Estuvo, según los médicos, a veinte minutos de morir. Ella sintió cómo su cuerpo se arqueaba hacia atrás y llegó a verlo desde afuera, como si ya no lo habitara. Tetania se llama esa inusual enfermedad que le daría título, poco después, a la escultura ganadora del tercer premio en el Salón Nacional de Artes Visuales.
"Yo digo gracias, siempre, por lo malo y por lo bueno", confiesa ahora Nushi Muntaabski, una sobreviviente que no conoce límites entre vida y obra. Las imágenes de la muerte, evocadoras de aquellas terribles leyendas rusas compiladas por Aleksandr Afanásiev que solían leerle de chica, se le aparecieron antes de ser diagnosticada con cáncer. Lejos de huir, ella les dio forma: casi "en trance", creó trágicas escenas con los cuchillos heredados de su padre, un intelectual troskista que amaba la naturaleza, y las mostacillas, anillos, tejidos y bordados de su madre.
"Fue lo que me mantuvo viva", asegura sobre ese legado familiar devenido instalación que aloja ahora la Colección Amalita, a puertas cerradas por la cuarentena, en diálogo con piezas del artista rumano Demetre Chiparus. "En esa búsqueda de un orden, Nushi encontró su tesoro ruso. Un mundo poblado por signos, mágico, anticipatorio", señala en su rol de curadora Cristina Schiavi, cocreadora a su vez con Muntaabski de la intervención permanente sobre la explanada del Malba.
Los mosaicos venecianos que componen esa pieza púb
lica en homenaje a Roberto Burle Marx y la serie Taxidermia, premiada por la Fundación Klemm en 2010, atraviesan toda la obra de la autora de Los viajes de Nushi, autorretrato gigante presentado también en Colección Amalita. Fue una caja con venecitas de colores hallada en el sótano de una casa en San Pablo, hace un cuarto de siglo, lo que marcó un antes y un después en su carrera.
Igual que sus columnas sobre arte en Tarde Negra, programa radial conducido por Elizabeth Vernaci y Humberto Tortonese, compiladas en el libro La novia de Duchamp (Emecé, 2012). La portada la muestra recostada sobre un colchón intervenido con mapas por Guillermo Kuitca, inquietante anticipo de la pandemia actual. "Estoy curada -dice hoy la artista-. No sé si del cáncer, pero sí del corazón. Sé que hay algo más allá, porque lo vi".
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