No es poco
Hace siete años entrevisté a Rodolfo Terragno para LA NACION. Leer ese reportaje hoy eriza la piel, porque los ecos de su claridad meridiana de 2015 resuenan en la colección de errores que hemos cometido desde entonces. Recuerdo que en un momento, con mi legendaria ingenuidad política, le pregunté cómo podía ser que la Argentina viviera en una permanente crisis de pobreza (hoy agravada hasta límites obscenos) cuando tiene todos los recursos imaginables. Me respondió con calma que, según mi razonamiento, Japón debería ser la nación más pobre del planeta, y es precisamente al revés. Por supuesto, fue un jaque mate intelectual del que no pude salir. Cosa fascinante, por supuesto; es lo bueno de hablar con personas inteligentes. Te dejan pensando, en lugar de agredirte, descalificarte o burlarse.
Muchos años después, con la misma ingenuidad política de entonces, me pregunto si no es precisamente la generosidad abrumadora con la que nos premió la Providencia al otorgarnos un territorio a la vez inmenso y rico –inconcebiblemente rico– lo que viene sellando nuestro destino marginal. La Argentina tiene tanto que es posible que funcione así, con lo mínimo, apenas, con lo justo, y de este modo, entrampada entre la miopía y la ineptitud, solo abunda en algo: futuro. Alguien sabio me diría que no es poco.