Nobel de Literatura: escándalos y suspensión de la entrega
Hace poco más de un mes, Björn Wiman, editor de la sección de cultura del diario Dagens Nyheter, había diagnosticado la catástrofe. "Es difícil saber cómo podrá seguir la Academia después de esto -dijo-. La institución está en ruinas". Se refería a los escándalos sexuales y las filtraciones de los nombres de varios ganadores. No se equivocaba. Ayer, la Academia Sueca anunció que el Premio Nobel de Literatura 2018 no se concederá este año, sino el que viene. Esto ocurre por primera vez desde 1949.
"El Premio Nobel de Literatura 2018 se designará y anunciará al mismo tiempo que el galardonado de 2019", explicó la institución en un comunicado, lo que implica que el premio no quedará desierto y que el año que viene habrá dos premiados. Por más sorpresa que cause, la situación no es nueva. La Academia, fundada en 1786, ya había optado en siete ocasiones anteriores por suspender el premio: en 1915, 1919, 1925, 1926, 1927, 1936 y 1949. En cinco de estas ocasiones, el premio fue aplazado y entregado luego con el galardón del año siguiente. "Creemos que es necesario destinar tiempo a recuperar la confianza pública en la Academia antes de que se pueda anunciar el próximo ganador", afirmó el presidente permanente interino (sic) Anders Olsson, citado en el comunicado.
Los rumores habían empezado a circular diez días atrás, cuando el portavoz de la Fundación del Premio Nobel, Carl-Hendrik Heldin, confirmó a la cadena SVTá que había discusiones dentro de la institución sobre la posibilidad de suspender la entrega de este año.
De todas formas, miembros de la Academia aseguraron entonces que aún no se había decidido nada. "Si se piensa en la situación de la Academia y del premio, probablemente lo mejor sea postergar la entrega de este año", escribió Peter Englund, que renunció al jurado, a la radio sueca.
La determinación que se adoptó ayer fue respaldada por la Fundación Nobel. "Su decisión subraya la gravedad de la situación y ayudará a salvaguardar la reputación a largo plazo del Premio Nobel", indicó. La Fundación administra la herencia del empresario Alfred Nobel, el creador de los galardones.
Los escándalos que derivaron en la suspensión anunciada se remontan a veinte años atrás y tienen como protagonistas a la escritora Katarina Frostenson, miembro del jurado, y a su esposo, el fotógrafo francés Jean-Claude Arnault. A Frostenson la acusan de haber revelado a su marido el nombre de futuros ganadores del galardón por lo menos siete veces desde 1996; el último habría sido el de Bob Dylan.
Se supo además que es copropietaria junto con Arnaut de Forum, un club de arte privado, y que ese club recibía apoyo financiero de la Academia Sueca, lo que implica que Frostenson se habría otorgado indirectamente asignaciones económicas a sí misma.
Pero a los presuntos delitos financieros se suman los sexuales. En noviembre de 2017, en medio de la campaña de denuncias de abusos del #MeToo, 18 mujeres contaron de forma anónima en el diario sueco Dagens Nyheter, uno de los medios gráficos de mayor tirada, supuestas vejaciones y abusos cometidos por el esposo de Frostenson. En uno de los casos, llegó a hablarse incluso de violación.
Los delitos habrían sido cometidos en dependencias de la Academia manejadas por Arnault y en departamentos en Estocolmo y París, también puestos a su disposición por la Academia. Las víctimas habrían sido escritoras y extrabajadoras del club de arte. Por otro lado, tres fuentes diferentes confirmaron al diario español ABC que fueron testigos hace dos décadas de cómo Arnault manoseaba a la princesa Victoria de Suecia durante un encuentro en la Villa de la Academia Sueca en Djurgården, en Estocolmo, y que ella, visiblemente disgustada, trataba de apartarse discretamente, para evitar el escándalo.
Para colmo, se supo que la Academia había desestimado las denuncias de las víctimas.
El escándalo provocó una escalada de dimisiones en el jurado, incluidas la de Frostenson y la de la secretaria permanente, Sara Danius, que había liderado al grupo que pedía que se esclareciese la situación y se tomasen medidas. La cosa no paró ahí. "I'm leaving the table, I'm out of the game" (Me levanto de la mesa, no juego más). Con esas palabras de una canción de Leonard Cohen dio también el portazo Klas Östergren, y agregó que se estaba traicionando el legado del fundador Alfred Nobel. Se fueron además Kjell Espmark y Peter Englund. Con estos alejamientos, el funcionamiento de la Academia quedaba así virtualmente en suspenso al no contar el jurado, integrado por 18 miembros, con el número que garantice su funcionamiento.
Hace pocas semanas, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia había advertido que "la hostilidad que ha surgido en la Academia Sueca es profundamente lamentable y puede dañar seriamente su importante deber".
El monarca anunció además una reforma de sus estatutos para permitir la renuncia efectiva de sus miembros, por deseo propio o tras dos años sin participar activamente, y la posibilidad de que sean reemplazados, ya que las renuncias hasta ahora eran simbólicas ya que la pertenencia era de por vida.
Esa modificación se enmarca en una tarea que incluye también, según la Academia, mejorar las rutinas sobre parcialidad y reforzar la confidencialidad en torno a las decisiones sobre el Nobel.
Tal vez esta reforma sea un señal: algunos creen que todos los miembros actuales del jurado deben renunciar para que la institución recupere su prestigio.
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