Nora Iniesta, la artista que recrea los símbolos patrios
"Me apasiona el hacer", dice Nora Iniesta (Buenos Aires, 1950) cuando se la consulta por su capacidad de trabajo. Incansable, si no está abocada a la publicación de uno de sus libros de imágenes, prepara una muestra, diseña afiches para intervenir el espacio urbano o crea objetos y prendas que llevan la impronta de su trabajo. En general, desarrolla esas actividades en simultáneo. "Solo quiero hacer proyectos y concretarlos", agrega. Ese podría ser el lema de la artista.
En su taller en San Telmo, cuenta que desde los cuatro años concursaba en cuanto certamen de manchas hubiera. "En Lomas de Zamora, Lanús, Mar del Plata -recuerda-. Y ganaba. Era lo más placentero. Ese fue mi mundo y lo sigue siendo: el hacer. Pintaba sin cielo, sin línea de horizonte; eso lo recuerdo bien".
Como muchos artistas argentinos, Iniesta se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en la Escuela Nacional de Artes Visuales Prilidiano Pueyrredón. Luego se especializó en técnicas de grabado en Slade School of Fine Arts, en Uiversity College de Londres. "Tuve una vocación muy definida desde chica, y de la escuela primaria entré directo a mis trece años en la Manuel Belgrano. Vino a continuación y sin interrupción la Prilidiano Pueyrredón". Allí las opciones eran pintura, grabado o escultura. "No tuve dudas. Pintaba planos de color desde antes de saber escribir, lo mío era la pintura".
Del universo de la infancia al desafío del arte
Dueña de un estilo reconocible, la artista explora la iconografía argentina mediante distintos formatos. Los actos escolares y los delantales blancos de los niños que asisten a las escuelas públicas, los próceres y sus leyendas, la historia y los monumentos, la bandera nacional y los demás símbolos aparecen en su obra para recrear un código común entre argentinos, que cautiva asimismo al público internacional.
"Mi obra tiene un solo indicativo, y eso es mi infancia -dice Iniesta a LA NACION-. No hay vuelta que darle. Allí radica todo. No sabría decir si tengo un modo de ver argentino; puedo hablar de mi propio modo de ver y percibir el mundo, de lo circundante, nunca muy lejos, eso sí. Esa es mi propia mirada: la del entorno, de lo que se vive y percibe en el día a día".
Iniesta trabaja con incontables materiales: telas, lana, plásticos, mármol, metal, mosaicos venecianos, rastis, abanicos, muñecos, alfombras, hilos de bordar, yeso, tableros de ajedrez y bandejas. "Con muchos y variados -afirma sobre los soportes que utiliza-. Siempre es mi gran incógnita. Nunca se cuál será el próximo, el que necesitaré, y se convierte en un dilema que se va definiendo solo. No me fijo ni estoy pendiente del material a usar. Si me sirve, lo tomo". El panorama inabarcable de elementos y formatos por utilizar, en vez de desanimarla, la entusiasma. "Sin duda siempre habrá otros a explorar, por suerte. Lo tomo como una bendición".
Maestros argentinos
A la hora de mencionar a sus maestros, Iniesta nombra a los dos primeros que tuvo. "Virginia Conforti era mi vecina de la cuadra, la que me esperaba todas las tardes para pintar en su casa, antes de que ingresara al jardín de infantes. Y Miguel Governatori fue mi profesor de dibujo de la escuela primaria". Años después, el gran Emilio Renart fue su profesor de dibujo en la Prilidiano Pueyrredón. "Recién llegado del Mayo Francés, nos daba sus clases en el bar más cercano a la escuela; sus charlas, sus conceptos siguen bien presentes y vigentes. No se olvidan, quedaron bien marcados dentro de mí".
Y, sin duda, el artista que la influyó con su mirada sobre "la condición argentina", fue Antonio Berni. "Compartí con él un 13 de setiembre de 1980 su último viaje a París; moriría en Buenos Aires al año siguiente, a los pocos meses. De todos ellos se escucha y se aprende, todos me dieron libertad, confianza y estímulos", reconoce. En los últimos años, las figuras educativas se convirtieron en presencias recurrentes en sus trabajos.
Ella también, desde la adolescencia, da clases. "A los dieciséis años ya era profesora en una escuela de arte infantil, en Banfield. Vivía en Lomas de Zamora e iba por las mañanas; de noche estudiaba en Bellas Artes. Lo más reciente un posgrado sobre museos desde la práctica que acabo de dictar el año pasado, en la Universidad Nacional de Avellaneda". Esa experiencia se repetirá en 2019.
Una biblioteca Iniesta
A partir de la década de 1980, creó sus primeros libros de mármol para exponer en la mítica Galería del Retiro, ubicada en Florida al 900. "Julia Lublin era su directora y Osvaldo Giesso me convocó junto con otros artistas para realizar algún objeto en mármol. Así surgieron". Ese fue el inicio de una extensa serie de libros, que todavía prosigue con otras formas. "Luego siguieron los libros en papel, y ya son una parte mía. Algunos recopilan, otros documentan; me gusta todo el proceso, su ejecución y que luego, ya editados, hagan su camino. Al decir de un amigo mío, al objeto libro no hay con que darle, no tiene competencia". Hasta hoy, la artista tiene diez libros publicados.
