No todo es música en la vereda tropical
Calidad, buenas traducciones, promoción estatal, visitas de autores son las claves del auge literario brasileño
En 2001, en medio del derrumbe financiero, editorial Corregidor apostó a la literatura brasileña con la publicación de un título cuya elección estaba signada por la situación: Escritos Antropófagos, de Oswald de Andrade. A partir de allí, el fenómeno de la literatura brasileña en la Argentina no ha hecho más que crecer. En los últimos tiempos, Clarice Lispector, por ejemplo, figura en las librerías locales entre los autores más vendidos. Consultado al respecto, el periodista y escritor carioca Eric Nepomuceno dice que en Brasil no está, ni estuvo, entre las más leídas.
Las editoriales independientes Adriana Hidalgo, Corregidor, El Cuenco de Plata, Beatriz Viterbo, Leviatán y, más recientemente, Edhasa y Eterna Cadencia son las que privilegian la edición de literatura brasileña. Consultadas, coinciden en que vienen a cubrir una falta que debían sortear los lectores, en general, y los estudiantes de literatura, en particular, hasta hace apenas una década: la inexistencia de traducciones locales de obras claves de la literatura brasileña tanto clásica como contemporánea. En todos los casos, la fina sintonía de la traducción permite que los lectores acudan tanto a clásicos como Quincas Borba (La Compañía) de Machado de Assis o los Poemas (Gog y Magog) de Augusto de Campos y el Manual práctico del odio (Corregidor) de Ferréz, un rapero y escritor, mentor del llamado movimiento de literatura marginal que agrupa a los escritores de las regiones periféricas de Brasil.
El fenómeno también facilitó la visita de autores brasileños. "Trajimos a cuatro escritores –cuenta Norberto Gugliotella, editor de Corregidor–. En 2004 vino José Guilherme Merqhior para presentar El comportamiento de las musas; en 2005, Silviano Santiago presentó Stella Manhattan; en 2008, Ferreira Gullar estuvo para el lanzamiento de Poema sucio y en mayo de este año trajimos a Ferréz para presentar en el Malba su Manual... y dar una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, con un éxito impresionante".
Ferreira Gullar (premio Camões 2010, el equivalente lusófono del premio Cervantes) viajó en auto desde Río de Janeiro hasta Buenos Aires para presentar la edición bilingüe que preparó Corregidor del Poema sucio, escrito en Buenos Aires mientras vivía oculto en un departamento sobre la avenida Honorio Pueyrredón. Era 1975 y Ferreira –como se lo conoce en Brasil– estaba exiliado aquí desde hacía algo más de un año. En verdad, los manuscritos de la traducción para una primera edición de ese extenso poema se perdieron en los días convulsionados del año 1976: Santiago Kovadloff corregiría la versión definitiva al español que tradujeron, sucesivamente, Vinicius de Moraes y Marta Rodríguez; lo editaría Ediciones de la Flor.
La editorial Adriana Hidalgo trajo a Nádia Battella Gotlib, biógrafa de Clarice Lispector, y para el Festival internacional de literatura de Buenos Aires de 2011 a João Gilberto Noll. Este año trajo a Altair Martins (ver entrevista). En 2012, la visita más publicitada fue la del poeta de cuño vanguardista-experimental Augusto de Campos (coequiper esporádico de León Ferrari en su etapa paulista). A los 80 años, vino a acompañar sus poemas concretos de los años 50 que intervinieron la megamuestra Aire de Lyon en la Fundación Proa clausurada en junio. Además estuvo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA para inaugurar la cursada regular de la materia Literatura Brasileña y Portuguesa donde, se cuenta, lo emocionaron las muestras de afecto de sus lectores argentinos.
De todos estos datos surge una pregunta: ¿por qué la literatura brasileña despierta especial interés entre los lectores argentinos? Según Alejandro Cánepa, encargado de prensa de Adriana Hidalgo, las editoriales independientes "no están sujetas a criterios de mercado, crean su propio público. Acercan a los lectores obras prestigiosas que por diversos motivos circulaban poco o nada en castellano. Ésa es la tarea editorial que favorece el crecimiento de lectores". Gugliotella, por su parte, sostiene que el aumento de lectores se debe, primero, a que hay mayor fluidez entre los pueblos y, en lo específicamente literario, a la excelencia de las ediciones que, a las óptimas traducciones, suman el valor agregado de los estudios preliminares.
Para la Secretaría Cultural de la embajada de Brasil, en la Argentina aún no se lee, sin embargo, literatura en la medida que sí se escucha música brasileña. El objetivo fijado: que la brecha numérica entre los públicos sea menor. Gustavo Pacheco, actual secretario de Cultura de la embajada, revela números, fechas y gestiones puntuales que vienen realizando. "Desde 2005 el Gobierno Federal de Brasil apoya de manera sistemática la traducción y edición de autores nacionales por editoriales argentinas. El año pasado se seleccionaron 28 libros para recibir el subsidio del programa que estará vigente hasta 2020. Paralelamente, la embajada en Buenos Aires tiene un plan de difusión cultural que incluye todo tipo de eventos, además de financiar la traducción y edición de autores nacionales." Pero Pacheco es exigente y no está conforme porque, según dice "el interés que hay por Brasil, que es muy grande, es desigual. Algunas áreas atraen más la atención que otras, como la música. El cine está en el otro extremo y la literatura en un lugar intermedio. Hay interés por ciertos autores pero los lectores aún tienen dificultad en apreciar la literatura brasileña en el mismo sentido que la norteamericana o francesa".
Liana Wenner
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