Notre Dame, una pérdida invaluable para el patrimonio de la humanidad
Hasta el momento es imposible evaluar la magnitud de la pérdida en la mayor tragedia para el patrimonio de Francia y de la Humanidad. Notre Dame está catalogada por Unesco por su valor único y por su imponente interior en forma de cruz, con cinco naves, cuyo eje central mide 60 metros. Demoró dos siglos en construirse, tiene ocho siglos de historia y en cinco horas de fuego ha quedado prácticamente reducida a cenizas. El rosetón del ala Sur, ese magnífico vitraux en tonos de azul, que es en sí mismo motivo de una visita, puede perderse para siempre y estallar en mil pedazos por las altas temperaturas. Se perderían también las gárgolas, las estatuas de los reyes, las pinturas, los frescos, las tallas. Y el órgano excepcional del siglo XIX, considerado una obra maestra, obra de Aristide Cavaille-Coll, con 7800 tubos y 113 juegos que multiplican el sonido en la inmensidad de la nave gótica.
No hay datos que aún permitan medir el alcance de la destrucción producida por este incendio gigantesco, que parece imparable y ha dejado al mundo atónito. La catedral de París, construida entre el siglo XI y el XIII, tiene un corazón altamente inflamable. Es de piedra, pero las cabriadas del techo son de madera, como lo es la sillería del coro del templo medieval en el que se escribió la historia de Francia. En 1804 fue coronado emperador Napoleón Bonaparte; allí asistió a la misa solemne de la recuperación de París Charles de Gaulle y Juan Pablo II celebró misa en 1980.
Además de las cabriadas de madera, en el interior, sobre una de sus puertas, se ubican 23 esculturas; entre muchas otras obras de arte hay una Piedad, escultura de Nicolas Coustou, escoltada por imágenes de los reyes Luis XIII y Luis XIV. La catedral fue restaurada a mediados del siglo XIX por los arquitectos Eugène Viollet-Le Duc y Jean-Baptiste Lassus, en una larga obra que demoró más de 23 años, cuando París comenzaba a transformarse en la ciudad que conocemos hoy, con sus diagonales y perspectivas magníficas trazadas por Georges Eugène Haussmann, autor de un proyecto sin precedentes por su grandeza y audacia, nombrado barón por Napoleón III.
Le Duc lideró la revalorización de la arquitectura medieval, en contra del gusto imperante que imponía el canon neoclásico como un estilo sin discusión. Hasta donde se sabe, los tesoros, cálices, joyas y piezas de enorme valor se encuentran en la cripta, que por su aislamiento y ubicación están fuera de peligro. El tesoro de la catedral guarda algunas reliquias relacionadas con la Pasión de Cristo: la Corona de Espinas, un fragmento de la Cruz y uno de los clavos que sirvieron para la crucifixión.
Esta pieza medieval, clave en el patrimonio de Francia, es visitada por 14 millones de personas por año. La aguja entre las dos torres, que se desplomó hace un par de horas, fue agregada en el siglo XIX, durante los trabajos de Le Duc y Lassus. Era de hierro fundido, material que pierde consistencia en altas temperaturas.
Hace unos minutos, el profesor Bernard Toulier, experto en patrimonio muy amigo de la Argentina, respondía a un mensaje en el acto. Él, que conoce como pocos los tesoros de Notre Dame, ese símbolo emplazado en el corazón de la capital, en la Ile de la Cité, justo frente a la Cité Internationale des Arts, compartía su sentimiento de conmoción: "Una tristeza sin fin y gratitud por la solidaridad".
Es casi un milagro que no estuvieran colmadas la plaza seca frente a la iglesia y el interior, tal como ocurre siempre, más ahora en primavera, porque al atractivo que supone la visita a los interiores se suma un espectáculo de luz y sonido bellísimo, que se proyecta sobre la fachada con recursos de alta tecnología. El presidente de Francia, Emanuel Macron, y la alcadesa de París, Ana Hidalgo, han prometido que Notre Dame, esa estampa única de la Ciudad Luz, será reconstruida con los mejores arquitectos del mundo y los mayores talentos, utilizando todos los recursos.
No pudieron con ella ni la Comuna de París en 1871; ni las amenazas nazis durante de la ocupación. Han sido las llamas feroces y voraces de un incendio imparable las que consumieron una pieza clave del patrimonio de la Humanidad.
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