“Nova: cuando la música dejó de sonar”: a un año del ataque en Israel se inaugura una muestra conmemorativa de la tragedia
Autos calcinados, pertenencias de las víctimas y otros objetos rescatados del festival se exhiben junto con testimonios de los sobrevivientes como en un museo de la memoria, en la pista central de La Rural, hasta fin de mes
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Hace un año, miembros de la organización terrorista Hamas realizaron un sangriento ataque en el sur de Israel, en el desierto de Néguev, donde asesinaron, violaron y secuestraron a cientos de personas indefensas. El trágico saldo del embate -que se extendió más allá del 7 de octubre- superó las 1200 víctimas mortales y cientos de heridos y secuestrados, entre ellos, ciudadanos argentinos. Uno de los epicentros del atentado fue el festival de música electrónica Supenova, donde fueron asesinadas 411 personas y más de 250 fueron secuestradas (117 rehenes, devueltos con vida, 101 siguen en manos de Hamas y 37 murieron en cautiverio). Sobrevivieron más de 3400 personas.
“No gastes tus balas, ya está muerto”, le aconseja un terrorista a otro en uno de los videos estremecedores que se pueden ver en Nova: 6.29, cuando la música dejó de sonar, la exposición internacional, itinerante e inmersiva que esta noche se inaugura en la pista central de La Rural (avenida Sarmiento 2704). Organizada por la Fundación Tribu de Nova, creada por sobrevivientes de la masacre, y producida por Danielle Faktor, abre al público a partir de este martes, y recrea la trágica escena de una rave a la que concurrió, como cuenta una sobreviviente, “gente de todo tipo”: maestros, soldados, estudiantes, artistas, músicos y turistas, entre ellos.
En 3000 metros cuadrados cubiertos por una enorme carpa negra, la muestra agrupa, además de las imágenes que los terroristas subieron a redes sociales y los mensajes de wasaps que enviaron a sus familias, en los que se enorgullecían de los asesinatos de personas desarmadas, pertenencias de los asistentes (de anteojos de sol a prendas de vestir, y de guitarras a muñecos de peluche); testimonios en video de sobrevivientes, rescatistas y familiares; la recreación a escala real de la barra, con las botellas de las bebidas que se consumían ese día y las heladeras (donde algunas personas pudieron esconderse durante el atentado), el mercado y la cabina de DJ del festival, un memorial con retratos de los cientos de asesinados, autos calcinados que trajeron de Israel, arbustos, alfombras y carpas. En el centro, un enorme gazebo cobija un mandala hecho con lana blanca por el artista Brian Lopes y, en las telas circundantes, se proyectan imágenes de alas de ángeles en vuelo ascendente que figuran las almas de las víctimas.
“Esta no es una exhibición propiamente dicha -dice Reut Feingold, directora de arte israelí y a cargo del desarrollo del “concepto” de la muestra con Omri Sasi, a LA NACION-. No es sobre Nova; es la esencia de Nova, los valores de la fiesta y la experiencia que vivió la gente en ese momento. Nuestra intención ha sido mostrar la verdad de Nova, no algo artístico o decorativo. Cada objeto tiene el polvo del desierto, los autos son los que fueron quemados allí, los calzados y las gorras las usaron los participantes”. Para Feingold, “la esencia de Nova” reside en “el más popular de los lenguajes, que no necesita traducción”, la música. “Y los valores de amor incondicional, de identidad cultural y de pertenencia -acota-. Luego del 7 de octubre de 2023, también se convirtió en un emblema de esperanza y resiliencia; no es solo una historia trágica; en lo personal, se convirtió en una misión”. La amortiguada luz ambiental se asemeja a la de la madrugada en que ocurrió la tragedia.
Al final del recorrido, se instaló un “healing room” donde se brinda información sobre las iniciativas de la Fundación Tribu de Nova destinadas a los sobrevivientes y a los familiares de las víctimas. “Es una comunidad que se hizo responsable de su sanación, para acompañarse y ofrecer tratamientos a los que necesitaban ayuda”, señala Feingold. En el “sábado negro”, algunas personas perdieron a decenas de seres queridos. En ese espacio, hasta el final de la exposición, se podrán dar charlas, organizar conciertos y otras actividades. Junto a una fuente, se dispusieron piedras pintadas de blanco en las que los visitantes pueden dejar mensajes y dibujos.
La inauguración de la muestra en homenaje a las víctimas del atentado, a un año de la masacre, cuenta con la presencia de varios sobrevivientes (algunos no pudieron llegar a tiempo por los últimos ataques de Hezbollah). Buenos Aires es el primer destino hispanoamericano de la exhibición, que ya se vio con gran convocatoria en Tel Aviv, Nueva York y Los Ángeles. La Argentina es el quinto país con mayor cantidad de judíos, después de Estados Unidos, Francia, Canadá y el Reino Unido, sin contar Israel.
