O. Henry empleó esa fórmula en su serie de diecinueve relatos Repollos y reyes, de 1904, ambientada en un país imaginario llamado Anchuria.
![En "Repollos y reyes", de 1904, aparece por primera vez la expresión "república bananera"](https://resizer.glanacion.com/resizer/v2/en-repollos-y-reyes-de-1904-aparece-por-primera-E4KTAAUKQVAIXA7FZAU5IJBOFA.jpg?auth=2b1ab9f760a32246bad64112274408a9cb5eb7694cc0db53aa6c9ca4ebcff5e2&width=420&height=286&quality=70&smart=true)
“El 8 de septiembre, el experto en Big Data mexicano Alberto Escorcia remeció a la opinión pública de Suecia al declarar que ese país, considerado por muchos un modelo de pulcritud democrática, es en realidad una ‘república bananera’ -dice el escritor y periodista Roberto Herrscher a LA NACION-. Lo decía por la manipulación burda de datos en Twitter de cara a las elecciones suecas de este domingo. No importa que en Suecia haga mucho frío, no se cultiven bananas y sea un reino. Todos entienden de qué se habla cuando se habla de ‘república bananera’”.
Herrscher es autor de Crónicas bananeras, donde reconstruye el nacimiento, auge y derrumbe de la influyente compañía estadounidense United Fruit Company (y las consecuencias de esos factores en la política, las sociedades y el ambiente). “La expresión fue creada por el gran maestro del cuento norteamericano Sydney Porter, conocido por su seudónimo O. Henry -agrega-. Ninguna antología del cuento norteamericano está completa sin alguno de los suyos, y el principal premio de cuentos de Estados Unidos se llama ‘O. Henry’. Antes de publicar su centenar largo de cuentos, tuvo que huir, acusado de robar fondos en el banco donde trabajaba. En 1896 se instaló en Honduras, que no tenía tratado de extradición con su país. Allí fue testigo del nacimiento de las empresas bananeras que tres años más tarde se fusionaron en la United Fruit Company: los empresarios corrompían, chantajeaban y daban órdenes a los débiles gobiernos centroamericanos de la época”.
![O. Henry sigue siendo admirado por narradores de todo el mundo](https://resizer.glanacion.com/resizer/v2/o-henry-sigue-siendo-admirado-por-narradores-de-WDIXUZG2QBHXRKTKVNDSKURP74.jpg?auth=a9fabc9d6e173d05dfb45b58073de34e7d39c7cf31225b47d9cde34408689e2f&width=420&height=326&quality=70&smart=true)
O. Henry volvió a Estados Unidos, donde se lo condenó a cinco años de prisión (salió en libertad al tercer año por buena conducta). “En la cárcel empezó a escribir Repollos y reyes, donde satiriza sobre el presidente de Anchuria, un chiste sobre Honduras, que intenta enfrentarse a las demandas de la empresa frutera Vesubio. Al final, el gerente de la Vesubio financia el golpe de Estado de un general pomposo”. Dos veces en esa colección de relatos -que al estar ambientados en un mismo escenario y época se puede leer como una novela- usa la expresión ‘república bananera’. Faltaban dos décadas para que la United Fruit Company ordenara al ejército de Colombia asesinar a los trabajadores bananeros en huelga en el Caribe, una masacre que se convirtió en un episodio clave de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que nació en una plantación de la compañía. Y cinco décadas para que la empresa orquestara el golpe de Estado de 1956 en Guatemala, contra un gobierno que pretendía comprar sus tierras por el precio que ella misma había fijado en sus mentirosas declaraciones de impuestos”.
Herrscher destaca que la “multinacional todopoderosa” ya no es hoy la exportadora de bananas. “Pero el concepto político al que dio su nombre está más vivo que nunca -concluye-. En Suecia, en Brasil, en la Argentina, en Estados Unidos, la expresión ‘república bananera’ se usa para describir una relación tóxica entre el gran capital multinacional y el poder político. El control que ejercen las grandes corporaciones financieras, tecnológicas y militares, las ‘bananeras’ del presente, sobre los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda, que denuncian muchos economistas y politólogos lo había visto con su sagacidad de cuentista el gran O. Henry”.