En 2018 salió el tercer volumen de Buenos Aires en blanco y celeste. Otra geografía. Mediante fotos de vidrieras, edificios, objetos, mascotas y personajes de los barrios porteños, rinde homenaje a la ciudad que ama. Su última publicación es un libro para pintar, que se presentó a fines del año pasado. "Es un ejercicio plástico en sí mismo, con otro formato a explorar". Mecenazgo mediante, sueña con cerrar la serie Buenos Aires en blanco y celeste con un cuarto tomo. "Siempre trabajo en series, las que inician y culminan. Solo el hacer, el concretar me permite seguir, crear, crear a partir de aquello que finaliza y se reconvierte, generando nuevas ideas. No puedo aburrirme nunca", sostiene.
Idea de patria
El concepto de patria atraviesa la trayectoria de Iniesta. Por ese motivo, fue tildada de nacionalista. "Cada acción conlleva críticas, o solo interpretaciones diferentes, pero me molesta un poco cuando me tildan de nacionalista. Lo mío es más ingenuo. Sigue siendo mi infancia: las emociones de un acto escolar, de un delantal almidonado, del ingreso de la bandera, de la música que acompaña. De la pertenencia a un lugar que, repito una y otra vez, es la infancia. Yo sigo, hago. Esa es mi tarea".
No obstante, en las pinturas y fotografías, en los bordados y dibujos de la artista se filtran aires de denuncia. "A la patria la veo deslucida, con poco rumbo -señala-. Hoy mi patria es con amplitud la infancia, y no ya la mía; la educación pública, la cultura en todos sus aspectos, la realidad social, y todo ello va cayendo en un franco deterioro, en un gran abandono, en un total desinterés. Se cierran escuelas, no se construyen jardines de infantes, la falta de planificación es absoluta. La banalización en ese intento de emular lo que se hace afuera es patética". Pese al diagnóstico y sin evadirse de las necesidades del entorno, Iniesta cree en "la pequeña semilla que se irá regando" para seguir con su actividad.
Hasta julio del año pasado, se desempeño como directora del Museo Nacional del Grabado. Había entrado en funciones en 2010. "Encontré un sitio que, a pesar de su precaria infraestructura, se mantenía por el grupo humano que lo compone -asevera-. Del predio de la Biblioteca Nacional donde se encontraba, en octubre del 2017 se mudó a un espacio en la Casa del Bicentenario (CNB). Mudanza por medio, hoy cuenta con una estructura más acorde y confortable, y su acervo ha sido cuidado al extremo". En la actualidad, el museo tiene casi todas sus obras digitalizadas y documentadas.
La muestra que se puede visitar en el cuarto piso de la CNB, Grandes maestros del grabado argentino, da la pauta del tesoro que preserva esa institución. "Se trata de un homenaje a aquellos que hicieron del grabado su modo expresivo e hicieron a nuestra propia historia del arte -dice la exdirectora del museo-. Fue mi despedida armar y curar esa exposición con obras del patrimonio del museo. La función pública te enseña siempre, los tiempos de ejecución suelen ser largos y si a ello se suma los magros presupuestos, constituyen un desafío y un enorme compromiso".
Lo que vendrá
Son varios los proyectos que la artista ya puso en marcha. "Cuando los enumero, mis amigos dicen quedar agotados solo de escucharme", bromea. En lo inmediato, instalará en marzo un mural realizado con mosaicos venecianos, para el inicio de clases, en una escuela en plena cordillera, en el sur de la provincia de Mendoza. "La obra se llama La más linda, y ella no es otra que nuestra bandera tal como la veíamos en las figuritas escolares -adelanta-. También voy a compartir un día de taller con los chicos para pintar con ellos".
A fin de marzo, Iniesta viajará a Baja California, en México, invitada a un coloquio y a una muestra por la Universidad Cetys, en Tijuana, donde se encontrará con artistas de distintas latitudes. "Y voy a la Bienal de Curitiba en septiembre, donde más allá de presentar como invitada una obra, se publicará Amílcar y Nora Iniesta, uno de mis libros. Previo a ello, mostraré trabajos en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, dictaré un taller y participaré de su feria del libro". Además, el Museo de Arte Contemporáneo del Sur prepara una retrospectiva de su obra.
"Este año se cumplen 241 años del nacimiento de don José de San Martín, y los cien del nacimiento de Evita. Con ambas figuras estoy trabajando", acota. La muestra sobre el libertador de América tendrá lugar en el Instituto Nacional Sanmartiniano y el 7 de mayo se inaugurará en el Centro Cultural de la Cooperación su muestra sobre Eva Perón. ¿Quién dijo que hacer arte no es, también, hacer patria?
Más información en la página web de la artista.
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