Nova estará abierta al público solamente por dos semanas: desde el martes 8 hasta el domingo 20 de octubre, de 13 a 19; el viernes próximo, de 11 a 17, y permanecerá cerrada el sábado 12 (feriado). Los tickets, que cuestan $ 10.000, se pueden adquirir en este enlace. Agrupados en la Fundación Tribu de Nova -con el lema “Bailaremos otra vez”- los organizadores advierten que por el contenido sensible de la exhibición la entrada es para mayores de 16 años. El acceso se realiza cada veinte minutos, en grupos de ochenta personas, aunque el recorrido puede durar más que ese lapso; de hecho, las visitas guiadas duran una hora.
Tanto Feingold como Omri e Idan Kochavi, que pudieron escapar de los terroristas, estiman que el festival fue atacado porque los jóvenes representan el futuro; el promedio de edad de las personas asesinadas va de los 20 a los 30 años. “Los atacantes quisieron romper la luz y la libertad que simboliza la música, pero no vamos a permitir que eso pase”, asegura Feingold, que advierte que la masacre podría haber tenido lugar en cualquier parte del mundo. “Por eso, es importante que la muestra recorra distintas ciudades. El terrorismo está en todas partes y este un proceso que aún no ha terminado: hoy se supo que una persona que estaba secuestrada por Hamas ha muerto en manos de los captores”, señala.
Omri e Idan Kochavi, marido y mujer, se enamoraron de la ciudad de Buenos Aires, en su segunda visita desde Israel; ambos sobrevivieron al ataque de las legiones de Hamas. “Estamos a punto de dar a conocer a toda la gente lo que ha pasado en el festival, en octubre de 2023 -dice Omri Kochavi, uno de los creadores de la Fundación Tribu de Nova-. Dejar saber al mundo lo que ha pasado con nuestros 411 amigos asesinados por Hamas. Pero nuestra historia no es solo la masacre sino también el camino que la comunidad hace para sanar, cuidar y fortalecer a sus miembros”.
“Escapamos durante siete horas, corriendo y buscando refugio -cuenta Kochavi a LA NACION-. Dos o tres veces nos cruzamos con terroristas, pero pudimos huir de ellos; en el camino, también encontramos a personas heridas e intentamos ayudarnos unos a otros. Al final llegamos a una casa y una familia nos amparó”. Muchos de los asistentes buscaron protegerse de la “lluvia de misiles” de Hamas en refugios antibombas a la vera de la ruta 232, sin saber que se convertirían en trampas mortales.
Daphne Gonen es una civil voluntaria de la Unidad de Investigación Policial 433, que se ocupó de catalogar los objetos de las víctimas en los “galpones de la muerte”, donde se conservan todas las pertenencias de los asistentes. Cuenta que tanto en Nueva York como en Los Ángeles, personas que habían ido al festival encontraron sus gorras, sus zapatillas o sus mochilas. “Tienen un aire a los inventarios del memorial de Auschwitz”, dice en referencia a las mesas con objetos que se exhiben en Nova. Las autoridades israelíes crearon una página de internet con el detalle de los objetos recuperados y clasificados por los voluntarios.
“No tenemos fines económicos ni banderas políticas -dijo el periodista Hernán Feler, cofundador de la organización Juntos por Israel, en la presentación de la exhibición-. Lo que queremos es mostrar el horror. ¿Merecían morir los jóvenes que estaban bailando? Estamos muy orgullosos que la Fundación haya elegido a la Argentina como el próximo destino de la muestra que estará por primera vez en Hispanoamérica”. Su tía, Ofelia Roitman, capturada por los terroristas en el kibutz Nir Oz, estuvo secuestrada 53 días en la Franja de Gaza.
Declarada de interés nacional por el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Cultura, la muestra recrea uno de los principales escenarios de los ataques del 7 de octubre de 2023 (que recuerdan los perpetrados por Estado Islámico el 15 de noviembre de 2015, en París) e invita a los visitantes a revivir y reflexionar sobre los trágicos acontecimientos de aquella jornada en Israel, cuando a partir de la 6:29 de la mañana, en el día de la festividad judía de Simjat Torá, cientos de terroristas de Hamas atacaron a los asistentes del festival.
El proyecto itinerante e inmersivo es una suerte de “museo de la memoria” con objetos rescatados del festival como autos calcinados, mochilas, libros, esterillas y carpas, además de videos testimoniales con las voces de sobrevivientes y familiares de los asesinados. Se realiza sobre el polvoriento piso de la pista.
Las donaciones obtenidas durante la exhibición se destinarán a Nova Healing Journey, iniciativa que apoya el tratamiento de salud mental de los sobrevivientes y las familias de las víctimas de la masacre del 7 de octubre. También se pueden hacer donativos en este enlace.
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