![Portada de "El impostor y otros cuentos", de O. Henry](https://resizer.glanacion.com/resizer/v2/portada-de-el-impostor-y-otros-cuentos-de-o-U25N2SDF6BANLEZBXYUR7VWEFU.jpg?auth=997112e850e029d9b6ae595b5df52a861003215ff888d493859fbc510499cf0e&width=420&height=286&quality=70&smart=true)
Un cuentista memorable
En su lista de doce cuentos memorables, Jorge Luis Borges incluyó -junto con relatos de May Sinclair, Edgar Allan Poe, Francis Bret Harte y Joseph Conrad, entre otros- uno de O. Henry: “Los regalos perfectos” (más conocido como “El regalo de los Reyes Magos”). “O. Henry nos ha dejado más de una breve y patética obra maestra”, escribió Borges. El estadounidense también creó al legendario personaje del Lejano Oeste, Cisco Kid, popularizado en cómics y películas. “Cisco Kid había matado a seis hombres en peleas más o menos honestas, había asesinado a dos mexicanos, y había dejado inútiles a otros muchos, a los cuales, modestamente, no se preocupó en contar. Por consiguiente, una mujer lo amaba”, se lee en “La venganza de Cisco Kid”.
El domingo 11 se cumplen 160 años del nacimiento del cuentista estadounidense O.Henry, uno de los maestros del relato realista. Lo recordamos con uno de sus #relatos: "El regalo de los Reyes Magos".https://t.co/pbwi1RrXNr#OHenry pic.twitter.com/SERvA10BTK
— Bibliotecas para armar (@ProgramaBPA) September 9, 2022
O. Henry fue reconocido por su impronta humorística; algunos de sus chistes, ironías y juegos de palabras tal vez hoy motivarían una cancelación. En “Tragedia en Harlem”, una vecina se compadece de otra de esta manera: “-¡Pobrecita mía! -dijo-. Pero es que no todo el mundo puede tener un marido como Jack. El matrimonio no sería un fracaso si todos fueran como él. Todas esas mujeres descontentas de las que se habla lo único que necesitan es un hombre que llegue a casa y les dé una paliza una vez a la semana, para convertirla luego en besos y crema de chocolate. Eso les daría alguna ilusión de vivir. Lo que yo quiero es un hombre dominante que te zurra cuando llega de juerga y te abraza cuanto está sereno. ¡Que Dios me libre del hombre que no tiene agallas para hacer ninguna de las dos cosas!”. (La “tragedia” del cuento consiste en que el marido de una de ellas no solo no la golpea sino que además lava la ropa.)
Este año, dos cuentos traducidos al inglés de escritores argentinos -Samanta Schweblin y Michel Nieva- recibieron el Premio O. Henry, que fue instituido en homenaje al autor en 1919. “La primera vez que lo leí fue en mi adolescencia, un poco por casualidad, porque encontré en una mesa de saldo una colección de cuentos suyos a un peso y me sonaba su nombre -cuenta Michel Nieva a LA NACION-. Todavía aprendía a leer en inglés, de manera que las escrituras mínimamente descriptivas y barrocas me entorpecían la lectura. Pero gracias a la transparencia instrumental de su prosa inmediatamente conecté con el libro. Encontré en su estilo la austera ética borgeana de la brevedad que en ese tiempo empezaba a perseguir y venerar. Seguramente esa preferencia de O. Henry por el cuento corto y el estilo telegráfico, casi periodístico, es la que resuena tanto con nuestra fuerte tradición cuentística, y por eso ha tenido (quizá ya en otra época) considerables lectores en la Argentina. Con el tiempo olvidé a O. Henry pero el azar quiso que me mudara a Nueva York, donde él vivió y ambientó gran parte de sus historias, y después recibiera este año un premio que lleva su nombre”.
Mucho se ha dicho sobre los finales de cuentos “a lo O. Henry” -sorpresivos, risueños, paradójicos; a veces optimistas y a veces melancólicos- pero también los preludios son dignos de destacar, por el modo en que atrapan a los lectores. “Además de otras muchas cosas, Raggles era poeta. Se le consideraba un vagabundo, modo indirecto de confirmarlo como filósofo, artista, viajero, naturalista y descubridor”, se lee en “Cómo se hace un neoyorquino”. Y “Un informe municipal” comienza así: “El Este es el Este y el Oeste, según los californianos, es San Francisco. Los californianos no son meros habitantes de un estado; son toda una raza. Son los sureños del Oeste. Es cierto que los de Chicago no se muestran menos fieles a su ciudad; pero cuando uno les pregunta por qué, balbucean y hablan de los peces del lago y del nuevo edificio de los Oddfellon. Los californianos, en cambio, entran en detalles”.
“Hay pocas mujeres califas. Las mujeres son Sherezades de nacimiento, por predilección, por instinto y por disposición de las cuerdas vocales. A diario, centenares de miles de hijas de visires les narran los mil y un cuentos a sus respectivos sultanes”, comienza “El perfil encantado”, relato protagonizado por una bella dactilógrafa y ambientado en la Nueva York de principios del siglo XX. O. Henry murió en esa ciudad el 5 de junio de 1910, a los 47 años.
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