Norma Morandini recibió el premio Pluma de Honor
Se lo dio la Academia Nacional de Periodismo por su compromiso con la libertad de expresión
"Si con los agravios se encarcela la libertad de opinión y con la propaganda se reemplaza la información, corremos el riesgo de estar simulando que vivimos en democracia al punto de creer que es democracia lo que en realidad es un régimen de poder personalista y, por eso, autoritario", afirmó Norma Morandini, la ganadora del Premio Pluma de Honor 2011, otorgado por la Academia Nacional de Periodismo.
En una ceremonia realizada en el Museo Mitre -San Martín 336-, la periodista y senadora nacional por Córdoba (Alianza Frente Cívico) recibió de manos del presidente de la Academia, Lauro Laíño, la artesanía realizada por el distinguido platero Carlos Pallarols.
La presentación fue realizada por José Ignacio López y estuvieron también en el estrado el vicepresidente primero, Hermenegildo Sábat, y el vicepresidente segundo, Roberto Pablo Guareschi.
Ante decenas de periodistas, legisladores y representantes del Poder Judicial, Laíño se refirió al momento que atraviesa la Argentina: "Se toman derechos esenciales no como objetivo de la democracia sino como una justificación ideológica que conduce a una suerte de hipnosis colectiva. ¿Dónde queda la República cuando su esencia se pervierte fingiendo respetar globalmente lo que se viola en detalle?".
Morandini, quien se convirtió en la primera mujer en recibir la Pluma de Honor y la cuarta periodista, luego de Julio María Sanguinetti, Joaquín Salvador Lavado "Quino" y Santiago Kovadloff, también se refirió a la actualidad política.
"Mi perplejidad crece cuando constato cómo se ha naturalizado un comportamiento claramente antidemocrático como es la pauta oficial distribuida con criterio de propaganda y no de transparencia", enfatizó en su discurso.
"Hoy existe libertad, como se nos reporta desde el poder como si se tratara de una concesión generosa del gobernante y no un derecho que nos asiste a todos. Me pregunto si efectivamente existe la libertad cuando se castiga la opinión. ¿Quién tiene ganas de verse expuesto a las burlas, los insultos y las descalificaciones de aquellos que ostentan el poder, que utilizan los medios del Estado para ridiculizar a los que piensan de manera diferente?"
Luego detalló: "A mi perplejidad acerco una mínima respuesta: creo que condenamos la dictadura pero no hemos sido capaces de desmontar la cultura autoritaria que sustentó a esa dictadura. Fuimos incapaces, hasta ahora, de construir un diálogo cívico, como si el lenguaje colectivo no pudiera despojarse de aquella atmósfera de maltrato y desconfianza de los tiempos en que nos desquiciamos como país".
Muy emocionada, recordó a sus dos hermanos desaparecidos en la dictadura, dedicó el premio a su madre, "que no perdió el brillo en los ojos", y a su padre, por reiterarle que el apellido Morandini se terminaría con el hijo, lo que provocó en ella la rebeldía de querer contradecirlo. Ayer, décadas después, la senadora confesó "temblar íntimamente" al ver su "apellido al lado de la palabra honor".