Novela sobre la infancia
Encabalgada en dos temporalidades, la nueva ficción de Claudia Piñeiro narra un período reciente de la historia argentina a través de un hombre que podría haber sido su padre
Aunque no en todos los casos se trate de textos policiales, es común encontrar cadáveres en las novelas de Claudia Piñeiro. En Tuya,las víctimas so n dos mujeres: Alicia y Charo; en La viuda de los jueves tres hombres aparece n flotando en una de las piscinas del country "Altos de la Cascada"; en Betibú encuentran degollado a Pedro Chazarreta, un vecino del country "La Maravillosa"; en Las grietas de Jara el difunto es un secreto rigurosamente guardado. Un comunista en calzoncillos carece de cadáveres: no hay muertes que lamentar. En esta ocasión, Claudia Piñeiro abandona las intrigas policiales para abocarse a un texto íntimo, sin suspenso ni enigmas por descubrir, centrado en la figura de quien pudo haber sido su padre. Algo similar a lo que había hecho en Elena sabe, una historia también intimista que tenía a su madre como personaje esencial.
Las novelas de Claudia Piñeiro gozan de buenos títulos. Un comunista en calzoncillos podría ser una excepción. No está propuesto como metáfora ni lleva intenciones alegóricas, simplemente informa acerca del atuendo que el padre de la narradora, un comunista que se gana la vida vendiendo turboventiladores, utiliza para deambular por su casa. Claudia Piñeiro elige a un hombre de la multitud y a través de él narra un período específico de nuestra historia cercana. El escenario será Burzaco, su escuela, su Club Social y su Monumento a la Bandera, orgullo de los vecinos. Fue inaugurado el 25 de julio de 1943 y a lo largo de catorce años tuvo el privilegio de ser el único que se alzaba en el país. Ese sortilegio se quebró el 20 de junio de 1957, fecha en que, con fastuosa ceremonia, quedó inaugurado el Monumento a la Bandera de Rosario. A partir de entonces, el humilde monolito de Burzaco perdió protagonismo, si es que alguna vez lo tuvo, y a los vecinos ni siquiera les reconocieron la condición de pioneros. Con el propósito de lavar esa ofensa, los integrantes del Club Social crean la Comisión por la Reivindicación del Monumento a la Bandera de Burzaco. Frente a él, en un momento esencial de la novela, desfilará, como abanderada, la narradora de la historia. Los hechos suceden durante los últimos tiempos del gobierno de Isabel Martínez de Perón y los primeros del golpe cívico militar que demolería a la Argentina.
"Una novela sobre la infancia", anuncia la contratapa. Contada desde la infancia, podríamos agregar, aunque quien la cuenta ha dejado de ser aquella niña que no entendía bien por qué razón su padre se burlaba de las fuerzas vivas de Burzaco o por qué motivo en Nochebuena evitaba ir a lo de su suegra y elegía pasar la fiesta solo en su casa. Las preguntas de esa niña serán contestadas en "Cajas chinas", la segunda parte del libro.
A la manera de Rayuela, Un comunista en calzoncillos ofrece dos posibilidades de lectura: una linealmente, al modo tradicional; la otra, yendo y viniendo, según marquen las referencias del relato. Una parte, titulada "Mi padre y la bandera", sucede en 1976. La otra, "Cajas chinas", transcurre en estos días. La primera parte se basa en los recuerdos de una niña, y está narrada con la voz de esa niña. "El recuerdo puede ser falaz -anuncia Claudia Piñeiro en el epílogo-, una mezcla de datos ciertos e inciertos que se fusionan casi como en un sueño." En la segunda parte, encontraremos a esa misma narradora, ya adulta, certificando los recuerdos de la niña. Una serie de fotos confirman esos recuerdos; como suele decirse: las fotos no mienten.
Este juego de espejos, de verdad-mentira, de ficción-no ficción, y la escritura cuidada y adecuada con que se narran los episodios de la infancia y la confirmación de esos episodios hacen que este libro de recuerdos se transforme en una singular y notable novela.
- Un comunista en calzoncillos
Claudia Piñeiro
Alfaguara
196 páginas
$ 119